Esperar en ti
Alexandra Porter, PhD
Conferencia
El 06 de agosto de 2004
Sin duda, muchos de vosotros habéis dicho, a veces: “he sido Iniciado en la Fraternidad
Rosacruz ” o “estoy siendo preparado para ser Iniciado como Probacionista en la
Fraternidad Rosacruz ”. ¿Cuántos de vosotros, además, no habéis confiado
a un amigo o a otro miembro de la Fraternidad Rosacruz que pensáis que sois un
Iniciado porque habéis recibido una Iniciación síquica o cósmica?
Hemos de admitir que éste es un tema muy interesante. Exploremos, pues,
aunque sólo sea superficialmente, la naturaleza de una Iniciación y/o la de un Iniciado.
Como Secretaria Esotérica responsable de las Secciones Esotéricas de las
lenguas Italiano, Portugués y Español del Departamento Esotérico he recibido
cartas de muchos miembros rosacruces planteando numerosas preguntas sobre
el verdadero carácter de un Iniciado.
Revisando literatura sobre este tema, encontré que la palabra Inglesa “Initiation”
viene del latín “initium”, que significa “entrar a” o “principio”. La Iniciación implica
el comienzo de un nuevo ciclo o fase de crecimiento. En las antiguas Escuelas de
Misterios, las Iniciaciones pretendían revelar dramáticamente al candidato una
abstrusa gnosis o sabiduría. Por otra parte, mis propias pesquisas me dicen que
para un miembro Rosacruz, la Iniciación es un “rito”, una “ceremonia” o un método
específico por el que un candidato es introducido en una forma particular o nivel de
conciencia cognoscitiva. Por tanto, si reuniéramos todos esos datos, concluiríamos
que la Iniciación supone o consiste en un ritual preparado para ayudar a un
individuo a penetrar en un nuevo ciclo de crecimiento.
v Sin embargo, ¿es esto todo lo que hay en una Iniciación?
v ¿Significa que, como miembros de la Fraternidad Rosacruz , todo lo que
necesitamos hacer es tomar parte en un ritual iniciatorio para ser Iniciados?
v ¿Significa eso que, por haber estudiado cierto número de lecciones del
Curso Preliminar de Filosofía, estamos ya preparados para la Iniciación ?
A tenor de la manera de operar rítmicamente todas las leyes espirituales en todo
el universo, el comienzo de todo tiene un punto de partida y un recorrido desde
él, que conduce a una conclusión. El progreso de ese recorrido se produce siempre
viajando hacia un crecimiento espiritual más avanzado. Si observáramos
cuidadosamente ese crecimiento espiritual, veríamos que es rítmico y que
sus etapas o fases están siempre individualizadas. Y, además, que sus divisiones
en ciertos períodos definidos, constituyen la periodicidad de ese acontecimiento.
Durante ese proceso, puede haber mucha gente impulsándonos físicamente hacia
arriba. Quizás algunos incluso nos juzgan en esos eventos espirituales que nos elevan.
Pero, como en todo sendero espiritual, somos nosotros y sólo nosotros nuestros propios
jueces, puesto que no podemos engañar a nuestra conciencia. Si somos
increíblemente honestos con nosotros mismos, seremos capaces de relatar los
particulares de un evento de esta magnitud, lo mismo que las razones detalladas
de cada éxito o fracaso relacionado con el crecimiento espiritual.
Tradicionalmente, en las antiguas Escuelas de Misterios, el candidato a la Iniciación
debía someterse a ciertas pruebas. Según mis investigaciones, aquellas pruebas no
tenían nada que ver con ningún fenómeno de naturaleza exotérica. Además, no he
encontrado que ninguna de aquellas pruebas tuviese nada que ver con enfermedades
ni con cataclismos sociales o domésticos. En aquellas antiguas Escuelas de Misterios lo
primero que el candidato había de mostrar era una gran y hasta burlona insatisfacción
con la vida ordinaria del día a día. Por necesidad, el candidato había de empezar con
una búsqueda que conduciría a una transición de conciencia que produciría una
comprensión más profunda de los misterios cósmicos de nuestra vida diaria.
Encontré que, en las antiguas Escuelas de Misterios, cada prueba estaba concebida
para determinar si el candidato estaba “debidamente preparado” en ese momento
para la Iniciación. Debidamente preparado significaba que tenía buena salud física,
capacidad mental para comprender y que poseía un elevado nivel de pureza moral.
