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EL VISLUMBRAR DE LA ERA DE ACUARIO
 
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FRANCISCO NIETO V.: LA ORACIÓN,UNA AYUDA IMPRESCINDIBLE
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From: moriajoan  (Original message) Sent: 05/03/2010 20:30

 

Pan de vida

hello.gif picture by vislumbrar


 
En los tiempos que vivimos, y muy posiblemente más en los países progresistas, cada vez se
le da menos importancia a la oración, tiene que verse un país o una persona muy mal para que se
acuerde de que existe la oración para suplicar ayuda a algo superior sin tener tampoco muy claro
qué o quién es. Vivimos para el placer y buscamos más sensaciones de placer, nos cuesta salir
de ese estado de conciencia incluso cuando nos vienen malos tiempos. Hacemos grandes
 esfuerzos por conseguir metas materiales temporales, pero tarde o temprano vienen los
 ajustes de las Leyes Divinas, y entonces nos sentimos perdidos, desilusionados y
escépticos hasta que algo hace que nos preguntemos que si merece la pena seguir luchando.
Así lleva el hombre millones de años y aun viendo algún resplandor de luz, ha bajado sus
 ojos y ha seguido en la penumbra. Solo algunos grandes místicos, filósofos y ocultistas
supieron seguir esa luz hasta comprender y experimentar ese nuevo estado de conciencia,
es gracias a ellos que la humanidad ha dado grandes pasos en su evolución y aún así,
 muchos no quieren ver lo que impulsa a ese progreso interno del hombre. Estos hermanos
adelantados de la humanidad se tuvieron que esforzar para conseguir esas alturas pero
 también se dieron cuenta de que lo que verdaderamente buscamos es la esencia de
nosotros mismos. Así es que para vencer las flaquezas y comenzar a ver esa luz, que la
 mayoría ni siquiera busca, tenemos que tener voluntad y valor, pero si no hay convicción
 y fe no puede haber voluntad ni valor.
Hay que creer en algo superior para comprender que no hemos llegado donde estamos por
 casualidad, cuando creemos es cuando descubrimos nuevas sensaciones y nuevos
placeres en la vida, en los demás, y en la naturaleza. Es en este estado cuando el nombre
comienza su lucha contra sí mismo para deshacerse de todo lo que le rodea y que le
confunde para experimentar y apreciar esos placeres que nacen de su interior. Entonces,
cuando se deshace de los placeres terrenales y cuando expulsa de su conciencia todo lo
que concierne a la personalidad, es cuando comienza a descubrir que hay una vida interna
 y un poder interno que le lleva a sacrificarse por algo que desconoce y sin
embargo sabe que debe alcanzar.
Desde siempre, lo material ha sido manipulado y transformado por lo inmaterial y lo invisible
 ha hecho lo mismo respecto a lo visible en la naturaleza, por eso, el hombre debe imitar a lo
 invisible e inmaterial, debe convertirse en ello para poder eliminar a la personalidad que solo
vive para el disfrute de sensaciones y placeres. El pasado nos demuestra que por muchos
impedimentos y problemas que hayamos tenido y sufrido hemos salido gracias al coraje de
la desesperación, del sufrimiento y de la voluntad, pero detrás de todo eso siempre ha habido
un interés vivo o un motivo que nos ha hecho sacar fuerzas de adentro. Ese motivo es el que
 debemos buscar dentro de cada uno porque cuando se tiene claro cuál es y se experimenta
como una nueva vida, es porque hemos encontrado la clave de nuestra existencia. El hombre
ha estado trabajando siempre por ese motivo y no se ha dado cuenta de que, en realidad, la
verdadera oración procede él en su intento para que el hombre suplique a Dios y a sus
jerarquías y para que desarrolle la fe y la confianza en ellos.
Todo esfuerzo por suplicar a una fuerza superior alguna clase de ayuda es una oración, y eso
es lo que el hombre ha estado haciendo desde durante millones de años, obteniendo respuestas,
enseñanzas e incluso ejercicios y rituales para que produzcamos pensamientos y sentimientos
elevados hasta que, por último, los más adelantados de entre nosotros nos dijeron que
 oráramos sin cesar. La intención de las Jerarquías superiores (ángeles, arcángeles…) al establecer
 la oración no fue otra que la de que el hombre aprendiera a conectar con los planos superiores,
 con lo invisible. Cada raza y cultura ha hecho siempre sus oraciones y rituales a sus dioses
y a su manera, desde las más atroces o absurdas hasta las más humildes y devotas, desde las
egoístas para acumular riquezas hasta las egoístas para que sean perdonados los pecados.
Sin embargo, cuando el desarrollo de un individuo llega a determinado grado, utiliza la oración
como medio de elevación ofreciéndose a sí mismo como un sacrificio para acercarse al Trono de Dios.
La oración es universal y se ha practicado siempre, en todas las razas y en todas las
