¿Y tú no crees en Dios habiendo flores?
¿y habiendo nubes y bebés y trinos,
y arroyuelos y estrellas y caminos,
y primavera y prados y colores?
¿Qué es lo que te ha embotado los sensores?
¿Qué te ha hecho sordo a los sones divinos?
¿Qué te ha hecho ciego a los tonos más finos?
¿Y qué te hace no ver tantos amores?
Abre un instante los ojos del alma
sin pensar, sin sentir ningún anhelo,
y deja que, por dentro, todo en calma,
suenen, callados, los ecos del cielo:
verás cómo esas voces que te llaman
rasgan ante tu vista el tenue velo.
* * *