Cuando hablamos de la "Edad Futura", del "Nuevo Cielo" y de la "Nueva
tierra", mencionados en la Biblia y también de la Edad de Acuario, la
diferencia no aparecerá clara en las mentes de nuestros estudiantes. La
confusión de los términos es uno de los terrenos más fértiles para la falacia y
las enseñanzas Rosacruces procuran y se esfuerzan en evitarlo por medio de
una nomenclatura determinada. Algunas veces un esfuerzo extraordinario se
hace necesario para disipar la niebla engendrada por las corrientes de
concepciones nebulosas de autores tan sinceros como el que esto escribe, pero
no tan afortunados en ganar acceso a las incomparables Enseñanzas de la
Sabiduría del Occidente.
En nuestros escritos se ha dicho que cuatro grandes épocas de desarrollo han
precedido al presente estado de cosas; que la densidad de la tierra, sus
condiciones atmosféricas y las leyes de la naturaleza que prevalecieron en una
época determinada, fueron tan diferentes a las de las otras épocas, así como la
correspondiente constitución física de la raza humana en cualquier época
difería de la de las otras.
Los cuerpos de Adam (este nombre significa tierra roja), la humanidad de la
incandescente Lemuria, fueron formados "del polvo de la tierra", de aquel
barro caliente, rojo, volcánico y estaban adaptados justamente a aquel
ambiente. La carne y la sangre se hubieran sublimado con el terrible calor de
aquellos días y aunque estén ahora adaptadas a las condiciones actuales, Pablo
nos dice que ellas no pueden heredar el reino de Dios. Es, por consiguiente
natural, suponer que, antes de que un nuevo orden de cosas pueda ser
inaugurado, la constitución física de la raza humana debe ser radicalmente
cambiada, sin decir nada de las condiciones espirituales.
Millones de años serán necesarios para regenerar la totalidad de la raza
humana y adaptarla para vivir en cuerpos etéreos.
Por otra parte, tampoco un nuevo ambiente entra de golpe a la existencia, sino
que la tierra y la humanidad evolucionan al compás desde el principio y los
más primitivos comienzos. Cuando las nieblas de la Atlántida comenzaron a
densificarse, algunos de nuestros antepasados ya habían desarrollado
pulmones embrionarios y se vieron empujados a las tierras altas años y años
antes que sus contemporáneos. Estuvieron errando en "el desierto" mientras la
"tierra prometida" emergía desde las más ligeras brumas y, al mismo tiempo,
sus pulmones en crecimiento se iban habituando a la existencia bajo las
condiciones atmosféricas de entonces.
Otras dos razas nacieron en los valles de la tierra antes de que una sucesión de
diluvios les empujase hacia las tierras altas; el último diluvio tuvo lugar
durante el tiempo en que el Sol entró en el signo acuático de Cáncer, hará
aproximadamente unos diez mil años, como le dijeron a Platón los sacerdotes
egipcios. Así vemos que no hay un cambio súbito de constitución o medio
ambiente para la raza humana entera cuando una nueva época se introduce,
sino una gradual mejora de las condiciones que hacen posible que la mayor
parte de la raza, por progresivo ajustamiento, pueda entrar en la nueva
situación, aunque el cambio pueda parecer súbito al individuo, cuando en
realidad, el cambio preparatorio ha sido inconscientemente llevado a cabo. La
metamorfosis de un renacuajo, de un habitante del líquido elemento,
transformado en uno del aire, nos da una analogía del pasado y la
tranformación del gusano en mariposa elevándose por el aire, es un símil
apropiado de la edad futura. Cuando el celeste marcador del tiempo entró en
Aries por precesión, comenzó un nuevo ciclo y Cristo predicó la "Buena
Nueva". Afirmó que el nuevo cielo y la nueva tierra no estaban todavía
preparados para nosotros al decir a sus discípulos: Cuando yo me vaya ahora,
no podréis seguirme, pero me seguiréis después. Voy a preparar un sitio para
vosotros y vendré otra vez y os recibiré.