culturas, bien con temor y miedo o bien con devoción y adoración, pero siempre han ido
 dirigidas a un ser supremo normalmente llamado Dios. Es la propia chispa divina, nuestro
divino ser el que, de alguna manera nos ha impulsado a acercarnos a Dios por medio de la
oración. También utilizamos la confesión, la súplica, la adoración o la contemplación para
intentar comunicarnos con Dios, pero es la oración la que con más frecuencia practicamos
 para pedir el sustento material o espiritual. En tiempos pasados se utilizaba la oración
 para ganar guerras, para obtener beneficios materiales y para otros muchos intereses personales,
hoy la humanidad más evolucionada no suele pedir tanto para ella sino que también piensa
en los que sufren, pasan hambre, etc., sin embargo, en un futuro la humanidad solo pedirá
iluminación espiritual para ayudar al prójimo. La oración, junto a la alabanza y la adoración
es la que nos debe poner en sintonía con Dios y una vez que recibamos Su gracia y reconozcamos
Su bondad, estaremos preparados para ayudar a la humanidad en forma de oración.
Cuanto más evolucionamos más deberíamos utilizar la oración como si fuera el propio lenguaje
y expresión del Espíritu porque esta es la manera de que el hombre eleve su conciencia hacia
 lo divino. Cuando la oración hace que el hombre se convierta en el yo verdadero, dueño de
 la voluntad y de la mente, reconoce la presencia de Dios en sí mismo y se da cuenta del poder
de la verdadera oración. Concentrarse en unas palabras no es oración, ni aislarse de los ruidos,
ni vestirse de determinada forma y rodearse de ciertos objetos, y mucho menos pedir cosas
materiales, porque todas esas cosas y la mucha palabrería que se utiliza no suele tener respuesta.
Sin embargo, cuando hay deseo de elevarse hacia lo divino, cuando se reza con fervor y devoción,
cuando se cierran los sentidos a lo mundano y material, y cuando es una oración inegoísta y por
 los demás dejando la respuesta en la voluntad de Dios, entonces es cuando se puede esperar
un contacto que haga descender las bendiciones del Padre.
Si analizamos profundamente el sentido y el efecto de la oración nos podemos dar cuenta de que
cada acto es una oración ante la Ley de Consecuencia la que, en su momento, nos trae sus efectos.
 Desde este punto de vista y de acuerdo a nuestra acciones y pensamientos repetidos (aun
siendo inconscientes de ello) y a la intensidad de nuestros deseos, tarde o temprano obtendremos
 lo que buscamos o pedimos, de ahí que muchas veces también nos vengan cosas que no nos
gustan pero que las hemos deseado repetidamente durante un tiempo sin darnos cuenta de que
 no eran buenas. De una forma u otra, las Leyes Divinas nos traen lo que merecemos ya que,
como la ley de la gravedad, por muy alto que lancemos una piedra terminará cayendo. Por ese
 motivo, la oración debería ser razonada voluntaria y conscientemente con la intención de
beneficiar moral, intelectual y, mejor aún, espiritualmente.
Cuando la oración en pensamiento reúne los requisitos exigidos encontrará respuesta en los planos
superiores y en las Jerarquías que ayudan y colaboran con el desarrollo de la humanidad. Si,
además, hay palabras, se fortalecerá el pensamiento que, por otro lado, beneficiará a todo aquel
que esté en sintonía con su vibración, pero el aspirante espiritual no se debe quedar solo
 en eso sino que debe entregarse en pensamiento, palabra y obra a Dios en su esfuerzo
por ayudar a la humanidad. La oración materialista más practicada por el hombre es la
búsqueda de poder, de fama y de riqueza, sin embargo, la verdadera oración, la que más
acerca a Dios, es la entrega de uno mismo en beneficio de los demás. La propia evolución
lleva a cada uno a una iglesia, secta, cultura o escuela, todas son válidas respecto a las
oraciones que practiquen porque se adaptan al tipo de conciencia de cada cual, pero
 ninguna es perfecta en el tipo de oración que practican puesto que todas están manchadas
con algo de egoísmo o materialismo, sin embargo, todos terminaremos practicando algún
 día la oración perfecta. La oración está unida y tiene su ser en el amor, pero no en el
 amor egoísta de pareja ni en el de padres y hermanos, sino en el amor del Alma que abraza
a la humanidad como verdaderos hermanos en Cristo Cuando nuestra vida está basada
en el Amor Universal y solo busca la riqueza de oportunidades para servir a los demás, el
poder de elevar a la humanidad, y ninguna fama o, como mucho la que sierva para ser
 predicadores e imitadores de Cristo, podremos tener la seguridad de que hemos abierto
un canal por medio del cual descenderá la respuesta, la vida y la Luz Divina hacia nosotros
para que iluminemos espiritualmente a todo aquello que nos rodee.
 
