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NUESTRAS NECESIDADES Y EL BANCO UNIVERSAL...(II)
- Comprendo perfectamente. Y me surge una pregunta, para mí,
clave.
- ¿Que es?
- ¿Cómo puedo evitar los malos pensamientos? Porque eso debe
ser lo principal. Y, desde mi punto de vista, te aseguro que es
dificilísimo. Recuerda que todos los santos han tenido que vencer
terribles tentaciones. Piensa en las de San Jerónimo, representadas
hasta en numerosos cuadros de pintores célebres.
- Sí, es cierto. Hay que evitar o, mejor, vencer las tentaciones. Pero
para ello hay varios caminos y, entre ellos uno que, seguramente no fue
el que utilizaron esos santos, por lo que les costó mucho más esfuerzo.
- ¿Y qué camino es ése?
- El se la sustitución.
- ¿La sustitución? ¿Qué quieres decir con eso?
- Tú sabes que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio,
¿no? Pues con el cerebro ocurre algo parecido: Le es imposible pensar
dos cosas a la vez, no puede concentrarse simultáneamente en dos
pensamientos distintos. Por tanto, cuando tengas una tentación, cuando
te venga un pensamiento de los relacionados antes, o un deseo de la
misma especie, piensa en otra cosa, concéntrate en cualquier tontería:
En el color de tus uñas, en una silla, en una flor, en un poema, en un
chiste... Piensa con toda la intensidad que puedas en esa cosa, investiga
sus detalles, párate, por decirlo así, en ese objeto. Y, con sorpresa
notarás que el pensamiento inicial, la tentación, ha desaparecido. Si eso
lo haces varias veces seguidas, ese pensamiento, esa tentación, se
alejará de ti, se disolverá y dejará de constituir un peligro. La habrás
vencido por inanición.
- No parece muy difícil.
- Y no lo es. Y te garantizo cien por cien el efecto.
- Estupendo.
- Lo único que necesitarás es el pequeño esfuerzo de voluntad para
pensar en esa otra cosa. Nada más. Y ten en cuenta que el sistema sirve,
tanto para los pensamientos indeseables como para los deseos del
mismo tipo.
- Desde este mismo momento lo voy a poner en práctica. Te lo
aseguro.
- Llegados a este punto, quisiera hablarte, para seguir con el objeto
de esta conversación, del Poder Interno, de nuestro Dios Interior.
-¿Pero eso existe?
- Por supuesto. Pronto lo comprenderás y lo comprobarás. Lo que
ocurre es que no lo sabías, como la mayor parte de los hombres, pero
está actuando en ti desde siempre.
- Explícame eso, por favor.
- Lo que yo llamo tu Poder Interno no es otro que tu propio y
verdadero Espíritu, el Yo Superior, esa parte de la vida de Dios que
eres tú en el origen y que trata, desde hace millones de años, de abrirse
camino en los distintos mundos y a través de innumerables vidas, para
cumplir su objetivo de convertirse en dios creador.
- ¿Me puedes ampliar todo esto?
- Claro que sí. Nuestro Yo Superior es el eslabón personal que nos
une a Dios, del que forma parte, y es quien maneja los vehículos que
constituyen nuestra personalidad. Piensa, pues, cuán poderoso es tu Yo
Superior, tu Dios Interno, si es una parte de Dios. Este Dios Interior,
que es omnipotente y posee, en principio, toda la sabiduría divina,
envía constantemente mensajes a la mente consciente.
- ¿Mensajes? A mí no. Yo no recuerdo haber recibido ningún
mensaje de ese tipo.
- Claro que sí. Esos mensajes nos llegan en forma de intuiciones o
inspiraciones o ideas originales y nos exponen lo que nuestro Yo
Superior desea que hagamos. Si les prestamos oído y los ponemos en
práctica, pronto se verán los resultados en nuestro entorno: El fracaso
se transformará en éxito, los problemas se resolverán, los obstáculos
desaparecerán y todo comenzará a funcionar a nuestro favor. Si, en
cambio, hacemos caso omiso de las intuiciones y seguimos los deseos
extraviados de la personalidad, nuestras dificultades se incrementarán y
nuestra vida será más dolorosa.
- ¿Así de fácil? ¿Y qué he de hacer para escuchar la voz de la
intuición? Porque, reconozco que, a veces la oigo e incluso podría
asegurar que tienes razón y que esa "primera intención" que casi nunca
escuchamos, resulta ser luego lo más acertado. Pero, ¿cómo
acostumbrarse a oírla claramente?
- La mejor manera es tranquilizar la mente, sobre todo mediante la
quietud absoluta que se obtiene en la meditación. En esos momentos, el
Yo Superior puede hablarnos y nosotros oírlo.
- ¿Y si no se sabe meditar? Porque, yo no estoy seguro de saber
hacerlo correctamente.
- Pues te aconsejo que aprendas. Nunca lo agradecerás bastante.
Pero, de todos modos, el Yo Superior nos está enviando mensajes
continuamente, aún en los momentos de mayor actividad por nuestra
parte. Sólo hay que acostumbrar a la atención a dispararse cuando los
capte.Y hay aún otro medio por el que ese Yo Superior se comunica con
su personalidad.
- ¿Cuál?
- La conciencia. Lo que ordinariamente se llama la "voz de la
conciencia". Ésa es su voz y te aseguro que si todos la escuchásemos,
nuestras vidas cambiarían rápidamente para bien.
- ¿Pero es creíble siempre?
- Siempre. Tú tienes que cultivar en todo momento la fe en tu
poder interno, en tu Dios personal, en tu capacidad para transformar tu
propia vida, porque lo tienes aunque no lo sepas. Si estableces una
conexión entre ese poder y la conciencia, harás posible que tu Ego o Yo
Superior envíe sus mensajes más clara y más efectivamente. Si no crees
en ese Poder, no lo tendrás. Pero no porque carezcas de él, sino porque
habrás creado una forma de pensamiento opuesta a su actuación y,
lógicamente, esa forma de pensamiento tenderá a realizarse, como
hacen todas. Y, sin esa posibilidad, sin esa fe en tu Dios interno, que no
es más que una parte de Dios, irás por la vida sin comprenderla y
siendo objeto de toda serie de desgracias y acontecimientos
inexplicables.
- ¿Tan importante es?
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