Un Sendero Hacia Vivir Con Cristo
por
Alexandra Porter, Ph. D.
La segunda parte de esta conferencia es titulada: “Pensando, Hablando y Actuando.”
Estas tres palabras son mi manera de describir las tres fases de las experiencias
de nuestro ser. Me refiero a tres fases de la evolución humana que cada ser
selecciona para sus experiencias en este planeta tierra mientras
recorre “Un Sendero Hacia Vivir Con Cristo.”
Como todos ustedes ya saben, estamos en un lugar que tiene todo lo necesario
para el aprendizaje y el crecimiento de nuestro ser. En ésta escuela terrestre se
encuentra también todo lo que ocupamos para la misión individual de cada uno de
nosotros. El proceso de las tres fases de la evolución humana es cruzado por todos
los seres humanos para su adaptación armónica. El estado de cada fase, o de cada
etapa de esa fase, depende en el individuo y en la misión de ese individuo en este planeta tierra.
Max Heindel nos ha dicho que “ La Filosofía Rosacruz enseña que
el hombre es un ser complejo que posee:
“1º Un cuerpo denso, que es el instrumento visible que emplea en este mundo
para moverse y obrar; el cuerpo que, ordinariamente, se cree que constituye todo el hombre.
“2º Un cuerpo vital, que está formado por éter, el que compenetra todo el cuerpo
visible, así como el éter compenetra todas las demás formas, salvo que el hombre
especializa una cantidad de éter mayor que las otras formas. Este cuerpo etérico
es nuestro instrumento para especializar la energía vital del sol.
“3º Un cuerpo de deseos, que forma nuestra naturaleza emocional. Este sutil
vehículo compenetra los cuerpos vital y denso a la vez. La visión clarividente lo
ve extenderse unas dieciséis pulgadas en torno del cuerpo visible, el cual está
situado en el centro de ese ovoide como la yema está en el centro del huevo.
“4º La mente, que es como un espejo reflejando el mundo externo y permitiendo
al Ego transmitir sus órdenes en forma de pensamientos, palabras y obras.
“El Ego, es el triple espíritu que emplea esos vehículos para obtener experiencia
en la escuela de la vida.” [Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas, pp. 20-21]
El umbral de este nuevo mileno esta diseñado para que las experiencias de
cada uno, de nuestros seres humanos, pueda viajar a lo largo de la Luz Divina.
Nuestro ser cambia de plano vibratorio modificando el comportamiento de sus
corrientes, a través de este sendero de luz. Los vehículos de nuestro ser se
desarrollan y cambian, durante esta modificación. Todo vibra en una frecuencia
distinta cuando esto sucede. Es una profunda y larga tarea. Es difícil, de sí mismo,
para el ser humano lograrlo por el simple deseo de estar en armonía.
Cuando hablamos de la Luz Divina , o sea, caminando a lo largo de la Luz Divina ,
el lema de ésta quinta escuela de verano, no debemos olvidar que la Luz Divina
siempre está dentro y alrededor de nosotros. Tampoco podemos olvidar que, en
muchos casos, esa luz nos lleva por un sendero donde definimos, clarificamos y
modificamos nuestros pensamientos. Este proceso nos lleva a un punto donde
nuestro estado de conciencia cambia. En este cambio, si nos damos la oportunidad,
los vehículos de nuestro ser podrán cruzar el sendero de la Luz Divina.
En nosotros los humanos el haz de la Luz Divina tiene varias maneras de subsistir y
nuestra percepción de ella la demostramos en diferentes maneras. Durante nuestro
viaje terrenal pasamos por tres fases las cuales yo llamo: Pensando, Hablando y
Actuando, pero, lógicamente, todo depende en dónde nos encontramos en el haz de la Luz Divina.
Primera fase: Pensando
Yo llamo la primera fase de la experiencia de nuestro ser “Pensando”.