A lo largo de la línea de la preparación, se encontró que había que desarrollar
considerablemente ciertas virtudes como la fortaleza, la templanza, el juicio y el
desapasionamiento. En otras palabras: para ser digno de la Iniciación , había que
superar una prueba de carácter. Además, se sabía que los que tenían características
negativas tendían a abusar más de los conocimientos impartidos durante el proceso
de la Iniciación. Incidentalmente , era en este estadio del proceso en el que
muchos candidatos eran rechazados.
Una vez determinado que el candidato era digno, se le sometía a un proceso
de Iniciación. Este proceso consistía en cuatro partes, si bien solapadas.
Cada parte estaba destinada a producir determinada
impresión en la conciencia del individuo.
En las antiguas Escuelas de Misterios, el proceso de la Iniciación empezaba siempre
con una muy estricta separación. Era simbólica del alejamiento del individuo de
su anterior sistema de vida. Durante esta fase del ritual, al candidato se le vendaban
los ojos o se le introducía en una habitación oscura, representando ello la
ausencia de luz. En esa oscuridad, al candidato se le decía que estaba experimentando
“la oscuridad de la ignorancia”. Había de sentir que si había de poner verdadero amor
en un continuo, el extremo más alejado del amor era la ignorancia. Por supuesto,
cuanto más cerca de la ignorancia se encontraba uno, más debía trabajar sobre sus
defectos de carácter. A veces, se producían intencionadamente algunos ruidos en la
habitación para representar el caos del cambio de un estado de la mente y
de una manera de vivir, a otros.
La segunda parte del proceso de la Iniciación en las antiguas Escuelas de Misterios
era la admisión en una nueva manera de vida y, con la esperanza de, también,
en una nueva manera de vivir. Ello simbolizaba el renacimiento. Durante esta
fase, el candidato debía llegar a darse cuenta de que había renacido en conciencia
y de que debía abandonar antiguos conceptos y caminos erróneos para elevarse a
una nueva percepción y apreciación de su existencia.
Los místicos creían que, cuando un hombre manifiesta el mal, ese mal que manifiesta
no es en ese momento una cosa, sino la ausencia de esa cosa. Desde ese punto de
vista, la ley cósmica, en cuanto a nuestro karma se refiere, no es sino la omisión de
algo. Y nuestro registro kármico no es una lista documentada de consecuencias
negativas de malas acciones, sino de los momentos en que no hemos puesto en
funcionamiento los elementos de los actos positivos presentes en nuestra existencia.
Como se puede ver, con esa definición, el karma es simplemente el lógico
reajuste de las maneras de actuar, voluntariamente asumidas o en que se ha incurrido,
que han de ser corregidas para que nuestras vidas puedan recuperar las
apropiadas maneras de actuar.
La tercera parte de la Iniciación en las Antiguas Escuelas de Misterios era la de la
exhibición. Simbolizaba la revelación. Durante esta parte del proceso de la Iniciación
, se le revelaban al candidato ciertos signos, símbolos, preceptos y verdades
sagrados. Como resultado de ello, la conciencia del candidato quedaba iluminada y
se acrecentaba la profundidad de su capacidad de comprensión.
Durante ese tiempo, el candidato desarrolla sus facultades espirituales. Un signo es
una cifra de un código secreto que nos permite recibir mensajes secretos. Cuando
está bien desarrollado, los criptogramas nos pueden proporcionar nuestro propio
lenguaje secreto. Un signo se puede manifestar mediante una o más de nuestras
facultades espirituales y se convierte en un símbolo cuando empezamos a explicarlo
y a ponerlo en forma escrita. Cuando el candidato progrese en esa línea, recibirá
instrucción, reglas, guías, principios y enseñanzas sobre la ley cósmica, que se
convertirán en sus preceptos para actuar, en las certidumbres y las realidades
que llamamos verdades cósmicas. Esta parte es, quizás, la más larga, pues requiere
un serio esfuerzo por parte del candidato y una constante atención a los detalles.
En las antiguas Escuelas de Misterios, la cuarta y última parte del proceso iniciatorio
la constituía la reentrada. Simbolizaba el regreso al mundo exterior para servir a la
Humanidad. Pero , aunque los resultados de esas experiencias debían ser aplicados
en la vida en el mundo externo, los candidatos se comprometían a mantener sus
experiencias en secreto. Los místicos creían que los signos y símbolos que se dan
a cada individuo personalizan cada experiencia que recibimos. Así que, manteniendo
el secreto, se evitaría que otros malinterpretasen el tipo de información que
hubiéramos recibido. Si se estudia este proceso de la Iniciación cuidadosamente,
se comprobará que cada una de sus cuatro partes arriba descritas, está
incorporada a los procesos de todas las Iniciaciones, tanto antiguas como modernas.
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