que un conjunto de millones y millones de células vivientes, de seres que
están, cada uno de ellos, viviendo sus vidas libremente y que, además,
hasta ignoran que forman parte de tu cuerpo, ¿no?
- Sí.
- Tú no eres, pues, una unidad. Eres, más bien, como una humanidad.
Peor aún, porque tienes muchas más células que seres humanos hay en el
mundo.
- Eso es cierto.
- Pero no tienes inconveniente en hacer lo que quieres e, incluso, en
prever lo que harás. Y, además, consideras que ese conjunto de millones de
seres que es tu cuerpo, como unidad, es libre. ¿Te parece razonable?
- Me pones en un aprieto.
- Claro. Tú te consideras libre y prevés lo que harás hoy y mañana y
el año que viene y después, además, lo haces. Luego, funciona. Lo que no
haces es saber qué células obedecerán ciegamente y cuáles se rebelarán,
aunque su voluntad sea vencida y absorbida por la de las células
obedientes. Tú sabes que harás lo que te propones, y por eso haces planes,
haga lo que haga cada una de tus células, ¿no?
- Sí, es cierto.
- Y ¿cuándo resulta que no puedes hacer lo que te propusiste?
- Cuando me lo impiden las circunstancias.
- ¿Qué circunstancias?
- Por ejemplo, que otro u otros hombres me lo hagan imposible.
- Eso no entra en nuestro razonamiento. Eso lo podríamos considerar
en otro nivel de nuestra libertad. Se debe a una causa exógena, que te viene
de fuera. Pero, ¿qué causas endógenas pueden hacer que no se realicen tus
proyectos?
- No se me ocurre más que las enfermedades...
- Bien. ¿Y qué es una enfermedad, desde el punto de vista de nuestro
razonamiento, más que la oposición o la imposibilidad de muchas de tus
células (por causas a ellas exógenas pero a ti endógenas) de hacer tu
voluntad?
- Sí. En realidad una enfermedad es como una sublevación de células.
- O como una incapacidad, por las causas que sean, de obedecer tus
deseos.
- Exacto.
- ¿Y qué haces tú cuando una enfermedad te imposibilita para hacer
algo que tenías previsto?
- Pues me medico. Trato de eliminar la causa de esa desobediencia o
esa imposibilidad.
- Exacto. Pero tú sigues haciendo planes. ¿O no?
- Claro.
- Incluso el tratamiento de la enfermedad es un plan de futuro.
- Sí.
- El que algunas células, pues, se opongan a tus planes, no te afecta
demasiado. Esos planes se cumplirán siempre con el auxilio de la mayor
parte de las células de tu cuerpo. Y sólo cuando son muchas las que se
oponen o no pueden, tomas medidas para restablecer la situación.
- Así es.
- Pues míralo así: Tú eres el dios de tus células y, como tal, haces tus
planes.
- Sí. Eso cambia toda la perspectiva.
- Claro. Tú, a tu vez, y yo y cada hombre, no somos más que células
en el cuerpo de Dios que, por supuesto, hace sus planes, a los que podemos
oponernos o en los que podemos colaborar. Si nos oponemos unos cuantos
seremos superados por el resto de la Humanidad. Pero, si nos oponemos
muchos, tantos que hagamos peligrar el plan divino, ¿qué se supone que
hará Dios?
- Tomar medidas.
- Eso es, medicarse, es decir, confeccionar un plan de emergencia
para que, cumplido éste, todo vuelva a su cauce y se encamine hacia el
cumplimiento del plan principal.
- Sí. Resulta asombroso, pero es lógico.
- ¿Y qué crees que fue la Redención, la venida de Cristo, más que un
plan de emergencia, una medicación, en la cual estamos aún, para que todo
vuelva a su curso normal?
- Ahora lo comprendo...
- Tú sabes que "como es arriba, así es abajo y como es abajo, así es
arriba", como reza la Ley de Analogía, llave maestra para comprender y
desentrañar los misterios de los planos superiores: Dios es uno y trino y el
hombre es uno y trino; el universo es la manifestación física de Dios y el
cuerpo es la manifestación física del hombre; las galaxias son los órganos
vitales del cuerpo de Dios y las glándulas de secreción interna más el
corazón, riñones, pulmones, etc. son las galaxias del cuerpo humano; los
sistemas planetarios son los átomos del cuerpo de Dios y los átomos físicos
son nuestros sistemas planetarios; Dios es vibración, elevadísima pero
vibración, y el hombre es vibración, más baja, de menor frecuencia, pero
vibración; la vibración de Dios constituye Su nota clave, capaz de crear
cuanto existe, y la nota clave de cada hombre hace posible la existencia de
cada uno de nosotros; somos la cristalización de los pensamientos divinos
y lo que nosotros construímos es la cristalización de nuestros
pensamientos; cada ser es una parte de Dios y cada una de nuestras células
es una parte de nuestro cuerpo; Dios es libre y nosotros somos libres y
nuestras células son libres; nosotros, aún siendo libres, cumplimos la
voluntad de divina, y las células de nuestro cuerpo, aún siendo libres,
cumplen nuestra voluntad; Dios es creador y nosotros somos creadores...
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