Sísifo fue un cruel rey de Corinto y según la mitología griega fue condenado, a llevar una gran roca hasta una cumbre, dejarla caer y llevarla nuevamente a la cima, así eternamente. A pesar de la aparente naturaleza sisifeana de la felicidad, sí hay maneras de incrementar su satisfacción a largo plazo.
Mientras la felicidad derivada de ganar un dinero extra u obtener un buen aumento de sueldo, no suele durar mucho (ya que por naturaleza elevamos nuestros estándares y nos comparamos con los que tienen más que nosotros y esto es inevitable). Otras cosas derivadas de la interacción social, del tiempo libre, de los lazos afectivos de la familia o los amigos, y de nuestra creatividad son menos susceptibles a las comparaciones con quienes nos rodean. Por esto tienen más chance de producir efectos más duraderos en nuestra felicidad.
La búsqueda permanente de sentirnos bien, nos convierte en hedonistas siempre insatisfechos. Conseguir tener el reproductor Mp4 sólo nos hará más felices por un tiempo, hasta que necesitemos tener el nuevo iPhone. Schopenhauer decía que la vida oscila como un péndulo, entre la angustia cuando falta el objeto del deseo y el aburrimiento cuando conseguimos tener ese objeto del deseo.
La gratitud y el perdón; las actividades llamadas “sociales” (sólo en la medida que recreen el amor, la emoción que posibilita el estar juntos, y se prevengan de las prácticas mercantilistas que suelen invadir las relaciones humanas); tener espiritualidad y un propósito en la vida; permanecer inmersos en un flujo de actividad constante y significativa; son maneras de vivir que la ciencia moderna ahora muestra que producen mayores logros y resultados para convertir el efímero placer en un estado profundo de bienestar para el individuo. (link al Centro de Psicología Positiva de la University of Pennsylvania)
Perseguir maximizar la felicidad personal es el camino equivocado, la felicidad siempre encontrará la manera de escurrirse entre tus manos. Pero si perseguirla no es el camino ¿cómo atraerla? Solidaridad, compromiso social, conexión espiritual, esperanza y caridad proporcionan felicidad real y duradera. Es hacer el bien lo que nos hace bien.
Mientras más amor, cariño y cuidados les damos a otros, más felices somos. Mientras más gratitud tenemos hacia otros; y más nos alegra lo que logramos, lo que hacemos, lo que somos nosotros y los demás; mientras más dejamos de lado ese “yo, yo, yo”, más felicidad encontramos.
Autor Rafael Germán Bourre
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