Podría Jurar Que Escuché Las aves Llorar...Y(II)
Alexandra Porter, Ph. D.
Fue entonces cuando empecé a sentir un dolor agudo en toda la frente. Dentro de algunos segundos el dolor
se había difundido a la parte superior del tórax y al abdomen. Con tremenda velocidad e intensidad, el dolor
empezó a crecer hasta que era demasiado horrible y no estuve capaz de soportarlo. En recordarlo tuve la
extraña percepción que una parte de mí había sido arrancada. Vi la parte que fue arrancada, como
teniendo una cuerda de relaciones en una mente y en aquella extrañísima percepción había la sensación
que estaba hablando con mi más querido amigo. Durante esta sensación de dolor, recuerdo solamente
querer ayudar a alguien. Percibí que aquel alguien era una persona y yo quise
ser lo que, sentí, la persona habría querido que yo fuera.
Cuando las ondulaciones vibratorias de electricidad se convirtieron en una extensión de mis brazos,
desde mi ventana podía ver los dos árboles de sándalo y me daba cuenta que estaba percibiendo
el que llamaré XAN. Recuerdo mi esfuerzo hercúleo de fijar mi mirada en la dirección de las
aves mientras ellas volaron hacia XAN. Enfoqué mi mirada intensamente y trate de ver lo que pensé
ellos estuviesen mirando. Con todos mis esfuerzos empecé a clavar la mirada en aquel abierto y
vacío punto en el espacio. Traté de imaginar un mundo en el cual el cuerpo físico de uno pudiese
sentir dolor. Sin embargo, todas mis tentativas fueron infructuosas... no vi nada.
Pero, definitivamente podía sentir el horrible dolor.
Aquella extraña sensación fue casi como si yo hubiese sido uno de los árboles de sándalo. Pude
sentir la fresca brisa cuando se movía a través de sus ramas frondosas y verdes. Pude escuchar
el movimiento de las hojas y oler su fragancia. Por toda la duración del contacto espiritual he sentido
una corriente de electricidad pasar por mi cuerpo. Cargo eléctrico que pude ver. Y luego… en aquel
específico momento, tuve la extraña percepción que a XAN le faltaba una parte y aquella
sensación dolorosa se había trasladado a mí.
Espero que la audiencia [el lector] pueda imaginar todos los pensamientos que agolparon mi mente.
Cuanto más pensamientos me pasaron por la cabeza, más fueron las preguntas que me puse.
Sin embargo, cuanto más fueron las preguntas que puse, menos fueron las respuestas que recibí.
Sentí que en estas preguntas estaban escondidas las respuestas para una parte de mi existencia.
Si pudiera darles una respuesta, el dolor que estaba sintiendo por XAN podría ser localizado.
Recuerdo preguntar en voz alta, “¿Cómo puede ser esto cierto?"
“¿Es la imagen creada mía?” Me pregunté a mí misma mentalmente.
Los pensamientos que estaba entreteniendo parecían venir desde afuera de mí. Estos
estaban formando las preguntas que yo estaba haciendo a mi misma:
“¿Está el dolor de veras en XAN?”
“¿Está el dolor dentro su mente?”
Esperé,... esperé,... y esperé en silencio... pero no hubo ninguna respuesta.
Así que... decidí descansar.
Cuando pregunté a mí misma, "¿Alexandra, donde esta localizado el dolor?", sentí mi corazón latir
rápidamente y el área del pecho alrededor del corazón llego a ser tan apretado [constricted] y empezó
a picar. En aquel entonces mi mente se desplazó a un pasaje del libro Principios Ocultos De La Salud
Y Curación, donde Max Heindel dice: “Los ejercicios devocionales constituyen un medio poderoso
para ponernos en armonía con el Señor. Merced a ellos obtenemos facultades intuitivas, con las
cuales podemos sentir el sufrimiento de los demás, y a la vez encontramos el camino para poder
aliviar sus dolores, como lo hizo Parsifal en el caso de Amfortas, cuando se encontraba en el jardín
con Kundry, y comprendió allí como podría curar al herido rey. [p. 162-163].
Luego, casi como por un desello de sabiduría, era consciente que mi mirada se fijaba una vez
más en el cielo. Cerré los ojos y hice un ademán con mis brazos. El gesto que una persona
efectúa cuando al final no hay más lugar para esconderse. Había levantado los brazos hacia arriba
y giré mi cabeza hacia los cielos como si preguntara y contara con una respuesta. Imaginé que
estaba extendiendo mi corazón hasta el cielo y empecé a recitar el Padre Nuestro. En el momento
en que había alcanzado la segunda estrofa: "Que estáis en los cielos", sentí una lágrima manar,
derramándose en mi cara. Entonces note que en la profunda y densa neblina, con matices color
azul, que circundaba cada individual nube blanca, estaba el emblema de la Rosa cruz. Cuando
enfoque mi mirada sobre la Rosa Cruz, dentro un instante, escuché una voz melódica y compasiva.
La voz decía, “XAN, te falta una parte. No es un invento de tu propia imaginación?” “Sentir el dolor
profundo de otro es estar en contacto con nuestra identidad interior,” la voz continuó.
