LAS INICIACIONES...Y(II)
por Francisco-Manuel Nácher
Los Iniciados, pues, apenas lo son, se convierten en ayudantes de los
Adeptos y colaboran conscientemente en la labor de ayudar a los demás en
su evolución. Por supuesto, estarán en su lugar de trabajo, en su familia,
desarrollando las actividades normales, sin que nadie pueda distinguirlos
de los demás hombres, salvo por su integridad, su amor a la justicia, a la
verdad y al prójimo...; y, durante la noche, mientras su cuerpo físico
duerme, trabajarán en los planos superiores como Auxiliares Invisibles,
enseñando a los difuntos o a los que duermen en ese momento, las
verdades ocultas y las leyes de la naturaleza, ayudando en las desgracias,
en los accidentes, en los momentos importantes de la vida de cada uno,
sugiriendo ideas o soluciones o actitudes, siempre del lado de lo positivo,
siempre de modo altruista y desinteresado y siempre respetando la libertad
individual que, en todo momento, es sagrada.
- Las nueve Iniciaciones menores ilustran al Iniciado sobre los
distintos procesos que han tenido lugar en la evolución de nuestra oleada
de vida humana durante el Período Terrestre.
- Durante la primera iniciación menor, se le muestra al neófito la
página de la Memoria de la Naturaleza en la que se conservan los
recuerdos de la primera revolución o Revolución de Saturno. Y el iniciado,
sin perder su conciencia de vigilia actual, observa, también
conscientemente, los progresos de la oleada de vida en aquellos remotos
tiempos; entra en contacto con las Jerarquías Creadoras que actuaron en
beneficio del hombre, y puede alinearse con ellas. Ve igualmente los
procesos que tuvieron lugar durante la primera época o Época Polar, de la
cuarta revolución del Período Terrestre, que recapituló el antiquísimo
Período de Saturno: Cómo nuestro cuerpo era una especie de saco, blando
e informe, de cuya parte superior salía un órgano que detectaba el calor, lo
cual nos permitía cambiar de emplazamiento para huir del peligro pues, en
aquella época, la mayor parte de la tierra estaba en estado incandescente.
Ese órgano es la actual glándula pineal, mientras que el tacto ha pasado a
ser un sentido generalizado por toda la superficie del cuerpo. Ve
igualmente que la reproducción se realizaba por simple división en dos
mitades que, desde el momento de nacer, adquirían el tamaño del
progenitor. Era la época en que nuestra oleada de vida atravesaba el
estadio mineral, es decir, que sólo disponíamos de vehículo físico y nuestra
conciencia era la de trance profundo.
- La segunda Iniciación Menor muestra al neófito el proceso
evolutivo durante la segunda revolución o Revolución Solar y ve también
lo ocurrido en la Época Hiperbórea que recapituló aquellos momentos,
pero en un grado más avanzado. Comprueba cómo la Tierra ya había
formado islas o costras en el mar incandescente, y que el cuerpo físico del
hombre fue dotado de un cuerpo vital por los Señores de la Forma y los
Ángeles. Ese cuerpo vital permitió crecer al cuerpo físico de la época
anterior, asimilando, por ósmosis, sustancias exteriores a él. La
reproducción era aún por división pero no en dos parte iguales, sino de
distinto tamaño, y que crecían luego asimilando sustancias externas hasta
adquirir el normal. Atravesábamos entonces el estadio vegetal de nuestra
evolución y nuestra conciencia era la del sueño sin ensueños. El estudiante
presencia también cómo, al finalizar la Época Hiperbórea, el Sol, en el que,
hasta entonces se había desarrollado nuestra evolución, arrojó a la actual
Tierra al espacio porque sus habitantes - nosotros, más los actuales
animales, vegetales y minerales - nos habíamos rezagado y no podíamos
soportar las elevadas vibraciones solares, ya que nuestros cuerpos hubieran
sido viejos antes de tener tiempo de ser jóvenes.
- La tercera Iniciación Menor muestra al estudiante toda la
Revolución Lunar, así como su recapitulación, que tuvo lugar durante la
Época Lemúrica de la actual Cuarta Revolución del Período Terrestre. Y el
neófito comprueba así cómo los fracasados de nuestra oleada en la
evolución, fueron lanzados desde la Tierra, al espacio, con la porción de la
misma que ahora constituye la Luna. Y cómo tuvo lugar la división en
sexos, y la intervención de los Luciferes - rezagados de la oleada de vida
de los ángeles - que hicieron al hombre sabedor de que tenía cuerpo físico
y de que podía crear conscientemente cuerpos físicos cuando le apeteciese,
sustituyendo el instinto reproductor por el deseo y la pasión, y dando con
ello lugar al "pecado original" de que habla la Biblia. Y verá que el
hombre aún no tenía ojos, sino una especie de ocelos o manchas que
percibían la luz. Y que, en ayuda de los hombres, se envió a los Señores de
Venus y de Mercurio - rezagados de ambos planetas pero pertenecientes a
nuestra oleada de vida y mucho más evolucionados que el resto de los
hombres - que nos enseñaron el gobierno, la agricultura, el fuego, la
Iniciación, etc. Y verá cómo, antes de esto, el Sol arrojó de sí, primero a
Venus y luego a Mercurio, porque sus habitantes tampoco podían soportar
las vibraciones solares. Y comprobará cómo cada planeta se ha ido
situando precisamente a la distancia del sol que más apropiada resulta para
las oleadas de vida que en él evolucionan. Y que la Luna u "octava esfera"
es un mundo de descomposición de los fracasados en la evolución. Y que,
así como los rayos solares proporcionan la vida, los lunares traen la
muerte, y que la Tierra se encuentra a la distancia oportuna de ambos
astros para que podamos vivir el tiempo necesario para evolucionar. Y verá
cómo se dotó al hombre de cuerpo de deseos, nuestro tercer vehículo.