Más tarde, Juan vio en éxtasis la nueva Jerusalén descender del cielo y Pablo
enseñó a los de Tesalia, por la palabra de Dios, que aquellos que a su venida
fuesen Cristos serían citados en el aire para encontrarse con Él y estar con Él
para siempre.
Pero durante este cambio hay precursores que entran en el reino de Dios antes
que sus contemporáneos. Cristo, en Mateo, 11:12, dijo que: "El reino del cielo
es factible de ser asaltado y que los audaces lo toman a la fuerza". Esto no está
correctamente traducido. Debería ser: "El reino de los cielos ha sido invadido
(biaxetai) y los invasores se apoderan de él" Hay hombres y mujeres que han
aprendido ya, por medio de santas y misericordiosas existencias, a dejar a un
lado el cuerpo de carne y sangre, -ya intermitente, ya permanentemente- y
recorrer los cielos con alados pies, atentos a los asuntos de su Señor, provistos
de los etéreos "vestidos de boda" de la nueva dispensación. Este cambio puede
ser obtenido por una vida de simple misericordia y oración, tal y como lo
practican los cristianos, sea cual sea la iglesia a la que estén afiliados, e
igualmente por la práctica de unos ejercicios específicos dados por La
Fraternidad Rosacruz. Éstos serán, sin embargo, estériles de todo fruto si no
van acompañados de constantes actos de amor, pues el amor será la tónica y el
fundamento de la Edad Futura, como la ley lo es de la presente. La
manifestación intensa del amor aumenta la fosforescente luminosidad de los
éteres del cuerpo vital, las corrientes ígneas cortan la trabazón con la espiral
de la mortalidad y el hombre, una vez nacido del agua, en el tiempo de su
emergencia de la Atlántida, nace ahora del espíritu para el reino de Dios. La
fuerza dinámica de su amor le ha abierto un camino para la tierra del amor y es
indescriptible el regocijo entre los que ya han llegado cuando se presentan
nuevos invasores, puesto que cada nueva llegada apresura la venida de Dios y
el establecimiento definitivo de su reino.
Entre los inclinados a la religión se escucha un grito definido e incesante:
"¡Cuán largo, Señor, cuán largo...!" Y a pesar de la afirmación enfática de
Cristo de que el día y la hora son desconocidos hasta para Él mismo, hay
profetas y videntes que siguen ganando crédito, cuando anuncian Su venida
para una fecha determinada, aunque cada uno de ellos queda desconcertado al
ver que el día señalado pasa sin resultado. Esta cuestión ha sido también
debatida entre nuestros aspirantes y este capítulo no es más que un intento de
demostrar la falacia que existe en esperar el Segundo Advenimiento para
dentro de un año, de cincuenta o de quinientos. Los Hermanos Mayores
rehusan ir más lejos y se atienen a señalar lo que se ha de llevar a cabo
primeramente.
En los días de Cristo, el Sol estaba en los siete grados de Aries. Fueron
necesarios quinientos años para llevar la precesión al trigésimo grado de
Piscis. Durante aquel tiempo la nueva iglesia vivió en medio de violencias
ofensivas y defensivas que justificaron plenamente las palabras de Cristo: "Yo
no vine a traer paz sino una espada". Mil cuatrocientos años más han
trancurrido bajo la influencia negativa de Piscis , lo cual ha fomentado el
poder de la Iglesia y ha maniatado al pueblo por medio de credos y dogmas.
