Un Sendero Hacia Vivir Con Cristo...Y(II)
por
Alexandra Porter, Ph. D.
Ahora bien, pasemos a la segunda fase.
Otra manera de subsistir en el haz de la Luz Divina es demostrada en la segunda fase
de las experiencias de nuestro ser. Si tenemos la habilidad de sentir la Luz Divina , nos
damos cuenta de su materia, al estar consciente de su masa. Esto sucede, porque
cuando sentimos una cosa en lo más profundo de nuestro ser podemos captar sus
cualidades porque esa cosa ha tocado el punto principal de nuestro ser. Es en ese
entonces, que nos damos cuenta de su presencia y empezamos a hablar de ella definiendo
las cualidades que han tocado nuestro ser. Yo llamo esta fase “Hablando.”
En esta fase la persona se da cuenta del color y la presión de la Luz Divina ; tanto
como también todos los efectos que ella es capaz de manifestar en nuestro cuerpo físico.
Aquí no estamos hablando de ver, por ejemplo, un color rojo. Si alcanzamos a ver la Luz
Divina , si en realidad la vemos, todavía estamos en la primera fase, (¿No es cierto?)
Entonces estoy hablando de sentir la presión de algo que hemos visto; como la presión de algo
color rojo.
Siendo todo esto cierto, en ésta fase de las experiencias de nuestro ser, tenemos
una interpretación más amplia de la Luz Divina. Esto también nos muestra, que hemos
entrado o estamos entrando adentro de la Luz Divina.
Cuando aisladamente nos preocupamos por modificar el comportamiento de nuestro
ser, se debe tener una disciplina mental que nos permita eliminar los pensamientos
negativos o depresivos para que el ser pase de un plano vibratorio a otro. El serio y
continuo interés en nuestros pensamientos nos lleva en línea: más objetiva, más clara,
más analítica y quizás más profunda, hacia las tres fases de las experiencias de nuestro ser.
Cuando, en aquello que llamamos lo más profundo de nosotros, sentimos que
nuestra vida debe cambiar, empezamos un trabajo profundo de cambio y de
adaptación hacia la nueva vibración – o la nueva fase vibratoria que nos corresponde.
Esto puede ocurrir en varias formas, como: de manera armónica, o en forma alterna.
También puede ocurrir por niveles, o por etapas.
Cuando cruzamos por esta fase, primero nos encontramos justificando nuestros errores.
Decimos cosas como, “Sí Es verdad. Lo lógico seria ‘X,’ pero mi caso es diferente”.
Luego nos encontramos empezando a proyectar nuestros problemas hacia los otros.
Es aquí donde todas las personas que tocan nuestras vidas se convierten en nuestros
espejos y el individuo empieza a ver: sus fallas; las señales de desdoro, apariencias de
la falta de los atributos físicos o de la fibra moral, y sus propias máculas e infamias
en las caras y en el comportamiento de los demás.
Y al final reconocemos que la persona que está viviendo las experiencias de esta
segunda fase tiene una tarea muy importante y muy difícil en esta escuela terrícola.
Entonces, en este destello de sabiduría, y con mucha bendición de los hermanos
mayores, se nos puede permitir ver alguna información sobre la misión que
estamos aquí para desempeñar; individualmente o acompañados por otras personas.
En esta fase la persona debe aceptar que la comprensión que debemos tener para
armonizar el cuerpo está al alcance de todos. Es aquí donde entendemos
que todo empieza con nuestros pensamientos.
Esta fase es la más difícil de las tres, porque nos exige explorar nuestra conducta
humana. En esa profunda y escrupulosa exploración, la persona se verá desnuda
enfrente de su ser interior. Luego, todo aquello que nosotros creíamos era sagrado
se descubre que no lo es. En esta fase los cambios son difíciles, para muchos,
porque nos adaptamos a una manera de vivir que llega a ser cómoda y no
queremos empezar algo nuevo. Finalmente, después de mucha angustia,
pena, pesar, ansiedad, arrepentimiento y melancolía, las modificaciones que
ocurren en el interior de nuestro organismo se asemejan.
Estos cambios se darán por etapas y las consecuencias, a nuestra vista,
pueden ser dramáticas, y así, pues, cambiando el flujo de nuestras emociones.
Conocemos a la persona que está en esta fase porque ya no habla de
asuntos físicos. Ahora notamos que habla de cosas más profundas.
Esta persona puede festejar con los reyes y al mismo tiempo sentirse
en su casa con otras personas común y corriente.
¿Por qué creen ustedes que sucede esto?
¿Quién de ustedes desea dar contesta a esta pregunta?
¡Sí! Todo lo que ustedes me dicen es cierto, pero hay otra razón, un
poco más productiva por la cual esto sucede.