Autor: Francisco Nieto Vidal
 
 
 
 

 

 
 


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Reply  Message 2 of 2 on the subject 
From: moriajoan Sent: 06/03/2010 17:56

 

Cerca de ti

hello.gif picture by vislumbrar


 
Todos sabemos que hay infinidad de oraciones que no obtienen respuesta mientras que otras,
aparentemente más materiales sí. Asociaciones religiosas, filantrópicas, comedores sociales,
etc. obtienen respuestas mientras que otros que deambulan por la calle y que no tienen nada
 para comer no encuentran salida Esto ocurre, generalmente, porque unos practican la oración
y con devoción piden a Dios para los demás, mientras que otros no piden o piden egoístamente
o, quizás también, porque es karma de cada uno. Un problema de salud obtiene respuesta a la
 oración y petición de ayuda mientras que otro muere y deja viuda e hijos, es difícil saber cuando
 está actuando la Ley de Consecuencia y cuándo la voluntad y el libre albedrío.
Podríamos dividir la oración en tres clases:

1ª.- Las materialistas y egoístas que piden que se satisfagan sus necesidades físicas e
 incluso su salud para poder disfrutarlas.
2ª.- Las que se pide ayuda para el desarrollo moral, intelectual y espiritual incluyendo el desarrollo
de poderes, la protección contra el mal, etc.
3ª.- Las oraciones donde no se pide nada de lo anterior sino que solo se desea ayuda para no
 dejar de ser útil al prójimo, ayuda para no dejar de tener ese deseo de elevarse hacia Dios, o que
no falte esa voluntad de hacer todo por amor a Dios.

