DEL ESPÍRITU VIENE LA LUZ...(I)
Alexandra B. Porter, Ph. D.
Mount Ecclesia. Charla para la Capilla , Febrero 24, 2002
¡Buenos días a todos!
Hoy, mi charla es titulada “Del Espíritu Viene La Luz ” y comenzare con una definición corta.
La palabra “Espíritu” posee muchos significados.
¡Me explico! Por ejemplo, la palabra “Espíritu” puede
definirse como algo poderoso- pero aún, también, siendo sutil; un tipo de “esprit de corps” que
resplandece desde un individuo o un grupo de individuos. Puede utilizarse para significar una
entidad encarnada, alguien viviendo ahora en la tierra. Puede significar, también, una
entidad descarnada, alguien quien ha hecho su transición y haya pasado a la próxima
dimensión de vida. Y entre otras, la palabra “Espíritu” puede implicar algo que no
podemos ver, pero aún, teniendo un efecto sobre las gentes, así como también sobre situaciones. Sin embargo, como el objetivo primario de esta charla, vamos a ponernos de acuerdo
que con la palabra “Espíritu” nosotros significamos un principio animador de
todas las vidas. Vamos a ponernos todos de acuerdo, que este principio
animador de todas las vidas tiene las siguientes características: 1. Emana desde la Gran Cabeza Cósmica de Dios mismo
2. Es Divino en el origen.
3. Satura todo lo que existe en todos lados y en todas partes del universo
4. Está presente en cada y toda forma de vida, ya sea esa forma animada o inanimada, y
5. Perméa a lo largo de todas partículas minúsculas de la materia
Adicional, vamos a ponernos de acuerdo que, desde el punto de vista de los términos de
la iluminación, la luz que viene del espíritu fluye una corriente mediante cada situación
en la cual cada uno de nosotros estámos intricados,
en la compañía de otros o con nosotros mismos. Ahora bien, terminando con esta corta definición de lo que se debe entender por la
palabra “Espíritu,” paso a darles otro punto de referencia. La ciencia, hoy, nos dice
que la energía viene del movimiento, y que el movimiento viene de la energía. Esto
puede explicarse como se indica a continuación. Como muchos de ustedes ya saben,
hay dos tipos, o sea, dos formas de energías; energía negativa y energía positiva.
Cuando las cualidades de las energías negativas y positivas se encuentran, la unión
crea un tipo de desasosiego. El resultado final de éste es el movimiento;
el cual produce energía una vez más. Quizás en este momento, esto pueda parecer, o aparecerles a ustedes, que tiene poco
o nada que ver con los principios del espíritu e iluminación. Pero sin embargo, en ciertas
situaciones, y en ciertos sucesos, la vitalidad que nosotros manifestamos es el resultado
final de las cualidades de energía negativa y energía positiva, o las condiciones que nos
llevan a una etapa en nuestras vidas en donde repentinamente podemos perder todo
tipo de reconocimiento de la Luz del Espíritu. La mayor, y mejor, instrucción en nuestras vidas así como también para nuestro desarrollo,
vendrá directamente del cosmos como un tipo de revelaciones cósmicas del Espíritu.
Cuando esto sucede una luz se enciende y como magia un velo se levanta, o sea se
quita, de cualquier determinada condición dolorosa o cualquier determinado
suceso de tensión en que nos encontremos.
Si no fuese por la Luz , nosotros no tuviésemos ningún reconocimiento o ninguna comprensión
de qué constituye la oscuridad. Nosotros estaríamos tan acostumbrados a la ausencia de
Luz, tan acostumbrados a lo que nosotros ahora llamamos la oscuridad, que no la llamaríamos
por ningún nombre, en todo lo que se sugiere ser un contraste - desde el punto de vista
de la Luz. Nosotros simplemente la llamaríamos la condición natural. Esto es lo que
sucede cuando seguimos apegados, como de costumbre, a una situación cuya naturaleza
es maléfica, una situación que es peligrosa para cualquier forma de vida, una situación
que es un obstáculo o un riesgo para nuestra sociedad, o una condición en nuestras
vidas que no es conducente a la buena salud, ya sea esta salud moral, legal, espiritual o física.