Cuando pensamos todos los pensamientos que emitimos van a parar a unos depósitos
comunes para todo el mundo. Por ejemplo, cada vez que un ser humano emite un
pensamiento de Amor, Bondad, Humildad, Odio, Rencor, Codicia, Envidia, etcétera,
primeramente, esta persona está usando la Luz Divina para darle forma y vida a ese
pensamiento, y segundo, con los mismos, la persona también está llenando los
depósitos comunes; los cuales están afuera de la Luz Divina.
Me Explico:
Si tenemos la habilidad de ver ondulaciones de ondas de luz, en diferentes longitudes
o frecuencias, lo cual nos permite observar una dispersión de luces, casi siempre,
nos enfocamos en sus múltiples colores, su brillo, y todo aquello que para nosotros
defina la semejanza de esa Luz Divina. Esto sucede porque cuando observamos
una cosa, tenemos esa cosa enfrente de nosotros y es por eso que podemos
examinar las características de la misma.
Conocemos a la persona que está en esta fase porque este individuo le da mucho
valor a las apariencias, al que dirá la gente y a una imagen de cómo deben ser las
cosas, ya sea su propia imagen o las imágenes de otros.
Estas son las personas que escucharemos decir: “Fulanito, siempre
viste igual; siempre tiene el mismo traje”.
Quizás, también, escucharemos a estas personas decir: “El vestido de
Fulanita no encaja con sus zapatos.”
En esta fase otras personas suelen decir: “X no se debe hacer
porque nuestra sociedad nunca lo aceptaría.”
Estas personas también tienden comparar una cosa con otra y llegar a la conclusión
de que la que cuesta más dinero es obviamente de una mejor calidad, y así por el estilo.
En esta fase las personas también discriminan a los otros. Seleccionan sus amistades
por medio de la raza, color de la piel, el puesto en la sociedad, así como también
seleccionando o discriminando a base del idioma de las personas. Estas personas
no aceptan que las cosas no son siempre como aparentan ser. Ni tampoco pueden
comprender que la riqueza que cada uno nos trae no se puede ver en la raza, color
de la piel, posición en la sociedad, o el idioma que habla una persona.
Entonces, según va pasando el tiempo, la persona que se encuentra en esta fase
tendrá que vivir experiencias donde aprende que el o ella tiene un pedacito de esa
Fulanita cuyo vestido no encaja con sus zapatos.
Bueno, ahora bien, “¿Qué estoy diciendo?”
Les estoy diciendo que nuestros pensamientos y sus formas son muestras de la
primera fase. Además, les estoy diciendo que todo, todo comienza,... con nuestros
pensamientos. Así que ésta fase nos muestra que obviamente estamos afuera de la Luz Divina.
Como nos ha dicho Max Heindel, “Por consiguiente, nuestros pensamientos son
muchísimo más importantes que nuestros actos, puesto que si siempre pensamos
bien siempre obraremos bien. Nadie puede pensar en amar a sus semejantes, en
ayudarles y auxiliarlos espiritual, mental o físicamente sin poner en práctica esos
pensamientos alguna vez en su vida, y si nosotros cultivamos solamente esos
pensamientos, pronto veremos que la luz del Sol brilla en torno nuestro; veremos
que la gente nos recibe en la misma forma en que nosotros irradiamos, y si pudiéramos
comprender que el cuerpo de deseos (que rodea a cada uno de nosotros extendiéndose
unas dieciséis pulgadas en torno de la periferia del cuerpo) contiene todos esos
sentimientos y emociones, entonces veríamos a los demás diferentemente,
pues entonces entenderíamos también que todo lo que vemos lo vemos a
través de la atmósfera que nos hemos creado en torno nuestro,
cuyos colores todos los vemos en los demás.
“Si, entonces, vemos insignificancia y pequeñez en los demás, sería conveniente
que nos miráramos a nosotros mismos para comprobar si no es la atmósfera
que nos rodea la que da esa coloración. Veamos si no tenemos dentro de
nosotros mismos esas cualidades no deseables, y entonces comencemos
por quitarnos esos defectos.” [Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas, pp.
40-41]
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