En esta experiencia, yo parecía estar hablando y mirando a alguien. Aquel alguien no era de nuestro
mundo. Si bien tenia la percepción que mi cuerpo físicos estaba en este mundo físico, la experiencia
no era de este mundo. También sentí que cualquier cosa que estuviese sucediendo también
rendiría una explicación para la sensación del profundo dolor que estaba pasando. Como abstraída
de este mundo físico, viajé a otro mientras viviendo y ocupando mi usual espacio físico. Durante
toda esta experiencia, fui rodeada por un brillo intenso con un aura celestial azul-verde de compasión.
En ese momento el viento llegó a ser inmóvil y el cielo se puso gris. Me di cuenta que el cielo había
cambiado de color. Notaba que el tiempo había pasado y el cielo se había puesto gris. Intuía que el
sol había viajado por el oeste. También vi que el punto continuo del espacio también había viajado
por el oeste. El cambio de color del cielo me dijo que ellos también estaban de duelo por una pérdida.
Los pensamientos que tenia acerca del dolor solamente pueden ser descrito a través de los conceptos
de mi misma mente. A la improvisación caí en cuenta que durante la experiencia de una sensación
de dolor otra forma viviente podía responder en el mismo modo. Todas las formas vivientes experimentan
la misma sensación de dolor. En esta creencia, durante una sensación de dolor, otra forma viviente
podría tener la misma sensación. El dolor, en este concepto, describe una sensación traumática
del punto de vista físico o psicológico. Sabia, entonces, que estaba respondiendo en esencia a la
sensación de un árbol de sándalo que se sentía como si algo había sido arrancado. Mi cuerpo físico
estaba sintiendo el árbol de sándalo. Fue como si mis cuerpos espirituales se pusieran vivo. Según yo,
para sentir el dolor ajeno, uno debe estar en perfecta alineación con los mundos físicos y espirituales de
los demás. Fui completamente alineada con XAN y podía oler su aroma. Durante mi observación del
árbol de sándalo, vi y sentí su dolor. En el árbol de sándalo, intuía una profunda conexión con el encanecer
del cielo. Intuía que XAN me estaba diciendo que una parte de mí había sido cortada.
Sentí un dolor punzante dentro de mí. Intuía que era el mismo dolor que Xan estaba sintiendo. Con
una frecuencia vibratoria fuerte, el dolor agudo estaba corriendo ferozmente por mi cuerpo. En la extrema
parte de la punta de mis dedos podía sentir las camas de vaso capilar bombeando sangre a través
de mis brazos, con un extraño zumbido de vibración ondulatoria. Además, es interesante notar que esta
sensación fue más fuerte sobre la punta de los dedos y sobre el área alrededor del corazón. Fue
un extraño dolor fantasma que parecía estar emanando de otra dimensión de vida. Aunque fue,
claramente e intensamente, perceptible en esta vida física.
En aquel glorioso jueves, el cielo, el sol, los árboles de sándalo y las aves estuvieron todos de duelo
por una forma viviente. Cuando mire a mí alrededor, el tiempo había pasado y yo sentí el dolor de ellos.
Como en luto, el Sol, en una especia de animación suspensa, congelo su puesto y mantuvo una silenciosa
e inmóvil posición. Mientras lloraban, todos fueron cubiertos por grandes y densas gotas de humedad,
y el mundo entero estuvo de duelo por una muerte. Aquella vida había sido una parte de mí. Junto con
las otras formas vivientes, yo también estaba llorando mi pérdida. Había sido la previsión
de un dolor dentro de mí que aún no había llegado.
Ahora, todo estaba cristalino. El dolor había sido mí dolor, en todo el tiempo. Había originado conmigo
y ahora yo estaba consciente de él dentro de mí. En este árbol de sándalo, había visto el
reflejo de mi dolor. Estaba intuyendo mi mismo dolor.
En El Concepto Rosacruz Del Cosmos, Max Heindel afirma, “En primer término debemos comprender
y grabar profundamente en los anales de nuestra memoria que el propósito de la vida no es la felicidad
sino la experiencia. La tristeza y el dolor son nuestros maestros más benévolos,…” [p. 115]. Yo estaba
pasando por un ensayo general de una experiencia muy dolorosa que aún no había ocurrido. La
experiencia dolorosa que acabo de describir arriba ocurrió un jueves, una semana antes del fallecimiento
de mi nieto en feto. Murió en el útero de la madre y el nacimiento de la criatura
muerta ocurrió 48 horas y medias después..
Mientras estuvieron ornando las hojas verdes de todas las ramas del árbol de sándalo, las aves en su
dolor, emitieron un sonido de canturreo. Recuerdo la primera vez que escuché las aves cantar
cuando era muy joven. Aunque no soy capaz de repetir sus gorjeos sonidos, todavía me llenan de regocijo.
Las aves me dieron un sentido de mi identidad interior, libre y con la habilidad de percibir y captar cada
momento ofrecido. No he olvidado cuanto sosegados son sus cantos. Siempre sentí un recóndito sentido
interno de paz profunda cuando las aves cantaban. ... y ahora
… Yo, en aquel glorioso jueves... en mi dolor, quería que las aves cantaran.
En cambio... podría jurar que escuché las aves llorar.
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