Recuerda siempre que no son los diplomas, las medallas o el reconocimiento externo lo que verdaderamente vale para ti mismo, sino el reconocimiento interior de que estás haciendo las cosas bien, de que tienes tu conciencia en paz, de que te estás esforzando al máximo para brindar lo mejor que eres. Los únicos aplausos valederos son los de tu propia conciencia. |