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RECOLECIONES DE UN MISTICO: CAPÍTULO IX... EL CRISTO FUTURO
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 22/05/2010 18:36

 

A Sus Pies Hay Paz

hello.gif picture by vislumbrar

EL CRISTO FUTURO

Hemos visto previamente como la humanidad en su infancia, en los tiempos

de los atlantes, vivía unida bajo la guía directa de divinos caudillos y como fue

eventualmente extraída del agua y colocada un una atmósfera clara y límpida

donde la separación de cada individuo, de todos los demás, fue de súbito

visible.

"Dios es Luz", la luz que se transformó en vida en el hombre. Era todo oscuro

y difuso acromáticamente en la densa atmósfera de los primeros atlantes,

incolora como en el aire en un día de niebla espesa de esta época y de ahí la

unión de todos los seres que vivían en aquella luz. Pero cuando el hombre se

levantó de las aguas; cuando emergió en el aire donde la manifestación de

Dios, la Luz ,era refractada en multitud de matices, esta luz de coloración

variada, fue de modo diferente absorbida por cada individuo. Así se inauguró

la diversidad al contemplar la raza humana el grandioso arco iris con sus

hermosos y variadísimos colores. Aquel arco puede ser considerado, por lo

tanto, como el umbral de la puerta de entrada a "la tierra de promisión" o sea

el mundo como está actualmente constituído. Aquí la luz de Dios no es ya más

el insípido tinte de los primitivos atlantes. El actual despliegue asombroso de

colores nos dice que la consigna de la edad presente es la segregación y, como

consecuencia, mientras permanezcamos en la condición actual bajo la ley de

ciclos alternos, de donde provienen el verano y el invierno, el flujo y reflujo,

unos a otros sucediéndose con inquebrantable secuencia, mientras el arco de

Dios se vea en el cielo, emblema de la diversidad, estaremos todavía en los

tiempos del reinado del hombre y el reinado de Dios estará en suspenso.

Sin embargo, tan seguro como que las condiciones edénicas sobre las cuales

las islas de fuego en movimiento de la antigua Lemuria, terminaron en la

separación de los sexos, expresando cada uno un elemento del fuego creador y

haciendo la unión del hombre y la mujer tan necesario a la generación del

cuerpo, como la unión del hidrógeno y del oxígeno lo es para la producción

del agua y tan seguro como que la emergencia de la atmósfera acuosa de los

atlantes al ambiente aireado de Ariana, el mundo de hoy, promovió más y más

la segregación en naciones separadas y en individuos que pelean unos contra

los otros (porque las formas agudamente diferentes que comportan les

impulsan, cegándoles, a la inalienable unidad de cada alma con respecto a las

demás) tan ciertamente también, la condición de este mundo dará lugar a un

"nuevo cielo y a una nueva tierra, donde morará la justicia".

En los primeros tiempos de la Atlántida vivíamos en los valles más profundos

de la tierra, donde la niebla era más densa; respirábamos por medio de agallas

y nos hubiese sido imposible vivir en una atmósfera parecida a la que

actualmente habitamos. En el transcurso del tiempo, el deseo de exploración

causó el invento de buques aéreos, que fueron accionados por las fuerzas

expansivas de los granos en brotación. La historia del "arca" es una

rememoración corrompida de aquel hecho. Aquellos buques realmente

funcionaron sobre las crestas de las montañas en las que la atmósfera más

enrarecida les permitía sustentarse. Hoy flotan nuestros buques sobre el

elemento en que los buques atlánticos estuvieron en inmersión. Hemos

practicado varios medios de propulsión que nos permiten remontarnos sobre

las partes más elevadas de la tierra que actualmente ocupamos, comenzando a

alcanzar la atmósfera para conquistar este elemento como subyugamos a las

aguas y, tan seguramente como nuestros antecesores atlánticos hicieron un

bello camino del líquido elemento en que respiraban y se elevaron sobre las

aguas para vivir en otro elemento, del mismo modo nosotros conquistaremos

el aire y nos elevaremos por encima de él hacia el elemento recién descubierto

que llamamos éter.

En efecto, cada edad tiene sus condiciones peculiares y sus leyes; los seres

evolutivos tienen una constitución física apropiada al ambiente de su edad,

pero se ven dominados por las fuerzas de la naturaleza que prevalecen

entonces, hasta aprender a conformarlas a sus deseos. Entonces estas fuerzas

llegan a ser servidores del más alto valor, como por ejemplo, el vapor y la

electricidad, que, parcialmente, hemos conquistado. La ley de la gravedad nos

sujeta todavía con su poderosa garra, aunque por medios mecánicos probamos

de escaparnos hacia un nuevo elemento. En tiempos no lejanos alcanzaremos

el dominio del aire, pero así como en los tiempos de los atlantes flotamos

sobre las montañas de la tierra a causa de la flotación insuficiente de los

buques que no permitían levantarse más alto sobre la niebla de aquellas alturas

y a causa de que la respiración era defectuosa, así también la creciente

rarificación de nuestra atmósfera actual nos impedirá el entrar en "el nuevo

cielo y en la nueva tierra" que están llamados a ser el escenario de la Nueva

Dispensación.

Antes de alcanzar aquel estado, han de tener lugar cambios físicos, igual que

morales y espirituales. El texto griego del Nuevo Testamento no deja duda

alguna respecto a este punto, aunque la falta de conocimientos de las

enseñanzas de los misterios, impedía a los traductores de apuntarlo así en la

versión inglesa. Si solamente hubiéramos creído la Biblia como actualmente

está, nos hubiéramos ahorrado muchas desilusiones y mucho malestar

concernientes a esta época.

