El Mesías que Renuncio al Cargo...Y(II)
La ruptura con la Sociedad Teosófica A partir de ese momento, Krishnamurti inició un proceso de distanciamiento con la Sociedad,
expresado en una actitud de independencia frente a sus jerarquías, y la adopción de un discurso y un
mensaje más centrados en sí mismo. En las convenciones, aunque Annie Besant estuviera presente, tomaba la iniciativa en las pláticas
entregando su nueva comprensión. Comenzó entonces, imperceptiblemente, a expresar una
desbordante alegría, y un sentimiento de unidad con el universo. Su nueva actitud molestó a
la jerarquía de la Sociedad, la que comenzó a difundir que no era el Señor Maitreya quien estaba
hablando a través de Krishnamurti, sino espíritus malignos. Para sus más cercanos, se estaba manifestando un proceso de larga gestación, a través del cual su
mente había ido dejando caer las capas superficiales que había aceptado del ritual y la jerarquía
Teosófica, para emerger libre, anclada en un desarrollo y una experiencia espiritual propia. Refiriéndose años más tarde a la meditación que realizaba con la jerarquía de la Sociedad,
Krishnamurti señalo que "la hacia porque me habían dicho que la hiciera. Formaba parte de
la creencia Teosófica, pero para mí no significaba nada. Todo eso lo hacia automáticamente". En una convención realizada el Ommen, el 1927, comenzó a hablar en un lenguaje por completo
opuesto a las enseñanzas Teosófica: "Por muchas vidas y por toda esta vida, especialmente
en los últimos meses, he luchado para liberarme de mis amigos, de mis libros, de todos mis
vínculos. Deben ustedes luchar por la misma libertad. En lo interno tiene que haber
un constante torbellino." Una enorme asamblea de más de tres mil personas lo oyeron hablar sobre la necesidad de
abandonar todas las fuentes de autoridad, y en particular aquella que lo signaba como el
Instructor de Mundo. Por el contrario, señalaba, cada cual debe vivir sólo de su propia luz interior. "Deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres, que no me sigan, que no hagan
de mí una jaula que se tornará en una religión, una secta. Más bien deberían librarse de todos los
temores; del temor a la religión, del temor de la salvación, del temor de la espiritualidad, del temor
del amor, del temor de la muerte, del temor de la vida misma..." "...Ustedes están acostumbrados a la autoridad, o a la atmósfera de autoridad que piensan va a
conducirlos a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios
poderes –por un milagro– podrá transportarlos a ese reino de libertad eterna que es la felicidad..." "...Me han estado escuchando durante años sin que ningún cambio se operara en ustedes, salvo en
algunos pocos. Ahora analicen lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan alcanzar
una comprensión profunda, fundamental. Cuando buscan una autoridad que los conduzca a la
espiritualidad, se obligan ustedes automáticamente a crear una organización alrededor de esa
autoridad. Por la creación misma de la organización,... quedan atrapados en una jaula..." Todo ello trajo consigo una verdadera revolución en la organización de la Sociedad Teosófica; se
liquidaron los diversos fideicomisos y los fondos, las grandes propiedades y terrenos volvieron
a sus donadores originales, y se estableció una pequeña oficina para emprender la publicación
de sus practicas. Comenzó entonces a ser considerado un filosofo hostil a todas las creencias
religiosas. Krishnamurti renuncio a la Sociedad Teosófica en 1930. Muy poco después, el 20 de septiembre de 1933, moría Annie Besant, madre de su destino
como Instructor del Mundo.
El retiro del mundo La propiedad cerca de Santa Bárbara, California, en la localidad de Ojai, se convirtió en hogar
permanente y centro de practicas. Aunque entre 1933 y 1939 viajó varias veces a la India para
ofrecer ante masivos auditorios, el mundo y los medios de prensa habían perdido interés en
este "Instructor del Mundo". La Segunda Guerra Mundial lo encontró en Ojai, donde vivió durante casi ocho años en un relativo
aislamiento. Como extranjero, se le prohibió ofrecer conferencias, y debía presentarse
regularmente ante la policía. No obstante, su calidad espiritual motivaba permanentemente la presencia de ilustres visitantes.
Aldous Huxley, quien se había establecido en California y estaba perdiendo la vista, solía pasear
con él durante largas horas. También realizaba paseos y picnics con un grupo de amigos que
integraban, entre otros Greta Garbo, Charlie Chaplin y Bertrand Russell. Rememorando su relación con Huxley y Gerald Heard, Krishnamurti diría después: "Yo era
terriblemente tímido, y ellos eran tan intelectuales. Yo los escuchaba, intercalando
uno o dos comentarios." En 1945, al final de la guerra, cayó muy enfermo. Padecía dificultades urinarias, tenia fiebre alta
y permanecía inconsciente durante largos periodos. Los médicos lo examinaron, pero parecían i
ncapaces de diagnosticar su enfermedad, y no pudieron prescribirle medicina alguna. La salud le
retornó luego sin razón explicable para los médicos, aunque él atribuyó
a su propio ejercitamiento espiritual. Maestro en una India independiente El 15 de agosto de 1947, la India se declaró independiente, tras una larga lucha de carácter no
violento, que había sido conducida, desde los primeros años del siglo XX, por Mahatma Gandhi.
