MAESTROS E INICIACIÓN
PREGUNTA:
¿Por que los ocultistas nos hablan de Maestros e Iniciadores, mientras que otras escuelas -
místicas- parece que indican que el hombre se puede enseñar a sí mismo y llegar a Dios sin la
necesidad de Iniciación y Maestros? ¿No puede el hombre alcanzar la conciencia del “Yo” sin
esas cosas? ¿Las Iniciaciones se relacionan solamente con el desenvolvimiento de los poderes
latentes en el hombre? ¿Hay Iniciaciones en el misticismo? ¿Son las mismas que en el
ocultismo?
Respuesta: Si todos nacieran con el mismo temperamento, solamente sería necesario un
camino para ellos. Todos necesitarían las mismas experiencias con el fin de elevar nuestra
conciencia y unirnos a Dios. Sin embargo, como cada uno es fundamentalmente diferente de
los demás, las experiencias básicamente difieren de las de los demás y ciertas grandes líneas
de demarcación son necesarias con el fin de obtener los resultados deseados para todos. Por
consiguiente, hablando estrictamente, existen tantos caminos hacia Dios como hay espíritus
separados en evolución.
Hablando en líneas generales, hay dos: uno que conduce a la unión por la fe, y el otro que es
el camino de la salvación por las obras. En cierto punto convergen estos dos caminos, y el que
ha estado creciendo por la fe encuentra que es necesaria también la acción, mientras que la
persona que se ha estado desarrollando por las obras, apartado de la fe, se encuentra
compelido por la experiencia en la presente condición, a lograr también fe. Una persona puede
aprender a hablar un idioma extranjero por medio de la gramática y ayudas similares, aunque
no hubiera nunca visitado el país donde se habla ese idioma; pero es probable que su
pronunciación haga ininteligible lo que dice para un nativo. Sin embargo, con la ayuda de
alguien que haya visitado el lugar, puede aprender más eficientemente y en menos tiempo.
Igual pasa en la vida mística. Hay algunos que han progresado mucho más que otros, quienes
han visitado las regiones del alma y que también han logrado la mística unión con Dios, y su
ayuda es de inestimable valor para aquellos que se están esforzando en hollar el sendero.
Habiendo ido primero, están capacitados para dirigir inteligentemente al investigador, aunque
por supuesto, el investigador es quien tiene que dar cada paso del camino. A los pasos en el
Sendero comúnmente se les conoce como Iniciación. Una ilustración ayudará a hacer más
claro el asunto. Supongamos que Dios se encuentra en el pináculo de una elevada montaña, y
que la humanidad se encuentra dispersa en el llano. Desde el pie de la montaña, una espiral la
circunda en dirección a la meta que se encuentra en la cima. Este es el camino de la evolución
seguido por la gran mayoría de la humanidad, quien de ese modo gradualmente sube las
laderas hacia la cima sin esfuerzo alguno perceptible. Sin embargo, existe también una
escalera que conduce directamente desde la base a la cúspide. Esta es la senda de la Iniciación
que es ascendida por grandes y conscientes esfuerzos. La senda en espiral de la evolución
cruza la escalera de la Iniciación en diferentes puntos. Así, algunos que todavía se encuentran
en el sendero de la evolución, digamos, los pioneros, pueden avanzar más hacia la verdad que
aquellos que han avanzado en la senda de la Iniciación desde una espiral inferior. Pero estos
últimos, por supuesto, alcanzaran un nivel superior si perseveran. Las razas más rezagadas de
Oriente entran a la Senda de la Iniciación en un punto inferior al ya alcanzado en la evolución
por los pioneros. Siendo más jóvenes, y por consiguiente también más débiles, realmente les
es más necesario tener un Maestro que los auxilie en la primera parte del escabroso camino,
que a aquellos que han llegado al estado evolucionario común a la gente del Occidente.
También, mientras más alto llegamos, ya sea por Evolución o por Iniciación, vemos con más
claridad la luz que alumbra desde la cima, que es Dios, y por medio de ella nos fortalecemos
mucho más, y nos capacitamos mejor para caminar y subir solos.
Por lo tanto, después de un tiempo, es innecesario tener Maestros para ayudarnos, y su lugar
es entonces tomado por los Hermanos Mayores, conocidos en el mundo Occidental como
amigos y consejeros. El Maestro oriental urge a su pupilo, lo elogia cuando se porta bien, y lo
castiga cuando es negligente. En el Occidente, los Hermanos Mayores nunca obligan, nunca
elogian, ni tampoco censuran. El impulso tiene que venir internamente del discípulo, y ellos le
enseñan a juzgarse a sí mismo. En ciertos estados del camino le piden que escriba opiniones
imparciales de su propia conducta, de manera tal que pueda saberse hasta dónde ha aprendido
a juzgarse correctamente. Así, en todo sentido, ellos lo educan para mantenerse sobre sus propios
pies, sin tener que atenerse a ellos o a cualquiera otra persona. Pues en relación con la
altura que alcancemos, así sería el desastre de una caída; y sólo en la medida que cultivamos
el equilibrio y confianza propia, aunado con el entusiasmo por la devoción, estamos
capacitados para seguir adelante.