Las oraciones materialistas, a su vez, se pueden dividir en varias clases, por ejemplo, las que
 hace el misionero que apenas tiene nada para cubrir las necesidades básicas de una tribu
tercermundista o, por el contrario, el que pide para él teniendo cubiertas sus necesidades básicas.
En el primer caso, la buena voluntad de servir y el amor intenso o deseo de protección hacia esos
 seres, crean una forma mental que atrae un elemental cuya vibración alcanza las regiones
superiores del Mundo del Pensamiento. Pero estas oraciones no solo obtienen respuestas
de las varias Jerarquías que habitan los mundos invisibles y que atienden esta clase de
vibraciones tan elevadas, sino que también obtienen respuesta de las personas que captan
 esas formas mentales y que están en sintonía vibracional haciendo, como consecuencia,
donaciones. El otro caso, es lógico que, por lo general, no obtenga respuesta, no solo porque
no hay una voluntad de ayudar a otros sino que esta clase de personas no suelen tener nada
“ahorrado” en el “Banco Universal” de los mundos espirituales. Alguien puede pensar que,
según el ocultismo, crear pensamientos-deseos materiales y lanzarlos al Mundo del Pensamiento
 repetidamente traerán una respuesta, pero no es tan fácil. No solo se necesita concentración
y deseo intenso sino que el deseo debe ser altruista y amoroso para los demás porque la
respuesta no procede de la nada sino de unos seres inmensamente superiores a nosotros en
 desarrollo espiritual a los que no se les puede engañar. Por eso la oración sencilla y humilde
 de alguien que pide para dar de comer a los demás obtendrá más fácilmente respuesta
que quien pide para él, y por eso también, obtendrá mayor respuesta el que pide y crea una
 forma mental llena de intenso amor al prójimo que el que pide superficialmente y sin
 apenas sentimiento por otra persona.
Estas normas se podrían aplicar a las diferentes clases de oración en sus muy diversas
 formas pero tampoco debemos olvidarnos del karma y de la epigénesis. Epigénesis es la
 acción original que una persona hace, una causa nueva que no tiene relación, por tanto,
con otras acciones del pasado. Así es que, cuando una persona tiene en su vida la oportunidad
 de crear una causa nueva en vez de actuar por instinto, costumbre, norma, etc. y esa causa es
 una petición amorosa y altruista, es fácil que tenga respuesta. Pero las oraciones y peticiones
 materialistas, egoístas que piden sin haber dado, no pueden obtener nada porque esas
 personas mismas se han cerrado la puerta de antemano. La Ley de Consecuencia (Seres
muy elevados que administran las Leyes Divinas) da a cada uno lo que se merece, así es que
el que en el pasado fue injusto, egoísta y no se preocupó por nada ni por nadie, aunque rece
 con intenso deseo no será atendido hasta que pague sus deudas con el sufrimiento que le
 corresponde y que le haga tomar nota de lo que ocurre en su vida y en las circunstancias
que le rodean. La ignorancia de las Leyes Divinas y de lo que ocurrió en anteriores vidas hace
pensar a muchos que no existe Dios por el hecho de que sus oraciones y peticiones no son
atendidas. Pero, si un hombre dejó morir a otros en el pasado o si una madre abandonó a
 una hija enferma en otra vida, es posible que ese hombre muera de hambre en otra vida por
 mucho que pida ayuda y esa madre pueda ver morir a una hija sin que reciba respuesta divina.
Otra cosa muy diferente es cuando las personas de buena voluntad piden ayuda desesperada
 para tomar una determinación, para resolver un conflicto y por cosas relacionadas con la
 moral y lo intelectual. La respuesta a las oraciones pueden venir incluso del mundo del Espíritu
de Vida dependiendo de la clase que sea y de la intensidad y concentración que haya respecto
a la voluntad y deseo amoroso, pero la respuesta a las oraciones de las que estamos
hablando suelen venir de la región etérica (del mundo de los Ángeles) del mundo físico o
como mucho del Mundo de Deseos (mundo de los Arcángeles) Tampoco hay que olvidar a
los Auxiliares Invisibles, a los discípulos y a los iniciados que funcionan por estas regiones
superiores dispuestos a auxiliar a estas personas que piden ayuda. Los verdaderos ocultistas
saben que imponer algo a alguien en contra de su voluntad es magia negra, por tanto, sería un error
pensar que estos seres fraternales y auxiliadores se dediquen a imponer sus soluciones en las