Entonces pasábamos por nuestro estadio animal y nuestra conciencia era la
del sueño con ensueños.
La cuarta Iniciación muestra al discípulo lo acaecido durante la
Época Atlante de la actual cuarta Revolución del Período Terrestre. Y ve
que la tierra estaba cubierta de vapor, ya que el agua se hallaba casi toda en
suspensión, y que la visibilidad era mínima; que el hombre respiraba por
branquias, casi no tenía frente, su cerebro era rudimentario, su estatura era
gigantesca, sus brazos desproporcionadamente largos, los ojos pequeños y
parpadeantes y el cabello de sección redonda, característica que aún
conservan los pueblos que ocupan cuerpos de razas amarillas,
descendientes de las razas atlantes; que los vehículos vital y de deseos aún
no habían penetrado en el cuerpo físico y se mantenían fuera de él; que,
debido a esa falta de coincidencia de los vehículos, la percepción del
atlante era mejor en los planos superiores que en el mundo físico; que, con
el tiempo, esos vehículos fueron coincidiendo, con lo que empezó a surgir
una mejor percepción; que, a finales de la Época Atlante, el hombre recibió
su último vehículo: la mente, con lo cual pasó a convertirse en hombre,
con conciencia de sí mismo; y que el final de la época coincidió con la
condensación de casi todo el vapor de agua en suspensión, lo que produjo
lo que la Biblia conoce como "diluvio universal", el hundimiento, no
repentino pero relativamente rápido, de la Atlántida, y la aparición, por
primera vez, del arco iris, que la Biblia asegura ser demostración del pacto
entre Jehová y Noé, que representa a los supervivientes de la catástrofe. A
lo largo de esta época el neófito conocerá los avatares de las siete subrazas
de la raza atlante: Rmohals, Tlavatlis, Toltecas, Turanios, Semitas
originales - origen de las actuales razas arias - Acadios y Mogoles. Verá
asímismo la historia de las razas arias y sus características: La Aria,
propiamente dicha, emplazada en la India; la Babilónico-asirio-caldea, en
Mesopotamia; la Perso-greco-latina en los lugares que sus nombres
indican; la Céltica, en Irlanda, Escocia y Galicia; y la Teutónico-anglosajona,
en Europa central y Gran Bretaña. Además, el estudiante verá el
arquetipo de lo que han de ser las dos subrazas que faltan de la Época Aria:
la Eslava, que se desarrollará entre los pueblos así denominados, durante la
próxima era de Acuario, y una séptima, aún sin nombre, derivada de ella y
de existencia breve; y, por fin, en la Sexta Época, la última raza, que se
está fraguando con la mezcla de todas las razas y que eclosionará en lo que
es hoy América del Norte.
La quinta Iniciación Menor lleva al candidato al final del Período
Terrestre, en el que la humanidad estará recogiendo los frutos del mismo y
llevándoselos, para asimilarlos, al globo oscuro, denominado “caos” y que
constituye la Noche Cósmica subsiguiente a cada Período. Este globo
oscuro se encuentra en el Tercer Cielo, o sea, en la Región del
Pensamiento Abstracto del Mundo del Pensamiento, el lugar al que San
Pablo asegura haber sido arrebatado, lo cual demuestra que estaba en esos
momentos recibiendo la quinta Iniciación Menor.
Las Iniciaciones sexta, séptima, octava y novena no hacen sino
profundizar y ampliar los conocimientos relativos al Período Terrestre y
enseñar al iniciado a manejar sus facultades y a operar con las energías
bajo su mando, para colaborar en el plan divino, junto con todas las demás
Jerarquías actuantes.
Cada Iniciación habilita al neófito para penetrar en un estrato, cada
vez más profundo, de la Tierra, de modo que, al recibir la novena, se puede
acceder hasta el noveno estrato, tras el cual sólo queda el núcleo, el
corazón, para penetrar en el cual se necesita la primera Iniciación Mayor.
A los que han recibido una o varias Iniciaciones Menores se les
denomina Hermanos Legos.
La primera Iniciación Mayor proporciona al Iniciado todo el poder y
todos los conocimientos que la oleada de vida Humana habrá adquirido al
terminar las tres Revoluciones y media que faltan del actual Período
Terrestre. La segunda Iniciación Mayor, hace lo propio con todo lo relativo
al siguiente Período, llamado de Júpiter. La tercera y la cuarta,
proporcionan lo mismo, pero relativo, respectivamente, a los Períodos de
Venus y de Vulcano.
Los Misterios Menores, pues, ilustran sobre el pasado, el presente y
el futuro inmediato de la Humanidad, y los Mayores, sobre su futuro más
remoto.
Quiere esto decir que el que ha obtenido la cuarta Gran Iniciación
posee ya ahora todo el conocimiento que al resto de la Humanidad le va a
costar millones de años adquirir, a costa de infinitas vidas, muertes y
renacimientos, dolor y sufrimiento. Esa es la ventaja indudable de la
Iniciación: Es un atajo en el sendero de la evolución.
Cuando se ha recibido la cuarta Iniciación Mayor, como se ha dicho,
se puede elegir entre quedarse ayudando al resto de la Humanidad en su
carrera evolutiva o pasar a colaborar en otras evoluciones de otras oleadas
de vida. A los que optan por quedarse para ayudarnos se les denomina los
Hermanos Mayores y tienen a su cargo la evolución de la Tierra y sus
habitantes.
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