EL SILENCIO Y LA FOSFORESCENCIA
Por
Alexandra B. Porter, Ph. D.
Conferencia
El 24 de mayo de 2004
¡Buenas tardes a todos! Permitidme comenzar esta conferencia con una oración.
Padre Nuestro, que estás en los cielos, damos gracias por nuestras vidas.
Pedimos que usted nos conceda la seguridad de su presencia. Es la voluntad de Dios
y el deseo de Dios que nosotros estemos aquí. Y yo, como conferencista, doy gracias
por el privilegio de trabajar, un día más, en el cumplimiento de su decreto.
Por favor únasen conmigo, ahora, en la Oración del Padre Nuestro. Padre Nuestro,
que estás en los cielos… Gracias.
Esta conferencia se presenta aquí para que su contenido pueda servir
como un testimonio de las imágenes que nosotros percibimos. Habiendo dicho ésto,
por favor, permitidme empezar.
Algunas personas dicen, a menudo, "Sé que esa cosa existe porque yo la veo."
Otras personas pueden ser más enfáticas en sus convicciones de la existencia de
algo y dicen, "Si se parece un pato y hace los graznidos de un pato; es un pato."
Estas declaraciones son tan clisé que nosotros
parecemos aceptarlas a su valor nominal.
v ¿Se han preguntado ustedes, alguna vez,
que quieren decir estas declaraciones?
v ¿Alguna vez, ustedes, se han encontrado en el medio de una pregunta
crítica y se han preguntado si el pato que vieron, y el pato que escucharon
graznando, era de verdad un pato?
Si fueran a recordar su niñez temprana, muchos de ustedes estarían
de acuerdo con lo que estoy a punto de decirles. Algunos de nosotros fuimos
enseñados que sólo debemos juzgar el mundo a través de las impresiones
objetivas que tenemos del mismo. Debemos estar de acuerdo que por las
experiencias que hemos dado testimonio en nuestras vidas, o por la palabra
de boca, nos hemos entrenado a pensar, de la realidad de algo, de un punto
de vista material. En algunos casos, se nos ha sido inculcado en nuestras
mentes que a menos que veamos una cosa realmente, o que la sentimos, la
saboreamos, la escuchamos o la olemos; no tenemos ninguna evidencia
significante para creer que la cosa existe. De hecho, a veces nosotros
basamos las decisiones tomadas en nuestra habilidad de ponderar,
mentalmente, lo que percibimos. Así que, no estaremos exagerando el
caso al decir que nos podemos haber vuelto
potenciales esclavos a las cosas materiales.
Esto trae a la mente a Democritus, un filósofo místico del siglo 4, que
habitaba en la Península balcánica del sudeste de Europa. Democritus explicó
cómo la mente funcionaba declarando lo siguiente: “Las partículas de mente o
alma eran distribuidas a lo largo del cuerpo y estaban escapando continuamente,
debiendo a su naturaleza sutil; pero, cuando ellas escaparon, sus lugares fueron
tomados por otras partículas inhaladas en la respiración. Cuando la respiración
cesaba no había nada para reclutar las partículas vivientes, y la muerte siguió
rápidamente. Cada impresión era de la reserva mental del tacto, y se causó,
o, por cualquier contacto actual con los átomos como en el caso del sabor
y el oír, o por imágenes tiradas de cuerpos externo a nosotros, y entrando a
través de nuestros poros. Estas imágenes eran un tipo de película
consistiendo de los átomos de la superficie que estaban flotando continuamente
de todos los cuerpos sin cualquier perturbación de su orden mutuo, y era, por
así decirlo, una muestra del objeto del cual ellos se habían aislado.”
Las palabras de Democritus me llevaron a la comprensión de una lección
muy importante. Yo creo que él estaba diciendo que toda la materia está
en un estado de vibración. Él estaba diciéndonos que lo que nosotros
conocemos no es la propia materia en sí. La insinuación era que nosotros sólo
conocemos las vibraciones que vulneran nuestra conciencia a través de
nuestro sistema nervioso sensorial.
Para extender un poco más el uso de palabras y para hacernos más
conscientes de lo que estamos implicando, permitidme explicarlo de este modo.