Sobre la mitad del siglo pasado el Sol entró en la órbita de influencia del signo
científico de Acuario y aunque serán necesarios casi seiscientos años más,
antes de que comience la Edad Acuaria, es muy significativo y de alta
instrucción, notar los cambios que aquella mera entrada ha traído al mundo. El
limitado espacio de que disponemos nos impide enumerar los maravillosos
adelantos que se han obtenido desde entonces, pero no está de más afirmar que
la ciencia, la inventiva y la industria resultante de ellas, han variado
completamente el mundo, su vida social y sus condiciones económicas. Los
grandes pasos dados por los medios de comunicación han hecho mucho para
derribar las barreras del prejuicio de raza y nos están preparando para
acondicionarnos a una Fraternidad Universal. Los medios de destrucción se
han hecho tan pavorosamente eficaces que las naciones militantes se verán
forzadas en adelante "a fundir sus espadas para hacer de ellas rejas de arado y
sus lanzas en podaderas". La espada ha tenido su reino durante la Edad de
Piscis pero la ciencia regulará la Edad Acuaria.
En la tierra de la puesta del Sol podemos esperar ver primeramente las ideales
condiciones de la Edad Acuaria: Una amalgama de religión y de ciencia, que
forme una ciencia religiosa y una científica religión, será la promotora de la
salud, la felicidad y el goce de la vida en abundante medida.
EL AZÚCAR POR ALCOHOL
En el capítulo que dilucida la ley de la Asimilación en el "Concepto Rosacruz
del Cosmos", afirmamos que los minerales no pueden ser asimilados a causa
de carecer de cuerpo vital, carencia que hace imposible al hombre elevar su
tono vibratorio a su propio grado. Las plantas tienen un cuerpo vital, pero no
conciencia propia, de aquí que sean más fácilmente asimiladas y permenezcan
dentro del hombre más que las células de carne animal, que están impregnadas
por un cuerpo de deseos. La proporción o tono vibratorio de esta última es alta
y se requiere mucha energía para su asimilación; sus células escapan también
rápidamente y hacen necesario para el comedor de carne, el alimentarse a
menudo.
Sabemos que el alcohol es un "espíritu extraño" y un "espíritu de decaimiento"
porque es generado por fermentación ajena al sistema del consumidor. Siendo
"espíritu" vibra con tal intensidad que el espíritu humano es incapaz de
regularlo y de controlarlo como hace con los alimentos y de ahí que el
metabolismo sea nulo.
Pero hay más, desgraciadamente, así como nosotros no podemos reducir su
grado de vibración al de nuestro cuerpo, este espíritu hace acelerar los
nuestros y controlarnos, como ocurre en el caso del estado de embriaguez. Así,
pues, el alcohol es un gran peligro para la raza humana y uno de los que
debemos apartar de nosotros antes de que podamos concebir nuestra
naturaleza divina.
Un espíritu estimulante es necesario mientras vivimos bajo una dieta de carne
o el progreso se estacionaría y un alimento ha sido facilitado a los precursores
del Oeste que llena todos los requisitos: su nombre es "azucar". Del azucar el
"ego" genera alcohol "dentro" de su sistema por el mismo proceso del
metabolismo. Este producto es, por consiguiente, tan alimenticio como
estimulante, acoplado perfectamente al grado vibratorio del cuerpo. Tiene
todas las buenas cualidades del alcohol en grado superlativo pero ninguno de
sus inconvenientes. Para juzgar propiamente el efecto de este alimento basta
observar los pueblos de la Europa Oriental donde se consume muy poco
azúcar. Están esclavizados; hablan de ellos mismos en términos
despreciativos; el pronombre "yo" se escribe siempre con minúscula y en
cambio con mayúscula el "Usted". Inglaterra consume cinco veces más azúcar
por habitante que Rusia. En aquélla encontramos un espíritu diferente, el
mayúsculo "Yo" y el minúsculo "usted".
En América las pastelerías son cada día rivales más peligrosos de los cafés y
tabernas, pués el hombre que come dulces, no bebe y no hay cura mejor para
el alcoholismo que inducir al que lo sufre a consumir la mayor cantidad
posible de dulces. El borracho aborrece el azúcar, sin embargo, mientras su
sistema permanece bajo la tutela del "espíritu extraño".
El movimiento de continencia fue comenzado en la tierra donde más azúcar se
consume y ha generado el espíritu del propio respeto.