 mentes de las personas. Ellos simplemente responden a una petición dejando la
respuesta en la conciencia
 cerebral o el consuelo y la paz por medio de sus vibraciones de amor y compasión. Entonces, como
el que hace la oración está interiorizado y concentrado en pedir humildemente ayuda y en obtener una
respuesta amorosa, la respuesta alcanza su conciencia sin ninguna dificultad. Esta es la clave
 para que la respuesta a este tipo de oraciones altruistas, morales e intelectuales tenga efecto. El que
hace la oración debe interiorizarse y hacer la súplica como un verdadero hijo de Dios que pide a su
 padre. A la vez que se aísla en un estado de fe y de amorosa receptividad a lo superior; se puede
percibir la respuesta de nuestro Yo superior o de estos amorosos seres.
Cuanto más elevada y espiritual sea una oración o petición dirigida a Dios y cuanto más intensidad haya
 en forma de voluntad y deseo de ayuda amorosa hacia otros, más fuerza tendrá para atravesar la
 atmósfera materialista que rodea la tierra y más fuerte se hará sentir en los mundos espirituales. Las
 jerarquías espirituales que guían y auxilian a la humanidad y nuestros propios Hermanos Mayores,
están deseosos de que nosotros elevemos las vibraciones de nuestros cuerpos y nos hagamos
colaboradores de Dios en la Tierra, pero también lo están de atender nuestras súplicas por los demás
 o las peticiones de Luz hacia nosotros mismos, pero eso no lo pueden hacer mientras no nos convirtamos
en ese receptáculo espiritual al servicio de la humanidad. Cuando los aspirantes espirituales elevan sus
peticiones de Luz, los Ángeles y nuestros hermanos acuden en su ayuda, y si su estado de conciencia
 es receptivo obtienen respuesta porque, a mayor intensidad en la oración y en la aspiración mayor
 amplitud de respuesta habrá. Es decir, cuanto más nos acercamos con buena voluntad y amoroso
 deseo a los propósitos de Dios, más inmersos estaremos en Su Luz y en Su Amor y más respuestas
obtendremos en nuestras oraciones; pero cuanto más apartados y más materialistas somos menos
posibilidades tendremos.
Las Jerarquías, las fuerzas divinas de Dios, están en todos los planos y no pueden desoír las oraciones de
 las que estamos hablando, así es que, cuando colaboramos con esas fuerzas, cuando nadamos
 a favor de la corriente y no en contra, es cuando somos uno con las Leyes Divinas y nos servimos
de ellas a la vez que damos de lado a las terrestres. Pero lo mismo que nuestra súplicas y
oraciones son atendidas por los Ángeles portadores de sabiduría, también tenemos a nuestra
disposición a otros “seres” que cumplen a rajatabla lo que pedimos, estos son los elementales
 artificiales. Ya hemos hablado de las formas de pensamiento y cómo éstas llegan a donde
 o a quien sean dirigidas, pues bien esto es gracias a un elemental (ser que se crea de acuerdo
 a la vibración y al sentimiento que va unido a la forma de pensamiento) que utiliza esa forma
de pensamiento como cuerpo para cumplir lo que el pensamiento representa. Por consiguiente,
 estos elementales pueden ayudar a traernos la respuesta a nuestra oración pero siempre
 dependerá, como hemos dicho, de la naturaleza que sea. Hay que tener en cuenta que, como
 está escrito en el Libro Sagrado, “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Lo que
 significa que podemos hacer millones de oraciones y peticiones a diario pero, al final, son las
 Jerarquías Divinas que administran las Leyes de Dios las que tomarán la decisión más
 adecuada según sea la oración. Pero tampoco olvidemos que Dios es Amor y que, al contrario
 de lo que muchos piensan, cuantos más elevados son los seres que habitan los mundo invisibles más
 sensibles a nuestras demandas y más fácil de afectar a Su conciencia. Está claro que la mejor manera
 de que nuestras oraciones sean atendidas es haciéndonos obreros de Dios, intermediarios entre
nuestros hermanos más atrasados y Dios Mismo, al igual que los Ángeles son una especie de
sistema nervioso en el cuerpo de Dios a través del cual hay receptividad y expresión.
Dice San Juan en su primera carta: “Dios es luz y en Él no hay oscuridad, si decimos que estamos
en comunión con Él y estamos en tinieblas, mentimos, pero si caminamos en la luz como Él está
 en la luz tenemos comunión unos con otros” Esta claro que no se refiere a la luz del Sol sino
