Francisco Nieto Vidal
Debería ser muy común que todo ser humano, tarde o temprano, se preguntase qué necesidad puede
haber para que exista el mal si todo ha sido creado por Dios que representa el bien, o quizás
¿por qué Dios permite que exista el diablo y que éste esté siempre tentándonos? El esoterismo
explica que el verdadero hombre es un Espíritu creado y “separado” temporalmente de Dios
para que, a través de una involución hacia el mundo físico y una evolución hacia los mundos
espirituales, adquiera unos cuerpos y una conciencia propia como individuo para así poder
desarrollar los poderes latentes que, como Espíritu, tiene. Así es que, ese Espíritu se hace
persona y a través del Renacimiento y la Ley de Consecuencia va evolucionando hasta
que su desarrollo espiritual alcance el propio Mundo de Dios ¿y esto por qué? Pues porque
si no fuera a través de reconocerse como individuo (adquirir la conciencia de “Yo”) y si no
fuera porque en el mundo físico pasa por infinidad de vidas de experiencia en diferentes sexos
y épocas, se quedaría tal y como lo creó Dios, o sea, con todos los poderes de Dios latentes
pero sin conciencia de ser un dios en formación y sin aprender nada ni como persona ni como
alma. Esto es algo así como si tuviéramos un hijo y lo dejáramos aislado del mundo con todo
lo que necesite pero sin nadie que le explique cómo utilizarlo. El hombre es un
diamante en bruto que se está puliendo vida tras vida.
En un pasado muy lejano llamado en ocultismo “Época Lemúrica”, el hombre no tenía conciencia
propia y era dirigido por los dioses (Jerarquías superiores creadas por Dios antes que a
nosotros) como un autómata, pero como debía tomar conciencia de su cuerpo y del mundo
donde vivía para poder desarrollar la voluntad y la mente y así convertirse en un ser a imagen
y semejanza de Su Creador, Dios permitió la intervención de los Ángeles Luciferes para
que les abriera los ojos ya que debían ser responsables de sus actos puesto que iban a
heredar la tierra. Jehová, junto a sus Ángeles de Luz y otras Jerarquías, nos estaban ayudando
de forma que vivíamos en el “Paraíso”, es decir, como no éramos conscientes de nuestros
cuerpos (como un niño cuando nace) ni del mundo físico porque la conciencia estaba dentro
de forma similar a cuando dormimos, no conocíamos ni la enfermedad ni la muerte, ni la
manera de procrear (éramos guiados por los ángeles cuando la época era propicia
como hacen actualmente con los animales) Así es que los Luciferes (Ángeles rezagados de sus hermanos los Ángeles de Jehová) que no
tenían medios para seguir evolucionando por no tener cuerpo físico ni cerebro, vinieron a
ayudarnos “abriéndonos los ojos” (a hacernos conscientes del cuerpo y del mundo físico
exteriorizándonos la conciencia) para que descubriéramos que teníamos dos sexos y que
podíamos ser “creadores” de otros seres como lo hace Dios. Y así el hombre cayó en la
“tentación” y conoció el mal, y se dejó llevar por los placeres, y se hizo egoísta, y muchos
se rezagaron estando hoy evolucionado en cuerpos de antropoides mientras que otros
que han progresado más ya no tienen nada que aprender ni nada que redimir y no renacen.
Los Ángeles Luciferes son tentadores por “necesidad” pero no culpables de que el hombre
callera en el mal, es cierto que lo que hicieron implica un karma que les une a nosotros pero
no es más que el karma que nosotros estamos creando respecto a los animales por
“necesidad”. Estaba previsto que el hombre tuviera un cuerpo físico con cerebro, laringe y ojos
(entre otras cosas) ellos no hicieron nada más que acelerar ese proceso en beneficio propio, por
un lado perjudicándonos pero, por otro, beneficiándonos ya que teníamos que “gobernar
responsablemente la tierra”. Fue en la Época Atlante cuando se consolidó todo esto, los
Luciferes utilizaban nuestro cerebro para beneficiarse de nuestras experiencias pero tampoco
lo hacían para dirigirnos como autómatas sino como tentadores, así el hombre cayó por
propia “voluntad” en la lujuria, el odio, la venganza, y todos los males conocidos puesto que,
al no tener desarrollada aún la mente, no sabíamos discernir entre el bien y el mal. Así el hombre
ha ido evolucionando desde más allá de la prehistoria hasta nuestros días gracias sus errores
y al desarrollo de la voluntad y de la mente.
Todos los grandes Maestros de la humanidad han pasado también otra serie de tentaciones para
llegar a ser Maestros, por ejemplo Zoroastro, Buda o el mismo Cristo. Pero estas tentaciones no
son para despertar la conciencia en el mundo físico sino en los mundos invisibles, de donde
procedemos y donde vamos cuando dormimos. Esa es la próxima etapa de la humanidad,
utilizar la mente y la voluntad para el bien, espiritualizar el carácter, y redimir (hasta no tener
deudas ni motivos para renacer) todo lo que representa el Guardián del Umbral porque mientras
no lo consigamos no podremos ser conscientes en los mundos invisibles. Así es que, gracias a los
Luciferes (Dadores de Luz) dejamos de ser autómatas y obtuvimos la independencia que nos ha
permitido ser lo que somos y desarrollar algunos poderes del Espíritu que nos permitirán ser
conscientes en esos mundos. El desear conocer nos hizo caer en el mal pero el conocimiento
nos elevará más allá de los Ángeles gracias a la experiencia personal e individual del mundo físico.
La obra de los Ángeles, arcángeles y demás Jerarquías respecto a la humanidad no ha terminado
todavía, nosotros como Espíritus hemos ido renaciendo en diferentes razas, subrazas, culturas
y países hasta llegar donde estamos, pero los Ángeles siguen ayudándonos unos y tentándonos
otros. Ahora, el papel de los más adelantados (principalmente) es algo parecido a las tentaciones
de los Maestros e Iniciados, y es que, el que entra en el sendero espiritual se encuentra en una
batalla entre lo material y lo espiritual, con la diferencia respecto a la Época Atlante de que nuestra
voluntad es fuerte y nuestra conciencia es grande gracias a todas las experiencias obtenidas
en tantísimos renacimientos. Si en aquella época poníamos todo nuestro ser en adquirir lo
material y disfrutar de los placeres de la carne, ahora debemos luchar para desarrollar el Espíritu
y disfrutar de la vida espiritual que es eterna, y eso no se consigue si no redimimos nuestro
pasado y no liquidamos nuestras deudas kármicas que nos atan al renacimiento.
Las bendiciones de Dios siempre han estado presentes, somos nosotros quienes no las
hemos apreciado o no las hemos querido ver porque nos atrae más lo material que el sacrificarnos
por la vida espiritual y a favor del bien. Sin embargo y aunque el mal nos ha servido para fortalecer
los músculos espirituales, es hora de prepararnos para el próximo combate contra el Guardián
del Umbral. En ocultismo decimos que somos dioses en formación y es cierto, pero también lo
es que el mal es un bien formación, y es que si no hubiera sido por la necesidad de vencer
el mal no hubiéramos llegado al estado de conciencia actual. Cada causa tiene su efecto y
si en el pasado creábamos más causas malas que buenas, ya ha llegado el momento de
que dejemos de crear causas malas y de que comencemos a practicar como aprendices de
dioses puesto que es la única manera de vencer a dicho Guardián del Umbral.
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