¡Qué remolinos y qué torbellinos en la sustancia super-etérea
de vuestro cuerpo y en vuestra atmósfera! ¿Quizá
invisible para vosotros? Allí se ven, sin embargo, como producto de vuestra excitabilidad, de vuestras
no refrenadas emociones, de vuestras inquietudes. Aprended a ver. Luego, observad los agitados movimientos de la materia más fina, donde están impresas
las emociones. Observad las perturbaciones producidas en la atmósfera por la precipitación, el
atropellamiento y la nerviosidad de la vida moderna. Observad
el aspecto super-físico de la ciudad, del ruido
del tráfico, de la muchedumbre en fiesta. Y también de vuestra casa. Y de vosotros mismos. Pero no sois emotivos ¿verdad? Sois maravillosamente equilibrados. Podéis leer en los periódicos sin
la menor excitación los relatos de rabiosas batallas en que mueren o son mutilados los hombres por
millares... ,cuando no hay entre ellos ningún conocido vuestro; de destrucción
de factorías... en que no tenéis
participación; de cataclismos y calamidades.... muy lejos de casa; de asesinatos, asaltos, etc... pero
no en vuestra proximidad. Pero en la página siguiente hay un párrafo... volved a leer... ¿Es justo esto? ¿Una quiebra que afecta a
vuestros mejores valores? ¿Vuestro candidato en peligro? ¿Rumor de escándalo en la familia? ¿Vuestro
nombre tan honrado... ha sido tan desfigurado que nadie lo
reconoce¬ría como vuestro? ¡Esto es intolerable!
Ahora mirad en la atmósfera. ¡Qué agitación cuando la comida anda algo retrasada; cuando la
sopa está demasiado salada; el café frío!
Queréis conservar el equilibrio, pero de vuestra nublada faz salen turbios torrentes que
obscurecen toda la casa. ¡Qué raspaduras más horribles en vuestra aura, salpicaduras de cenagosos matices… cuando
gozáis de música sensual o de una ópera apasionada, la que os place llamar arte, o cuan¬do leéis
cuentos obscenos o cambiáis chistes de mal gusto! Tales pasatiempos son para vuestras emocio¬nes lo que las substancias saladas para la garganta.
Excitan la sed y un anhelo de satisfacerla enteramente artificial. ¡Si pudierais ver el caos que creáis con vuestros aplausos, vuestros alaridos, vuestros chillidos y ruidos
innecesarios! Están en su lugar en las corridas de toros, en las danzas guerreras de los indios, en las
fiestas de los salvajes, en las orgías de los rústicos cafres. Estas cosas no debieran ya -y no podrán
en la Raza Venidera- tener cabida. ¿Por qué las permitís en vuestros niños y las fomentáis en vuestros colegios y escuelas? ¿Por
qué vosotros mismos continuáis practicándolas en su mayor parte? ¿Por qué necesitáis emociones?
Y ¿no os preocupa el conocimiento de las fuerzas sutiles de la naturaleza? Porque estáis
demasiado ocupados en lo que llamáis placeres, para que os ocupen otros
más nobles de la Raza que Yo he de traer. Emoción y excitación. ¿Podríais vivir sin ellas? ¿Sin vuestros banquetes, vuestros teatros y
exhibiciones, vuestra tensión por las últimas cotizaciones, vuestra perspectiva de algún buen
negocio, vuestros bureos por las tiendas para comprar cosas innecesarias, las amistosas (?)
riñas y disputas con vuestros parientes más próximos, vuestras charlas sobre lo último (por
supuesto con la mayor reserva), vuestras innumerables entrevistas (todas importantes
sin duda) aun vuestros fracasos...? Los días se deslizarían muy tristes y lúgubres si tuvieseis que desprenderos de estas cosas.
Son los estimulantes que os mantienen en marcha; las especias sin las cuales vuestra
vida se haría por demás insulsa. No habéis transmutado todavía vuestras emociones. Todavía sois negativos. Todavía seguís viviendo
por las influencias exteriores, en lugar de vivir una vida positiva, regulada por
vosotros mismos, por el Yo, que está dentro de vosotros. * * * Y ¿qué luego? ¿Con qué se reemplazarán estas cosas tan codiciadas hoy y sin las que la existencia
sería insípida? para vosotros que no sabéis? No temáis. La vida no será insípida donde Yo pueda manifestarMe. Yo no doy pábulo al fastidio ni
a los bostezos del aburrimiento ni a la timidez ni al abatimiento ni a los ataques de melancolía.