 a la Luz Divina, la que no percibimos con los ojos. Todos sabemos lo difícil que es estar en
comunión con Dios puesto que estamos llenos de defectos, o lo que es lo mismo, andar en
 tinieblas, pero también está escrito que “Dios es amor y quien permanece en el amor permanece
 en Dios y Dios en Él”, por tanto, de lo que se trata es de acercarnos a Dios, al amor divino
 que abarca a todos sin distinción y entonces estaremos en la Luz. Si practicamos la oración,
la verdadera oración que nos lleva a hacer todo con amor y como si fuera para Dios, entonces
encontraremos la respuesta directa del Padre en nosotros. Esta oración no implica solamente
 ponerse unos momentos diarios a rezar o a adorar a Dios, esta verdadera oración conlleva
 una actitud constante de santidad, de amor al prójimo, de considerar como verdaderos
hermanos incluso a nuestros seres queridos más cercanos, de hacer todo con amor, de
 imitar a Cristo… esta es la oración más grande y más profunda que el hombre debe hacer
 si de verdad quiere recibir la Gracia del Espíritu de Dios. Sabemos lo difícil que es llevar
esta clase de oración a la práctica porque debemos cumplir con nuestras obligaciones y
 responsabilidades a diario, pero si estamos pendientes de nosotros mismos y con la voluntad
 puesta en Dios, dirigiremos una y otra vez la mente en esa misma dirección y no tardaremos
 en darnos cuenta de que una maravillosa transformación se está produciendo en nuestro
interior, entonces comenzaremos a vislumbrar la Luz interna que hasta ahora no habíamos percibido.
La oración-contemplación mística es aquella en la que intentamos elevarnos por la devoción
 a los reinos del Padre para encontrarnos cara a cara con Él. Para hacer esta oración
 se necesita silencio, silencio material sí, pero también silencio en sentido de que no se
 necesitan palabras, ni pensamientos concentrados, ni imágenes visualizadas, etc. Es una
 oración en la calma mental donde solo se manifiesta un “deseo” de vivir en Dios, una devoción
 incontenible y un sentimiento de amor que abarca a toda la humanidad. Así, imbuidos por la
palabra “Padre” comprendemos el significado de la frase “Dios es mi pastor, nada me falta”
y es que buscando el Reino de Dios y Su justicia de nada tenemos que preocuparnos.
Esta contemplación silenciosa con la mirada fija en nuestro Padre, llenos de devoción y
 amor como el perro que contempla fiel y amorosamente a su amo, es el motivo que
 nos debe llevar a servir a la humanidad.
Entre la oración altruista y fraternal por los demás y esta última hay un cambio en las intenciones
 puesto que pasamos de no pedir nada para nosotros a buscar la manera de acercarnos a
 Dios para estar en Su Luz y alumbrar el camino a nuestros hermanos. Esta actitud pasa por
 la meditación, contemplación y la adoración. Con la meditación concentramos la mente
 en los asuntos de Dios aislando a la personalidad, lo que nos lleva a la contemplación y
 después a la adoración, y esto a su vez, facilita el acercamiento del hombre a su propio
 Espíritu y a Dios. Si el hombre se convierte en lo que piensa, debemos concentrar la mente
en Dios, meditar en Dios, adorar a Dios y contemplarle en todo lo que nos rodea. Esta es también
 la manera de dar forma a la mente para que se eleve a las regiones superiores del Mundo del
 Pensamiento y al Mundo del Espíritu de Vida para que su actitud sea siempre una oración;
esto facilita la conexión con nuestro Yo superior y nos causa una sensación de plena libertad.
 Si la oración nos hace ver la Luz de Dios, esa Luz en nosotros hace que veamos a los demás
con los ojos del amor, de la compasión y de la fraternidad; hace que percibamos una fuerza
interna que antes no teníamos y que ahora nos da seguridad, fe y confianza ante cualquier
cosa que nos ocurra; y también hace que nos demos cuenta de que nada del mundo
 material atrae nuestra atención ni satisface nuestros sentidos excepto el anhelo de unirnos
con Dios. En este sentido y con esta forma de orar, llegamos a la convicción de que ya no
 necesitamos pedir nada porque todo se nos dará por añadidura a su debido tiempo. En esa
 etapa, como hijos verdaderos de Dios, solo se desea servir, dar muestras de la grandeza
del Amor de Dios y hacer Su voluntad.
 
Autor: Francisco Nieto Vidal
 
 
 
 

 

 
 


 
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