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RECOLECIONES DE UN MISTICO: CAPÍTULO XI...LA COMIDA Y LA BEBIDA COMO FACTORESEN LA EVOLUCIÓN
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De: moriajoan (Mensaje original) |
Enviado: 23/05/2010 12:30 |
LA COMIDA Y LA BEBIDA COMO FACTORES
EN LA EVOLUCIÓN
En anteriores capítulos hemos visto como la humanidad infantil era cuidada
por guardianes sobrehumanos, provista del alimento apropiado, conducida por
el buen camino y escoltada en todos los aspectos hasta crecer y alcanzar la
estatura humana, pronta a entrar en la escuela de la experiencia para aprender
las lecciones de la vida en el mundo fenomenal. Hemos visto asimismo como
el arco iris señala las leyes naturales peculiares a la edad presente y como fue
dado al hombre el libre albedrío bajo estas leyes para enardecer y estimular su
tímido y asustadizo espíritu, animándole para la guerra del mundo.
De manera análoga ocurre con el niño irresponsable que ha sido conducido a
las aguas bautismales por sus guardianes naturales y que es vigilado durante
los años de su infancia mientras sus diferentes vehículos se están organizando.
Al agotarse la sangre paterna almacenada en la glándula "thymus" y
emanciparse así el niño de sus padres, despierta a la individualidad, al
sentimiento del "yo soy". Ha sido preparado con un conocimiento del bien y
del mal con que soportar la batalla de la vida, y en este tiempo se lleva a la
juventud a la iglesia y se le da el pan y el vino que le vigorizan y alimentan
espiritualmente y también como un símbolo de que, en adelante, es un agente
libre, responsable solamente ante las leyes de Dios. Una maldición o una
bendición será esta libertad, según el uso que de ella se haga.
En los primeros atlantes la humanidad no era más que una fraternidad
universal de criaturas obedientes, sin incentivo alguno de guerra ni disputa.
Más tarde fueron segregándose las naciones y las guerras inculcaron la lealtad
a la familia y a los países. Cada soberano fue un autócrata absoluto con poder
sobre las vidas y haciendas de sus súbditos, que se contaban por centenares de
millones y que rendían sumisión de esclavos y sin murmuración alguna,
actitud conservada hasta estos tiempos entre los millones de asiáticos, que son
vegetarianos y que no necesitan por consiguiente alcohol.
A medida que el comer carne se puso en boga, el vino llegó a ser una bebida
más y más común. Como consecuencia de comer carne, un excelente e
importante progreso material se llevó a cabo inmediatamente antes del
advenimiento de Cristo, y a causa de la práctica de beber vino, un número
cada vez mayor de hombres se revelaban como directores, resultando que, en
vez de pocas grandes naciones como pueblan el Asia, se formaron muchas
pequeñas nacionalidades, en la porción Sudoeste de Europa y Asia Menor.
Pero aunque la gran masa de gente que formó estas varias naciones, iban a la
cabeza de sus hermanos asiáticos como artífices, continuaron obedientes a sus
gobernantes y vivieron en sus tradiciones tanto como aquéllos. Cristo les
vituperó porque se jactaban de ser de la semilla de Abraham. Él les dijo que
"antes que Abraham fuera, yo soy", esto es, El "ego" ha existido siempre.
Es su misión emancipar a la humanidad de la ley y conducirla al amor, destruir
"los reinos de los hombres" y sus antagonismos mutuos, construyendo sobre
sus ruinas "el reinado de Dios". Una pequeña explicación pondrá esto más en
claro.
Si tenemos varias construcciones de ladrillo y queremos convertirlas en un
edificio mayor, es necesario derribarlas previamente y limpiar cada ladrillo del
mortero que los une entre sí. De idéntica manera, cada ser humano ha de ser
libertado de los grilletes de la familia y por esto enseñó Jesucristo que: "A
menos que el hombre deje su padre y su madre no puede ser mi discípulo".
Debe sobreponerse al partidismo religioso y al patriotismo y aprender a decir
con el calumniado y mal comprendido Tomás Paine: "El mundo es mi patria y
hacer el bien es mi religión".
Cristo no quiso significar que debamos abandonar a aquellos que pueden
pedirnos apoyo o socorro, sino que no debemos permitir la supresión de
nuestra individualidad más allá de la deferencia por las tradiciones familiares
y creencias.
Por consiguiente Él vino no a traer paz, sino una espada, y a la par que las
religiones orientales rechazan el uso del vino, el primer milagro de Cristo
consistió en cambiar el agua en vino. La espada y la copa de vino son atributos
de la religión Cristiana, pues con su ayuda las naciones se han despedazado y
los individuos se han emancipado. El gobierno por el pueblo y para el pueblo
es un hecho en la Europa Occidental y sus conductores lo son más de nombre
que de hecho.