Son producto de la infección de vuestro carácter emotivo y deberán descartarse cuando Yo vaya'. ¿Qué es el canto de los pájaros para un sordo? ¿Qué una soberbia puesta de sol para un
ciego o ciego de espíritu- ¿Puede un cafre llegar a un éxtasis artístico? ¿Podríais hacérselo
comprender sin que desarrolle las facultades apropiadas de que carece? Quizá tampoco vosotros seáis capaces de comprender, mientras carezcáis de Amor y Pureza,
el arrebatador deleite de Mi exaltada Raza. Vuestros placeres emocionales parecerán juguetes con que una humanidad joven, de
conciencia infantil, se divertía en un tiempo. ¿Buscáis mayor expansión de vuestro conocimiento; penetrabilidad para las manifestaciones,
hoy ocultas, de la vida fuera y dentro de vosotros? O ¿preferís como algunos niños aga¬rraros a
vuestros juguetes? Los juguetes son útiles para inteligencias cortas. Pero si se los conserva por
demasiado tiempo constituyen un obstáculo para el crecimiento ulterior.. Lo mismo hace
el desenfrenado juego de vuestras emociones: impide vuestro desarrollo. Mis Hijos adquirirán aquella dilatada conciencia que lleva consigo el conocimiento –hoy no
soñado siquiera- de otros mundos y la capacidad de aproximarse a la conciencia cósmica,
al presente vagamente percibida sólo por unos pocos. Esta conciencia está tan por encima
de la vuestra como la vuestra lo está de la de los átomos de que se compone vuestro cuerpo. Dilatad vuestra conciencia purificando vuestras emociones. Ayudadla a crecer, explayadla
más y más hasta que por fin se haga cósmica. A medida que se desarrolla, empezaréis a
comprender la unidad de todos, que lleva consigo el amor a todos: amor de todos a todos. Entonces viene la armonía, que jamás podrá ser perturbada, y que hace de todo trabajo un placer. La Raza Venidera vivirá en la mayor alegría, en la alegría de proporcionar
alegría: la más pura de las emociones puras. * * * Las emociones no deben matarse pero sí purificarse, transmutarse, mantenerse bajo
estricta vigilancia... bajo la vigilancia del Yo. El equilibrio debe adquirirse, pero no la indiferencia. El equilibrio es la emoción intervenida:
la indiferencia es la emoción destruida. ¿Sois compasivos? ¿Lloráis con los que lloran y sufrís con los que sufren? y en otros momentos
¿reís con los que ríen y a veces tontamente? Pues tampoco vuestra compasión es más
que un juego de vuestras emociones. Haceos compasivos. Aprended a comprender las causas del sufrimiento. Mirad con el mayor amor,
con amor inteligente, a los que sufren. Sin dejaros arrastrar por les emociones, quered
ayudar. El cómo os lo dirá la intuición. Consolad, socorred, instruid y acompañaos
siempre del buen humor. Ayudad a todos los que podáis. Responded a toda llamada de
los que sufren. Pero no perdáis nunca el freno de vuestras emociones. Así mostraréis verdadera compasión y equilibrio…sin indiferencia. * * * Sed cada vez más sensitivos sin ser sentimentales. No para las cosas que os molestan. Ofensas o menosprecios, malevolencias, desgracias,
pérdidas, injurias, no os afectarán ya cuando purifiquéis y dominéis vuestras emociones. Pero sed sensitivos para con otros, a fin de que podáis comprender y responder inmediatamente
a las necesidades de vuestros vecinos. Esta sensibilidad desinteresada se desarrollará
naturalmente con el desarrollo de las emociones puras. La Nueva Raza será super-sensible, aunque no emocional. La sensibilidad superior abrirá los órganos sensorios a nuevas e innumerables impresiones
a los fenómenos naturales en cuya existencia apenas creéis ahora porque estáis ciegos y sordos
y vuestros órganos son aún incapaces de responder a un tipo superior de vibraciones. Cosas ahora invisibles serán visibles para Mis Hijos. Colores de indescriptible belleza y brillo
lucirán ante sus ojos. La armonía de las esferas será oíble en música libre de las limitaciones
de los instrumentos físicos. Perfumes deliciosos y puros llenarán el aire. Cosas miradas
con indi¬ferencia por largo tiempo encantarán al hombre por su color, sonido y olor. Tesoros inconmensurables, en abundancia sin límites, revelará la
naturaleza a los Hijos de la Nueva Raza. Es decir a vosotros si os preparáis para ello, si purificáis vuestras emociones.
|