La llegada de Krishnamurti a su tierra natal, dos meses después de la independencia, no pudo
haberse dado en un momento más propicio. Muchos jóvenes, hombres y mujeres, se reunieron en torno de él en Bombay. Algunos habían
participado en la lucha por la libertad, eran héroes políticos, pero estaban llenos de horror por los
acontecimientos que siguieron a la división India. Uno de esos jóvenes era Achyut, quien estuvo
muy cerca de Gandhi, a quien fue a visitar a fines de 1947 para decirle que por unos cuantos
meses iba a dejar la política porque iba a pasar un tiempo con Krishnamurti. Gandhi se mostró
muy feliz, y le confesó que tras los terribles acontecimientos ocasionados por la partición India,
estaba pasando por una gran oscuridad, y que no vislumbraba ninguna luz. Krishnamurti recibía a la gente que se acercaba a él y escuchaba sus preguntas. Su postura de
negación de la autoridad espiritual o gurú como centro de conductor de la búsqueda religiosa y
como intermediario entre el buscador de la verdad y la realidad misma, lanzaba toda la
responsabilidad sobre el propio buscador. Solía decirles a quienes lo visitaban: "Lo real está
cerca, uno no tiene que buscarlo. La verdad está en ‘lo que es’ y esa es su belleza." No prometía tampoco éxtasis o explosiones de luz, ni visiones, ni poderes extrasensoriales
para sustentar una búsqueda, sino más bien los desalentaba. Contaba que cuando era niño
él tenia muchos poderes extrasensorios –la capacidad de leer el pensamiento o lo que estaba
escrito en una carta sin abrir–, y que también podía materializar objetos, tener visiones, predecir
el futuro e, incluso, el don de curar. Pero argumentaba que todos esos fenómenos debían
observarse y desecharse a medida que iban surgiendo. Sólo el despertar de una percepción
viviente; ver y escuchar lo real tal como se revelaba en los pensamientos y sentimientos que
eran el verdadero contenido de la mente. Muchas personas acudían a él en busca de curación física, pero Krishnamurti les decía: "En un
tiempo practicaba curaciones; pero descubrí que es mucho más importante curar la mente, el
estado interno del ser. Concentrase en la cura física puede contribuir a la popularidad, a
arrastrar grandes multitudes, pero no conduce al hombre a la felicidad". También le decía a sus seguidores que habían abrazado la causa de la independencia de la
India, que la acción política y social jamás podría cambiar al mundo en sus raíces, y que
el individuo mismo era quien debía transformarse radicalmente. "Los sistemas nunca podrán
transformar al hombre, es el hombre que transforma siempre al sistema", decía. Una vez un joven le preguntó qué entendía por "pensar creativo", frente a lo cual se levantó
de un salto, se sentó junto a él e inclinándose hacia delante le preguntó: " ¿Quiere usted
investigarlo, señor, y ver si puede experimentar el estado de pensar creativo ahora?" A
partir de esta experiencia, a las conversaciones comenzó a añadir un trabajo practico transformador. Junto a estas conversaciones con sus seguidores, Krishnamurti comenzó a ser invitado y
escuchado por grandes lideres políticos. En tanto la independencia fue liderada por Gandhi, no resulta extraño que las autoridades
que asumieron el gobierno de la India independiente tuvieran gran interés por lo espiritual.