Pero la nutrición de un espíritu marcial, tal como el que prevalece en Europa,
fue solamente un medio para conseguir un fin. La segregación que ha causado
debe dar lugar a un régimen de fraternidad como el que profesó Paine. Un
nuevo paso era necesario para hacer esto más cercano; hubo necesidad de
hallar un nuevo alimento que actuara sobre el espíritu de tal guisa, que
alimentara la individualidad por medio de una afirmación de sí mismo sin
opresión de otros y sin pérdida del propio respeto.
Hemos enunciado como ley que solamente el espíritu puede obrar sobre el
espíritu y por consiguiente este alimento debe ser un espíritu, pero difiriendo
en otros aspectos de los embriagantes.
Antes de describirlo permítasenos ver lo que ha hecho la carne por la
evolución del mundo.
Hemos observado previamente que durante la Época Polar el hombre poseía
únicamente un cuerpo denso; era como los actuales minerales en este aspecto
y, por temperamento, era inerte y pasivo como ellos.
Absorbiendo los cristaloides preparados por las plantas desarrolló un cuerpo
vital durante la Época Hiperbórea y llegó a ser como el vegetal, tanto en
constitución como en naturaleza, pues vivió sin afirmación propia y tan
inconscientemente como las plantas.
Más tarde extrajo la leche de los entonces estacionarios animales. El deseo de
este alimento más fácilmente digestible espoleó su esfuerzo y gradualmente su
naturaleza de deseos evolucionó durante la Época Lemúrica. Así vino a ser
constituído como el reino herbívoro actual. Aunque poseyendo una naturaleza
pasional, era dócil y no podía ser inducido a la pelea más que para defenderse
a sí mismo, a su compañera y a su familia. Tan sólo el hambre tenía el poder
de hacerlo agresivo.
Posteriormente, cuando los animales comenzaron a moverse y procuraron
eludir un parásito tan cruel para ellos, la dificultad creciente de obtener el
codiciado alimento, aumentó su anhelo a tal extremo, que cuando hubo cazado
y apoderado de un animal, ya no se contentó con sorber sus ubres hasta la
última gota, sino que comenzó a alimentarse con su sangre y con su carne. Así
llegó a ser tan feroz como lo es el carnívoro de hoy en día.
La digestión del alimento carnal requiere una acción química mucho más
poderosa y una eliminación más veloz del residuo que aquella producida por
una dieta vegetal, como lo prueba el análisis químico de los jugos gástricos de
los animales y el hecho de que los intestinos de los herbívoros son muchas
veces más largos que los de los animales carnívoros de igual tamaño. Los
carnívoros se quedan prontamente adormecidos y aborrecen el esfuerzo.
Aguijoneado por la espuela del hambre el lobo feroz persigue, sin duda, a su
presa con firme perseverancia y el brinco del rey de los animales supera en
mucho a la velocidad del gamo de pies alados. Por medio de la emboscada la
familia de los felinos anula a los más veloces, en sus esfuerzos para escaparse.
La astucia de la zorra es proverbial y las costumbres de la hiena de escurrirse
en la noche, al igual que toda su parentela de devoradores de carroña, dan
muestras de la profundidad de la depravación resultante de una dieta de carne
putrefacta.
Los vicios generados por la ingestión de la carne, pueden resumirse en laxitud,
ferocidad, baja astucia y depravación. Nos es posible domesticar a los
herbívoros bueyes y elefantes. Su dieta los vuelve dóciles y almacenan en sus
cuerpos un poder enorme que utilizan obedientemente a nuestro servicio,
llevando a cabo arduos y prolongados trabajos. El alimento carnívoro
requerido por las peculiaridades constitucionales de la especie de animales de
presa, los hace peligrosos e incapaces de una domesticación completa. Un gato
puede arañar en cualquier momento y las ordenanzas municipales en las
ciudades son una prueba evidente del peligro de los perros. Además, la energía
contenida en la dieta de los carnívoros se expande tan ampliamente en la
digestión, que son somnolientos y poco apropiados para trabajos intensivos
como lo son los caballos o elefantes.
La pesadez que sigue a una fuerte comida de carne es demasiado conocida
para justificarla con argumentaciones, y la costumbre de tomar estimulantes
con el alimento es sólo una consecuencia del deseo de contrarrestar los
mortales efectos de la carne muerta. El efecto intensificado de celebrar fiestas
a base de carne en avanzado estado de descomposición es suficientemente
ilustrado en la alta sociedad en que los banquetes de caza "descompuesta" se
acompañan de orgías de la más salvaje naturaleza y son seguidas de la
satisfacción de los más viles instintos.
