Hemos tocado ligeramente hasta aquí los puntos principales del sendero de evolución de la Tierra
y del hombre en el presente período. Ahora veamos cómo se coordina con la doctrina y
relato que se nos ha dado en la Biblia.
En el primer capítulo, segundo versículo del Génesis tenemos: "Y la Tierra era sin forma
y vacía; y las tinieblas reinaban sobre los abismos." ¡Qué bien describen estas pocas
palabras las condiciones existentes en el oscuro Período de Saturno!
En el primer capítulo, tercer versículo del Génesis, se expresa: "Y Dios dijo: Hágase la
luz, y la luz fue hecha." Esto, junto con los cinco versículos siguientes, se refiere
al Período Solar como se ha descrito en el Concepto Rosacruz del Cosmos.
Dios reunió juntas las aguas e hizo el mar, separando la tierra del agua, en el período
de la formación del mundo del que hablamos nosotros como Período Lunar.
Comparando estos diferentes días de la creación con las Épocas, el primer día, sin forma
y oscuro, corresponde a la Época Polar. El hombre era aún semejante al mineral. Cuando
Dios mandó a que la luz brillase y que creciese la vegetación, se formó el reino vegetal,
lo cual ocurrió en la Época Hiperbórea. Dios dijo: "Que las aguas produzcan abundantemente
seres vivientes que se mueven." Esta parte de la descripción de la creación de la Biblia
se refiere a la nebulosa ígnea de la Época Lemuriana, cuando el cuerpo del hombre empezó
a endurecerse. Después tenemos la noche y la mañana del quinto día, cuando Dios permitió
o dispuso que la Tierra produjese criaturas conforme a sus especies, ganado y reptiles.
En el versículo 26 se recuerda que Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y
semejanza; y que él tenga dominio sobre los peces del mar, los pájaros del aire, y sobre
los ganados, y sobre toda la Tierra y sobre todos los reptiles que se arrastran sobre
la Tierra." Y en el versículo 27: "Dios crió al hombre en su propia imagen; en la imagen
de Dios le creó a él; varón y hembra Él los creó." Aquí tenemos el día sexto.
Estos versículos se refieren a la Época Atlántica.
Después de que el hombre se convirtió en un ser razonador, por tener una mente con
la cual pensar, Dios le dio el dominio sobre los reinos inferiores. Después de que
Dios hubo sujetado al hombre todos los reinos inferiores, Dios descansó, no como
los ortodoxos de la religión lo creen, es decir, sentándose y dejando de trabajar con
un hombre y una mujer para que le sirvieran a Él. Dios entonces estaba en la misma
situación que una madre que ha criado a sus hijos e hijas hasta la edad de la pubertad,
vigilándoles y cuidando de ellos hasta que tienen la edad propia para ser responsables
de sus actos individuales. Del mismo modo Dios arrojó al hombre del jardín infantil
del juego, del Jardín del Edén, y le hizo responsable. Dios entonces se relevó de la
tarea de dirigir y guiar todas sus actividades. Sin embargo, si Él dejara realmente
Su trabajo durante un sólo instante, todo el mundo se reduciría a añicos.
El séptimo día de la creación corresponde a la Época Aria, la época en la que estamos
viviendo actualmente, y en la que el hombre ha asumido la responsabilidad de su
propio futuro. Dios puso este trabajo sobre los hombros del hombre, pero el Creador
no se puso a descansar. La formación del mundo continúa aún. Al hombre se le
dio el trabajo de cuidar de sí mismo, trabajando y perfeccionando las condiciones
de los reinos mineral, vegetal y animal.