Estos son los modelos y patrones en nuestras vidas que crean la condición que llamamos
apatía. Aún cuando el resultado es una conciencia culpable, cuando el acto nunca llega
a ser publicado y nosotros no tenemos que reconocerlo, nosotros todavía sentimos el
daño a nuestra pugna y honradez personal y batallamos para crecer, o sea salir, fuera
del mismo. Y en ésta condición nosotros desatamos vía de dónde viene la Luz , y, por
supuesto, de aquí en adelante somos incapaces de priorizar
los sucesos importantes de nuestras vidas.
Cuando Miro hacia tras a un tiempo dado, cuando ésta energía de la Luz del Espíritu se
puso en movimiento en mi propia vida, yo pienso en mi último natalicio. Pienso de lo
que tuvo lugar durante ese día. Todavía de mayor importancia, pienso de cómo Dios
derramo Luz sobre mi vida, ese día. Quizás ustedes ya se hayan dado cuenta, pero lo
cierto es que para la mayoría de nosotros, la fuerza del Espíritu en su totalidad es
incomprensible a nuestras mentes limitadas. Pero, ese día, en mi cumpleaños,
para ayudarme a tener por lo menos un rastro de conocimiento parcial de lo que tuvo
lugar, La Luz Divina de la fuerza del Espíritu me trajo claridad y comprensión,
EL DÍA DE MI CUMPLEAÑOS
En el momento de escribir las palabras del suceso que sigue, hacían sólo unas horas que me
había convertido en un terrícola un año más vieja. Mi día de nacimiento es el 11 de Septiembre. Y,
en el 2001, en ese mismos día, en los coordinantes de ese punto del universo que llamamos
Los Estados Unidos acababan de ser sacudidos por un horror indescriptible.
Al regresar del trabajo a casa, esa noche, mi reacción inmediata ha sido la de ir a un espacio
privado que tengo en mi habitación y empezar a rezar, internamente, por seis miembros de
mi familia que yo estaba segura de que habían muerto, y por otros diez quienes vivían y trabajaban
en las inmediaciones del lugar del trágico y brutal ataque terrorista contra los Estados Unidos.
En el espacio privado de mi habitación donde rezo, y en la privacidad de la habitación de
mi ser interno, he pedido, en silencio, que se derramase la luz sobre nuestras vidas.
Recuerdo que en ese momento yo quería conocer el meollo del esquema de las cosas.
Entonces, al enfocar mi mirada en el emblema de La Cruz con sus rosas, durante un
fugaz instante, he visto el cuerpo de Jesucristo presidiendo un coro de ángeles. Éstos,
lo mismo que Él, llevaban vestiduras que semejaban hechas de lino brillante. Era un
vestido blanco eléctrico, no ajustado pero que parecía delinear lo que estoy
acostumbrada a considerar una forma física humana.
Allí, de pie sobre la base de los escombros, cerca de y rodeando las dos Torres Gemelas
de Nueva York, habían treinta y dos ángeles, más Jesucristo. De repente noté, o sea he
visto que, por delante del corazón de Éste, brotaba una hebra trenzada con hilos dorados.
Desde mi punto de referencia, ésta hebra trenzada de hilos dorados parecía penetrar en
el corazón de cada ángel, traspasando por atrás, y por la parte frontal del mismo.
Penetraba individualmente en el corazón de cada ángel dejando entre medio un espacio
de unos seis o ocho pies, creando así una cadena angélica con una longitud
de varias millas de hilo dorado trenzado.
No fui capaz de ver sus manos, pero cada ángel estaba sujeto a la hebra trenzada de hilos
dorados, a unas cuantas pulgadas de la salida por la parte frontal del corazón. Parecía
casi como si alguien o algo agitase la hebra dorada con manos invisibles enfrente de
cada ángel. He visto que, cuando un ángel hacía un movimiento con su porción de
hebra dorada, un determinado número de Almas Celestiales se elevaba de los cuerpos
muertos que habían encima, debajo, dentro y entre los escombros. visto también cómo cada ángel saludaba a cada Alma como si se tratase de un miembro de
su familia. Los he oído luego susurrar: “el padre de”, “la madre de”, “el hijo de”,
“la hija de”, “el hermano de”, “el tío de”, etcétera. Cada alma, tras haber sido
identificada, se prendía a la hebra dorada frente al ángel correspondiente.
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