El occidental que puede vivir de una dieta limpia, dulce y nutritiva, de
vegetales, cereales y frutas, no se vuelve somnoliento a causa de su
alimentación; no necesita estimulante alguno. Ningún vegetariano es borracho.
Los sedantes efectos del alimento vegetal se manifiestan en sentimientos más
finos que reemplazan la ferocidad alimentada por la carne. Hay muchos que
necesitan todavía una dieta mixta, pero la práctica de comer carne ha
adelantado el progreso humano más que cualquier otra cosa, excepto, acaso, su
vicio hermano... la embriaguez; y aunque no podamos decir que sean
bendiciones disfrazadas, no han sido tampoco horrorosas maldiciones, ya que
en el reino del Padre todo lo que parece malo trabaja para el bien, de una
manera o de otra, a pesar de que no sea aparentemente así en la superficie. A
continuación veremos cómo.
Una corporación privada, la Compañía de la India del Este, comenzó y
prácticamente terminó, la subyugación de la India con sus trescientos millones
de habitantes, pues los ingleses son voraces comedores de carne mientras que
la dieta india procura la docilidad. Pero cuando Inglaterra se batió con los
carnívoros boers, Grecia se encontró con Grecia y el valor desplegado por
ambas partes es una brillante demostración. El valor, tanto físico como moral,
es una virtud y la cobardía un vicio. La carne ha alimentado la propia
estimación y nos ha ayudado a desarrollar nuestra voluntad, aunque
desgraciadamente a expensas de otros seres que conservan todavía una gran
dosis de abulia. Ha hecho aún algo más, como a continuación ilustramos.
Como se ha dicho previamente, el gato se ve forzado a emplear la estrategia
para ahorrarse fuerza al procurarse una presa, de manera que pueda conservar
energía suficiente para digerir la víctima. Así el cerebro viene a ser el aliado
de la fuerza muscular. En los antiguos atlantes el deseo de la carne desarrolló
la ingenuidad del hombre primitivo y le condujo a preparar trampas para los
fugitivos habitantes del campo y del bosque. El cepo del cazador está entre los
primeros inventos para ahorrar trabajo, que marcan el principio de la
evolución del entendimiento y la batalla sin cuartel y sin flaqueza del
entendimiento alimentado de carne por la supremacía sobre la materia.
Decimos "el entendimiento alimentado de carne" y lo repetimos, porque
queremos proclamar con énfasis que las naciones que han adoptado el
alimento carnívoro son las que más notorios progresos han llevado a cabo. Los
vegetarianos habitantes del Asia quedan en los últimos rangos de la
civilización. Cuanto más al Oeste viajamos más el consumo de carne crece, así
como la poca inclinación hacia los ejercicios corporales y consecuentemente la
actividad del entendimiento se ve ascendida a un grado más y más elevado en
la invención de objetos para ahorrar trabajo. Los agricultores americanos
poseen los acres por millares y recogen cosechas mucho mayores con menos
esfuerzo que el labrador del Este, que solamente posee una pequeña porción
de terreno. La razón está en que el oriental pobre, mísero y alimentado de
grano, tiene solamente sus manos y su azadón que mueve todo el año, día tras
día, mientras que el occidental alimentado de carne y progresista, cuida de sus
campos con útiles movidos mecánicamente y se sienta tranquilamente mirando
como trabajan. Uno utiliza sus músculos y el otro su entendimiento.
Así, pués, el valor indomable y la energía que han transformado la faz del
mundo Occidental son virtudes directamente atribuíbles al alimento carnívoro
que procura también el amor a la comodidad y a la invención de útiles para
ahorrar trabajo, mientras que el alcohol estimula el espíritu de empresa en la
ejecución de planes fraguados para procurar el máximum de confort con el
mínimum de trabajo.
Pero el espíritu del alcohol se obtiene por un proceso de fermentación. Es un
espíritu de descomposición totalmente diferente del espíritu de vida en el
hombre. Este espíritu contrahecho alucina al hombre más y más, manteniendo
siempre delante de su vista sueños de grandeza y azuzándole a esfuerzos
extenuantes del cerebro y del cuerpo a fin de alcanzarlos y obtenerlos. Pero
cuando ha obtenido y alcanzado esto comprende el poco valor de todo lo que
constituye su presa. La posición frustra pronto a la ilusión respecto al valor de
lo que se haya podido adquirir; nada de lo que puede dar el mundo satisface
finalmente. Prontamente el próximo trago ahoga la desilusión y el
entendimiento se forja un nuevo sueño. Así prosigue con nuevo celo y más
altas esperanzas para encontrar el desengaño de nuevo y otra vez, existencia
tras existencia, hasta que consigue aprender que "el vino es un burlón" y que
"todo es vanidad excepto servir a Dios y hacer Su voluntad".
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