Naturalmente, conforme el hombre trabaja con estas oleadas de vida inferiores,
conforme extrae los metales y los productos combustibles de la Tierra, refinándolos y
transformándolos, les ayuda a todos ellos en su evolución. Sus progresos y desarrollo
de las diversas especies del reino vegetal ayudan para el mejoramiento y la perfección
de esta oleada de vida. Lutero Burbank es un verdadero dios para esta tercera oleada de
vida, el reino vegetal. Este hombre ha fomentado y mejorado algunas de las especies
más bajas, elevando sus vibraciones de modo que han sido transformadas cierta y
extraordinariamente en tamaño y belleza. El hombre ha cultivado la menuda patata
salvaje y ahora la produce de tal tamaño y sabor que se ha convertido en uno de los
principales alimentos. Su trabajo con el reino animal también ha producido maravillas,
aun cuando ha sido algunas veces un dueño cruel, que ha usado su poder sobre esta
segunda oleada de vida para inferirle grandes sufrimientos y martirios. Aun así y todo, el
hombre ha ayudado en mucho a los animales en su evolución. ¿Pero este trabajo cruel
ha sido efectivo? ¿No podría haber sido ayudada esta oleada de vida en un grado mayor
si hubiera tenido por ella mayor cariño? Se ha demostrado que el niño responde más
rápidamente al amor que al palo. El jardinero que pone amor en su trabajo tiene mayores
éxitos, ¿por qué, pues, no deberá responder el animal al amor y a la ternura
más rápidamente que a la brutalidad?
No debemos pasar sin presenciar la exhibición de otro rollo de nuestra grandiosa película,
y lo que constituye una prueba del sendero de la evolución que el hombre ha recorrido
puede ser hallado en la vida del feto. Nosotros encontramos diseñados en esta diminuta
forma los siete estados a través de los cuales hemos seguido el desarrollo del hombre
desde el Período de Saturno, así como por medio de otros diversos períodos y épocas.
Esta vida fetal corresponde también a la oleada de vida humana en su desenvolvimiento
durante los siete días de la creación, como están descritos en los
capítulos primero y segundo del Génesis.
Sigamos la formación del embrión humano y veamos cómo se compara la transformación
que se opera en la maravillosa vida dentro del seno maternal con la evolución externa del
hombre. El óvulo humano es una menudísima célula, la cual, cuando se fecunda, se
convierte en una compacta bola que se divide en otras muchas células. Esto puede ser
definido como el estado mineral o Período de Saturno de su existencia. Esta nueva vida
a eso de la mitad de la cuarta semana asume la apariencia de una planta. Este estado es
seguido por una fase como la del renacuajo, que después cambia su aspecto como
de reptil. En uno de los primitivos estados del embrión éste tiene una forma como de saco
o bolsa, semejante a la que tuvo la forma de cuerpo del hombre en el Período Lunar.
Esta forma de aspecto como de saco se halla suspendida por el cordón umbilical. En el
Período Lunar la cuerda era de naturaleza etérea. Max Heindel describe a los seres de la
Luna en la página 90 de "El Velo del Destino" del modo siguiente: "Imagínese ahora
en tal lejano período al firmamento como una inmensa placenta de la cual pendían millares
de millones de cordones umbilicales cada uno con su apéndice fetal... Aquellos cordones
umbilicales y apéndices fetales estaban formados de una materia de deseos húmeda
por las emociones de los ángeles lunares."
Durante la quinta semana el embrión empieza a echar una cola, que llega a la longitud
de una sexta parte del largo total del cuerpo durante tal período. Entonces adopta
decididamente la apariencia de reptil, semejante a la del lagarto, dotado también
de aberturas de agallas. Esta forma del feto se halla también rodeada de agua. Entre
las semanas séptima y octava cambia su forma de reptil. La cola se atrofia y la cabeza
toma una apariencia como la de un cachorro canino, con brazos y piernas cortas. Las
manos y los pies son garras y los dedos se están formando. Desde la décima semana
en adelante el feto empieza a tomar definidamente la forma humana. La nariz empieza a
manifestarse. El hombre en formación en estos momentos sobrepasa en su progreso
de conformación al animal y se hace todo humano, alcanzando su perfección a los
siete meses. Aquí también podemos ver la perfección del trabajo de Dios. A1 final del
cósmico día sexto el hombre era un ser consciente, y se le requirió para que tomara
a su cargo su propia acción en el séptimo día y le
emancipó Dios de Su exclusivo cuidado sobre él.
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