No pocas sectas han dispuesto de sus bienes por anticipado al advenimiento de

Cristo en cierto día y han sufrido después grandes privaciones. Algunos

intrigantes se han hecho pasar por Cristo y aún por Dios, se han casado,

fundado familias y han muerto, dejando a sus hijos, que eran supuestos

Cristos, para que pelearan por su reinado; un gobierno temporal se vio

obligado a ocultar a uno de estos Cristos militantes en un islote del

Mediterráneo y otro en una ciudad asiática donde está bajo una vigilancia

militar. No hay indicios de que en el provenir falten semejantes farsantes,

mejor dicho, la sacrílega impostura tiende a extenderse.

"Podemos estar seguros de que los divinos guías de la evolución no se

equivocaron al dar la Religión Cristiana al mundo occidental, la más avanzada

enseñanza, a los más precoces de la raza humana". Puede ser, pues,

considerado como lamentable el que una organización se proponga injertar

una religión india (que es excelente para el pueblo a quien fue divinamente

dada) en nuestro pueblo. Los ejercicios indios de respiración, importados entre

nosotros, han mandado ciertamente a mucha gente a los manicomios.

Si creemos las palabras de Cristo: "Mi reino no es de este mundo" (Kosmos, la

palabra griega empleada que significa "orden de cosas", antes bien que nuestro

planeta, la Tierra, que se llama "gea"), sabremos mejor cómo buscar a Cristo

hoy.

"La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios" como tampoco

pudieron los seres que respiraban por medio de agallas, de los tiempos

primeros Atlánticos, vivir bajo las condiciones naturales que prevalecen en la

edad presente en que el "reino del hombre" existe. Pablo, hablando de la

resurrección, no dice, como en la traducción inglesa: "Hay un cuerpo natural y

hay un cuerpo espiritual". 1ª Cor. 15:44; Él afirma y dice en los versículos

precedentes como es generado de una "semilla", de la misma forma que lo

explican las enseñanzas rosacruces. La Biblia afirma que nuestros cuerpos son

corruptibles. (También enseña que un órgano, que es el corazón, es una

excepción. Esto hace referencia al Átomo simiente del corazón. Ps. 22:26.)

Por consiguiente nuestros cuerpos han de cambiar antes de que Cristo pueda

venir.

Si estas cosas fuesen creídas, pocos serían los que correrían tras impostores,

los cuales tendrían sus trabajos por penitencia. Pero los periódicos

occidentales, desgraciadamente, prestan crédito a tales intrigantes aunque

mirándoles siempre como cosa de broma hasta donde pueden, pues sería

ridículo creer que el Ser, grande y sabio que guía la evolución pudiese

alcanzar tan poco en su previsión, hasta no saber que el mundo occidental

nunca aceptará el vástago de lo que él considera como una semibárbara carrera

por su Salvador.

Cuando se llevaban a cabo los preparativos, hace 2.000 años, para la

encarnación del Salvador del mundo, Galilea era la Meca de los espíritus

errantes. Hacia allá se congregaban gentes de Asia, África, Grecia, Italia y de

todas las demás partes del mundo de aquellos tiempos. Las condiciones de

aquellos lugares eran excepcionalmente congénitas y atractivas de manera que,

como lo han declarado varios eruditos que han investigado el asunto, Galilea

era tan cosmopolita como la misma Roma. Fue, de hecho, el "crisol de fusión"

de aquellos días. Entre otros, José y María, los padres de Jesús, habían

emigrado de Judea a Nazareth de Galilea, antes del advenimiento de su

primogénito y el cuerpo generado en aquel ambiente fue diferente al del tipo

de la raza judía.

Es un hecho incontrovertible que el medio ambiente juega una gran parte en la

evolución. Tenemos hoy sobre la tierra tres grandes razas. Una, la negra, tiene

el cabello que es liso en su sección y la cabeza es larga, estrecha y alisada por

sus lados. La órbita del ojo es también larga y estrecha. Los negros descienden

de la raza Lemúrica.

Los mongoles y pueblos parecidos tienen la cabeza redonda. Su cabello es

redondo en su sección y las órbitas de sus ojos son redondos igualmente. Son

los remanentes de la raza atlántica.

La raza aria posee cabello ovalado, cráneo ovalado también y las órbitas de

sus ojos son ovaladas igualmente; siendo estos los rasgos especialmente

pronunciados en los anglo-sajones, que son la flor de la raza actualmente.

En América, la Meca de las naciones de hoy día, estas varias razas están

naturalmente representadas. Esta es el "crisol" en el que se están

amalgamando. Ha sido constatado que aquí existe una notoria diferencia en

los hijos pertenecientes a la misma familia. Los cráneos de los hijos más

jóvenes nacidos en América son más cercanos al óvalo que los de sus

hermanos y hermanas nacidas en el territorio de su procedencia emigratoria.

De estos hechos y de otros que no es necesario mencionar aquí parece

evidente que una nueva raza está naciendo en el continente americano; y

razonando por el hecho conocido de que Cristo vino del sitio más cosmopolita

del mundo civilizado de hace 2.000 años, no es sino lógico esperar que si una

nueva encarnación fuese buscada para este exaltado Ser, su cuerpo sería más

que probablemente formado de la raza nueva más bien que de la antigua. En

otras palabras, si fuese conveniente y virtuoso el obtener un Salvador de una

raza de las más viejas, ¿por qué no buscar un negro o un hotentote?...

Pero podemos estar seguros de que aunque los impostores defrauden por más

o menos tiempo, siempre son desenmascarados tarde o temprano y sus planes

quedan reducidos a la nada. Mientras tanto, el progreso continúa llevándonos

más cerca de la Edad Acuaria y un Maestro está viniendo para dar a la

Religión Cristiana nuevo ímpetu en una nueva dirección.

 

 

 
 


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