Cuando nosotros decimos, "yo lo veo", tendemos a significar, "mi conciencia lo ve.
" La palabra "ve" quiere decir que hay un cuadro de una imagen en la
conciencia. Así que, cuando nosotros usamos la palabra "veo" de esta
manera, la implicación es que nuestros datos básicos provienen de ese
cuadro de imágenes en nuestra conciencia. La investigación extensa
sobre este tema me dice que allí en el espacio existen ciertas frecuencias
vibratorias más altas que pueden recogerse fácilmente como el sonido
o como las imágenes en nuestros cuadros mentales.
En esta coyuntura, la pregunta filosófica se levanta: ¿Cuándo nosotros
dormimos y soñamos, no vemos cosas en nuestra conciencia? Incluso
cuando nosotros estamos despiertos, somos inclinados o aptos a ver
los cuadros vívidos de esas imágenes en la conciencia. En cualquiera de
los dos casos, despiertos o dormidos, no es la propia cosa que nuestra
conciencia percibe, sino un cuadro de las imágenes del mismo.
Ahora bien, para explicarles a ustedes lo que yo aprendí sobre la
naturaleza general de esta discusión, por favor permitidme relacionar una
historia personal, junto con la interpretación personal y el concepto erróneo que tuve.
Yo estaba en el estudio, de mi casa, trabajando en un plan de estudios
de enfermería, cuando mi hija me recordó que ella iba a retirarse a su recamara.
Le ofrecí las buenas noches y le dije que yo también me acostaría muy pronto.
Eran, entonces, las 8:30 de la noche y de repente me di cuenta que el día
había sido largo y lleno de problemas duraderos. En mi rutina diaria, yo había
incluido la revisión de un plan de estudios del curso de enfermería. La Junta de
Enfermeras Registrada del Estado de California había hecho cambios que
serían llevados a cabo ese año por el Departamento de Enfermería de nuestra
universidad. Como consecuencia, nuestro plan de estudios del curso de enfermería,
completo, estaba revisándose y yo era un miembro del comité de dicha revisión.
Cuando dejé la oficina, de mi casa, esa noche, todavía estaba pensando en
todas las horas que había trabajado ese día. Me fui hacia la recamara pensando
que mis estudiantes de enfermería, de hecho, estaban bendecidos. Me acosté en
la cama, dije mis oraciones y agradecí a Diosito por el plan de estudios del curso
de enfermería. Entonces empecé a hacer mis ejercicios de retrospección
y despacio floté en un sueño profundo.
Esa noche soñé con una laguna, un estanque o lago cubierto con una
sustancia semejante a algas. El estanque cubría todo el campo visible dentro
del panorama de mi visión. Sobre una observación más minuciosa, vi una manta
de materia verde oscuro y negra. Esta aparecía iridiscente en ciertas áreas,
fosforescente encima de algunas áreas, y tenia una textura plana y metálica
en otras áreas. Debajo esta materia parecía haber algo o alguien allí que se
movía muy suavemente; o algo o alguien vagando sobre la misma. Intenté
aclarar mi visión y borrar o reemplazar lo que percibía pero fue infructuoso.
Después de lo que parecía ser numerosos
esfuerzos, me puse extrañamente intranquila.
En este momento, en el sueño, el teléfono sonó. El sonido de un zumbido
del teléfono me hizo desviar la atención de la manta fosforescente a una
realización definitiva de que mi teléfono estaba timbrando claramente y
bruscamente en su manera normalmente distinta. Aunque yo estaba visiblemente
alejada del teléfono verdadero o lejos de un cuadro de su réplica, en el sueño,
estuve convencida que la campanilla de un teléfono material estaba emitiendo
el zumbido. Entonces, en este estado de humor mental, la reacción más
lógica era contestar el teléfono. Cuando lo hice, no había ninguna señal
de que alguien estuviese al otro lado de la línea telefónica. El silencio
que experimenté, mientras escuchaba en el teléfono, intensificó la inquietud
que yo sentía. Comprendí, entonces, que yo estaba sola en este sueño.
Esto significaba que, en cualquier caso de necesidad, yo no podía contar
con la ayuda humana. Para comprobar mi hipótesis grité. Esperé por lo
que parecía ser un período largo de tiempo y nadie vino.
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