Ahora, consideremos estas Iniciaciones: no existe ceremonia alguna relacionada con la
verdadera Iniciación. El ceremonial elaborado de las órdenes pseudo-ocultas como se ven hoy
en el mundo visible, o el de las órdenes fraternales, o el de las iglesias, no se parece en ningún
sentido a la verdadera Iniciación. esta no tiene lugar absolutamente en la región física, y no
existe ningún ceremonial relacionado con ella. Tampoco consiste en un ritual leído por
alguien, ni en conferencias o prédicas o cualquier otra cosa de esa naturaleza. No se habla una
sola palabra durante el proceso. Eso es lo que sé de los grados inferiores que ya he pasado, y
sería contrario a la razón suponer que tales medios se usen en los superiores. Más aún,
habiendo tenido conversaciones con Hermanos Legos que han llegado a grados superiores, la
verdad de esa suposición es corroborada por sus palabras.
En este hecho se tiene una muy buena razón del por qué los secretos de la verdadera Iniciación
no pueden ser revelados. No es una ceremonia externa sino una experiencia interna. El
Iniciador, habiendo ya desarrollado la conciencia pictórica externa del Período de Júpiter, fija
su atención sobre ciertas verdades cósmicas, y el candidato que ya se ha capacitado para la
Iniciación por el desenvolvimiento de ciertos poderes internos (que sin embargo todavía están
latentes), es como un diapasón de igual tonalidad que vibra con las ideas enviadas en forma de
cuadros por el Iniciador. Por lo tanto, no sólo ve los cuadros -los que cualquiera puede ver-,
sino que es capaz de responder a la vibración. Vibrando con el ideal presentado por el
Iniciador, el poder latente dentro de sí se convierte entonces en energía dinámica y la
conciencia queda elevada al siguiente grado en la escala de la Iniciación.
Esto puede sonar abstruso a la primera lectura, pero si se lee una y otra vez hasta haber
dominado la idea, se habrá llegado a la descripción más cercana de lo que es la Iniciación, y
hasta dónde es posible informar a quien no la ha experimentado por sí mismo. No hay
tampoco secreto alguno en relación con el cuadro, en el sentido que no deba uno decirlo, pero
es secreto en virtud de que no existen palabras apropiadas que puedan expresar debidamente
en lenguaje material, esta experiencia espiritual. Es verdad que la Iniciación tiene lugar en un
Templo particularmente dispuesto para las necesidades de cierto grupo de individuos que
vibran en determinada octava, y que hay otros que están presentes, no obstante, reitero que no
es lo que pudieren hacer o decir lo que constituye la Iniciación, sino que ésta es una
experiencia interna por medio de la cual los poderes latentes que han ya madurado
internamente, se convierten en energía dinámica.
Ahora, con relación a la diferencia entre la Iniciación a lo largo de líneas ocultas, y las que
corresponden a la senda mística, se encontrará en lo que anteriormente se ha dicho desde el
principio, que son, y tienen que ser, exactamente opuestas. Al ocultista que ha tomado su
Iniciación desde el lado intelectual, se le demuestra la conexión espiritual de las causas con
los hechos materiales, mientras que al místico, que ha recibido los hechos espirituales, se le
dirige su atención a la conexión con los efectos del plano material. Todo esto con el fin de
mezclar ambos lados para que el hombre se desarrolle normalmente. Las Iniciaciones
Rosacruces, habiendo sido designadas para los pioneros actuales de la humanidad, se
esfuerzan en mezclar lo místico con lo oculto. Sin embargo, como el mundo Occidental ha
desarrollado el intelecto en detrimento de los sentimientos, se hace un poco más de énfasis
quizá, del lado místico. Aquí los Hermanos Mayores siempre piden a sus discípulos que miren
al Cristo, y aunque los verdaderos Maestros de Oriente sean tan devotos en el servicio de la
humanidad, no pueden enseñar así a sus pupilos porque desde el punto de vista del aspirante
oriental, la Luz del Cristo todavía es invisible. En consecuencia, están forzados dichos
Maestros a enseñar a sus discípulos a hacer exactamente como dicen, y en el curso del tiempo
cuando ellos hayan ascendido a nuestro nivel, Cristo se les aparecerá también.