- ¿Y cómo se solucionó?
- Ahí fue donde intervino Cristo.
- Pero, ¿cómo?
- Cuando murió en la cruz y Su sangre penetró en la Tierra, por
medio de ella y que es, en todos los seres que la tienen, el vehículo del
espíritu, Cristo penetró igualmente y, con Su aura, con Su inmensa
vibración de arcángel evolucionadísimo, armonizado e identificado con el
Segundo Aspecto del Ser Supremo, barrió o, por mejor decir, abrasó o
desintegró en un instante todos los lodos astrales acumulados en el
Purgatorio y limpió totalmente el cuerpo de deseos del Planeta. Por eso se
dice en los Evangelios que cuando Cristo murió, el cielo se oscureció,
porque la vista humana no puede soportar un fenómeno lumínico de tal
intensidad que, por tanto, percibe como oscuridad.
- ¡Qué maravilla!
- Sí. Por eso dice también la Escritura que Cristo descendió a los
infiernos.
- ¿Y qué sucedió luego?
- Como todos los seres que tenemos cuerpo de deseos o astral
(animales, hombres, ángeles y arcángeles) lo formamos con materiales del
cuerpo astral de la Tierra (aunque sólo los animales, los hombres y los
Luciferes entre los ángeles, no lo tenemos aún purificado), disponíamos
todos de un material de bajísimas calidad y vibración, con lo cual, si para
los hebreos la evolución era imposible por renacer siempre en la misma
raza y no renovar sus cuerpos físico y etérico, para los demás era lentísima
e iba a peor, al estar cada vez más polucionado el cuerpo de deseos del
Planeta.
- ¿Cómo es eso de los hebreos?
- Todas las demás razas, incluidas las "diez tribus perdidas", fueron
mezclándose unas con otras y, en cada reencarnación, los espíritus lo
hacían en cuerpos físicos y etéricos más evolucionados. Los hebreos de las
tribus de Judá y Benjamín, sin embargo, conocidos históricamente como
pueblo hebreo, pegados a su raza - y raza significa sólo cuerpos y no
espíritus - usaban siempre, digamos, "los mismos moldes", lo cual, unido
al problema antes expuesto en cuanto a los cuerpos de deseos y mental,
hacía su evolución imposible a largo plazo. Por eso Cristo vino al mundo
como judío y por eso en los Evangelios y en los Hechos de los Apóstoles y
en las Epístolas hay multitud de pasajes en los que se dice claramente que
Cristo venía, en primer lugar, a salvar a los hebreos - los más necesitados
- y luego, a los demás pueblos, o sea, a los "paganos".
- Comprendo. ¿Así que nosotros formamos nuestro cuerpo astral del
cuerpo astral de la Tierra?
- Claro. ¿De qué materiales formamos nuestro cuerpo físico? De los
materiales del cuerpo físico de la Tierra, ¿no?
- Sí.
- ¡Y de qué materiales crees tú que formamos nuestro cuerpo etérico
o vital?
- Supongo que de los que forman el cuerpo vital de la Tierra.
- Exacto. Y, del mismo modo, nuestro cuerpo mental está formado
con los materiales que extraemos del cuerpo mental del Planeta.
- Es todo muy lógico y está claro.
- Con lo que antecede, pues, has comprendido lo que te decía al
comenzar nuestra conversación: Que, en el momento de la venida de
Cristo, la evolución del hombre estaba seriamente comprometida. ¿No?
- Sí. Está perfectamente justificado y comprendido.
- Pues desde entonces, Cristo, cada año, regresa a la Tierra y vuelve a
repetir el proceso de limpieza de los Planos superiores: Mundo del Deseo o
Astral, y Mundo del Pensamiento. Con ello cada año elimina todo lo
negativo de ellos, creado por el hombre en ese intervalo y, además, nos
deja una enorme provisión de los dos éteres superiores, el éter de Vida o
Vital y el éter Reflector, que nos ayudan a espiritualizarnos.
- ¿Así que cada año vuelve Cristo? ¿Cómo es eso y cuándo vuelve y
adónde y por qué eso no se sabe?
- Son muchas preguntas a la vez, pero trataré de contestártelas,
aunque alguna de ellas tendrá que ser motivo de otra charla como ésta.
Verás: Cristo empieza cada año Su penetración en la atmósfera terrestre en
el equinoccio de otoño, cuando el sol está en el signo zodiacal de Virgo, y
sigue penetrando hasta que llega al centro de la Tierra, cosa que ocurre el
21 de diciembre, es decir, en el solsticio de invierno, comenzando el 24 Su
emisión de Vida, es decir "naciendo". Desde allí, y durante doce días,
hasta el 6 de enero, irradia la mayor parte de Su vibración a todo el Planeta
y lo que en él existe y evoluciona, es decir, nos da Su vida, Su propia vida,
casi hasta el agotamiento, mientras permanece constreñido en un reducto
tan diminuto como la Tierra, para un Ser de la magnitud del Segundo
Aspecto de su Creador. A partir del 6 de enero comienza Su salida,
entregándonos todo lo que le queda de vida, hasta culminar en el
equinoccio de primavera en que, tras morir en la cruz (el sol ese día
"cruza" el horizonte de sur a norte), "asciende al trono del Padre" de
nuevo, para renovar Su provisión de vida y volver al año siguiente. En ese
trayecto, al salir entregándonos Su vida, y pasar por los planos superiores
(y ten en cuenta que el Purgatorio, por pertenecer al Mundo del Deseo es
menos denso que el físico, aunque para el cuerpo astral sea densísimo), va
limpiándolos y dejándolos constituidos por materiales mucho más puros,
lo que nos permite formar nuestros vehículos con material cada año más
apropiado. Por eso por Pascua sentimos deseos de penitencia, de rezar, de
arrepentirnos de nuestros errores, y de ahí las procesiones, los penitentes,
etc. Todo ello, consecuencia de ese rayo de Cristo que nos nace en nuestro
propio interior. Ese es el verdadero sacrificio de Cristo y no solamente la
muerte en la cruz, tormento que sufrieron, además de Él, muchos miles de
hombres en la antigüedad y que, en aquella época, no tenía nada de
particular.
- ¿Por eso se celebra Su nacimiento el 24 de diciembre y Su
crucifixión en primavera?
- Exacto. Y con esto daremos por terminada nuestra charla, que se
nos ha extendido demasiado.
- Perfectamente. Gracias por todas tus aclaraciones. Han sido
impresionantes y muy aclaratorias.
* * *