Jawaharlal Nehru, como primer ministro de la India, se reunía con él para intercambiar
ideas sobre el destino de su país. Más estrecha aún fue la relación con Indira Gandhi. La profundidad espiritual de esta dirigenta
política de la India queda muy bien expresada en una de sus cartas, donde pregunta: " ¿Ha
llegado el mundo a un punto muerto? Más y más gente se está dando cuenta de lo que
anda mal y de lo que podría hacerse. Sin embargo, la corriente nos arrastra en la dirección
opuesta. Un puñado de personas tiene el poder de influir sobre la vida de millones que
habitan esta tierra. Los pocos están demasiado envueltos en sí mismos y en lo que
ellos consideran que son sus intereses inmediatos en términos de tiempo y lugar, y los
muchos que desean ser empujados y mantenidos en la ilusión de que son libres y que
conducen sus propias vidas. El mundo necesita de ese espíritu de compasión suyo, todos
tendrían que mirar dentro de sí mismos y poseer el coraje de actuar en consecuencia". Los acontecimientos políticos acercaban a Indira al año de su destino "Si de cualquier
manera, ‘de cualquier manera’ ello pudiera servirle de ayuda, iré a Delhi", le escribió
Krishnamurti, quien la vería por ultima vez en una visita que le hizo la noche del 13
de febrero de 1984. Pupul Jayakar, su amiga, discípula y biógrafa, cuenta que para el 3
de noviembre de 1984, Indira tenia programado almorzar en su casa con Krishnamurti
y el Dalai Lama, quienes iban a ofrecer una platica pública juntos el 4 de noviembre. Pero
la cena nunca se realizó. Ella fue asesinada el 31 de octubre de 1984. "Krishnaji se sentó durante todo el día en mi sala de estar contemplando el jardín; estuvo
observando los arboles y los pájaros, casi no habló y comió muy poco. A las cuatro de
la tarde él había percibido la presencia de Indira, e hizo un comentario sobre la necesidad
de silencio dentro de la mente para permitir que ella estuviera en paz. Yo pude ver que se
sentía profundamente conmovido. Tarde en la noche siguiente, me dijo: no conserve
recuerdos de Indira en la mente, eso la retiene en la tierra. Déjela irse. Su mano hizo
un gesto hacia el espacio y la eternidad", testimonia Pupul Jayakar. Final del viaje En esa época también volvieron para Krishnamurti sus padecimientos físicos, Jayakar
relata, luego de una visita que realizaran a Nehru: "Cuando llegamos a la casa fue a su habitación, y nos pidió a Nandini y a mí que entráramos.
Cerró la puerta y después nos dijo que, cualquier cosa que ocurriera, no nos asustáramos,
y que de ningún modo llamáramos a un medico. Nos pidió a ambas que nos sentáramos
tranquilamente y que lo vigiláramos. No tenía que haber temor. No debíamos hablarle ni
reanimarlo, pero sí cerrarle la boca si se desmayaba. Bajo ninguna circunstancia
debíamos dejar el cuerpo solo. Krishnamurti parecía sufrir muchísimo. Se quejaba de un severo dolor de muelas y de un
intenso dolor en la nuca, en la coronilla y en la espina dorsal. En medio de sus padecimientos decía: "Están limpiando mi cerebro completamente, lo están
vaciando". Otras veces se quejaba de un gran calor, y su cuerpo transpiraba profusamente.
La intensidad del dolor variaba según el área donde se concentraba. A veces se localizaba
en la cabeza, en los dientes, en la nuca o en la columna vertebral. En otras oportunidades,
él gemía y se agarraba el estomago. Nada aliviaba el dolor; este venía y se iba a voluntad.
Cuando el proceso operaba, el cuerpo que yacía en la cama era como una mascara; sólo
parecía hallarse presente una conciencia del cuerpo. En
este estado la voz era débil como la de un niño. Súbitamente el cuerpo fue ocupado por una elevada presencia. Krishnaji se incorporo,
sentándose con las piernas cruzadas y los ojos cerrados; el frágil cuerpo parecía crecer
y llenar la habitación; había un silencio palpable, palpitante, y una fuerza inmensa se
derramaba en el lugar y nos envolvía. En este estado, la voz tenia un gran volumen y profundidad". A pesar de estos padecimientos, que vinculaban el dolor físico con el crecimiento
espiritual, Krishnamurti no cesó nunca sus actividades de difusión de su enseñanza,
ni transformó su mensaje, que postulaba el crecimiento espiritual basado en el
conocimiento que emana del interior de cada ser humano y no de creencias y dogmas externos. Si bien ya nunca más tuvo la plataforma de sus primeros tiempos a través de la Sociedad
Teosófica, y muy atrás había quedado la época en que fue presentado como el nuevo
mesías, había adquirido por sí mismo una celebridad e importancia de primer nivel. En sus numerosas actividades como expositor solía recibir invitaciones oficiales de
distintos países. En plena actividad, cumplió sus 90 años, viajando y dando
conferencias. Pero la muerte ya estaba cerca. En enero de 1986 dictó sus ultimas charlas en la India, y se despidió de sus discípulos.
El 10 de enero quiso volver a pasear por la playa de Adyar, donde 75 años atrás había sido
"descubierto" como Instructor del Mundo. Después de todos estos rituales de despedida regreso a Ojai, y poco más de un mes
después, el 17 de febrero de 1986, abrazo la muerte, afectado por un cáncer al páncreas. Sus cenizas fueron llevadas a Delhi. En 1980, Krishnamurti le había dicho a Pupul Jayakar
que cuando dejara de hablar, su cuerpo moriría.
"El cuerpo tiene un solo propósito –le dijo–, revelar la enseñanza."
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