Muy bien, les diré la razón. Esto sucede porque ahora el individuo ha transformado
en actos sus intenciones. Cuando esto sucede, a través de nuestros actos nuestras
intenciones perecen en la tierra, y su esencia se diluye al ser cristalizadas.
Tercera fase: Actuando
Bien, pasemos, entonces, a la siguiente fase. La última manera de subsistir en el haz
de la Luz Divina la demostramos en la tercera fase. Yo llamo esta fase - “Actuando.”
Si somos capaces de escuchar el sonido generado por la Luz Divina estamos en
la tercer fase. En esta fase nos damos cuenta de la vibración, el ritmo, el tono, la
amplitud, y como vibra la Luz Divina adentro de nuestro ser.
Para poder tener una experiencia de ésta magnitud, lógicamente tenemos que
darnos permiso para entrar en la Luz Divina ; porque cuando entramos más
profundamente adentro de una cosa, podemos hacernos uno con esa cosa
y es por eso que podemos ponernos en su lugar. Por lo tanto, esta fase, de la
experiencia de nuestro ser nos muestra que tenemos la habilidad de entrar
adentro de la Luz Divina y percibir su conciencia.
Conocemos la persona que está en esta fase por sus frutos. Esta persona
entiende bien lo que es el “Servicio Amoroso.” Esta no tiene ninguna
dificultad dejándolo todo por un servicio amoroso. En este individuo no hay
apegos, pero si hay una intimidad entre su ser interno y el ser interno de otras personas.
El individuo que está en esta fase sabe que la Luz Divina lo embarca todo.
Esta persona también sabe que su sendero no tiene camino, porque el camino
es hecho cruzándolo en realidad; o sea, actuando en realidad.
Durante nuestra vida terrestre, podemos salir y entrar en una de estas fases con
más frecuencia que en otras. También podemos estar en una de sus etapas varias
veces y en distintas ocasiones. Sin embargo, las fases no son tan importantes como
las experiencias que llevamos en cada una de ellas. Nuestro ser tiene las fases y
sus etapas grabadas en su memoria pero desconoce los estados de conocimiento
que guían nuestras vidas. Nuestro ser interno no es ajeno a estos cambios,
al contrario los busca, los espera y los desea.
En respuesta a las preguntas, “¿Y como podremos entonces desarrollar nuestro
poder espiritual? ¿Cuál es el camino, la verdad y la vida?” Max Heindel nos da la
siguiente respuesta: “En la gloriosa enseñanza de Cristo está indicado el triple camino.
La humanidad ordinaria en el mundo entero está bajo el mandato de la ley, que obra
sobre el cuerpo de deseos y le opone sus frenos. El pensador está siempre incitado
a reñir con la carne. Pero bajo el mandato de la ley
nadie puede salvarse. Hemos hablado también en nuestras enseñanzas del cuerpo
vital; este es el vehículo, como dijo San Pablo, de amor y atracción. Si podemos
vencer el lado pasional de nuestra naturaleza, si podernos substraernos a las
vibraciones inferiores del amor, si podemos cultivar dentro de nosotros la pureza,
y si podemos resistir a la tentación como lo hizo Parsifal, y vivir una vida pura,
entonces cultivaremos diariamente dentro de nosotros un gran poder. Este es el
poder del amor, que se expresará en nuestras vidas en la forma de servicios a los
demás, y gradualmente aumentará tanto que será como la pólvora en la pistola
cargada. Entonces el Maestro vendrá a vernos y enseñarnos como libertar el poder
que hemos almacenado en nuestro ser interior.
“Depende de nosotros mismos cuanto tiempo tengamos que caminar por el desierto.
Cada uno tiene dentro de sí mismo el poder latente que le ha de llevar a la Ciudad de la
Paz, un sitio donde no hay pesares ni dolores. Cada uno de nosotros tiene que
ponerse en camino alguna vez, y el primer paso es la purificación, porque sin
la vida pura no puede haber progreso espiritual.” [Enseñanzas de Un Iniciado, pp. 241-242].
Ahora los dejo con estas tres palabras:
La primera palabra es la palabra, “Pensando.” Espero que este tema haga cada uno
de ustedes pensar en donde están caminando a lo largo de la Luz Divina. Por favor,
nunca olviden que un Cristiano Místico siempre debe ser consiente de qué esta pensando.
La segundo palabra es la palabra, “Hablando.” También deseo que este tema los haga
hablar de sus experiencias y sus grandes avances espirituales, según
pasan de un plano vibratorio a otro.
La última palabra es la palabra, “Actuando.” Esta tercera palabra es también importante;
creo que es el objetivo de cada ser humano. Sin embargo, la cosa más importante es
que espero verlos actuando a lo largo del sendero de la Luz Divina.
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