Para liberarse verdaderamente de esa necesidad de cuidar la imagen, es necesario llegar a reconocer las heridas interiores que no nos dejan estar en paz con nosotros mismos, y los refugios que nos hemos inventado para protegernos de la vida.
Entre tantas mentiras que fabricamos para intentar resguardarnos, estàn los engaños. Nos engañamos a nosotros mismos cuando escapamos de nuestra realidad distrayèndonos con miles de cosas. Es la mentira de la dispersiòn. Pretendemos creer que estar distraìdos todo el dìa nos asegura algùn futuro, cuando en realidad nos vuelve cada vez mas vacìos y prepara un futuro lleno de insatisfacciòn.
Los que viven distraìdos se esconden en el trabajo o en esparcimiento. Pretenden tapar su vacìo con el hacer, con los objetivos y logros. Y cuando terminan de trabajar necesitan inmediatamente otra distracciòn, algo que les permita sentirse bien para encontrarse con ellos mismos.
Si sienten algùn malestar interior, buscan alguna tècnica que lo disimule: ejercicios de relajaciòn, gimnasia, aromaterapia, mùsica o cualquier otro recurso que sòlo llega a la superficie de la persona. No se dan cuenta que la raìz de ese malestar es el vacìo profundo que grita y se hace sentir de una u otra forma. Escapar de esa ralidad con remedios fàciles tarde o temprano nos harà sentir que todo es desabrido. Reaparecerà la nostalgia, una pena escondida, una inquietud sin nombre, un desasosiego, una angustia o congoja que se acentùa en los momentos de soledad.
A todo eso pretendemos llamarle "aburrimiento". Gran mentira. Es mucho màs que eso. Parece màs sencillo llamarle aburrimiento porque las distracciones nos ayudan a ocultarlo ràpidamente de nuevo (salir de compras, mirar la TV, hacer algo de comer, etc). Pero ninguna distracciòn lo sana. Sòlo lo esconde, como quien niega que tiene un càncer y asì le permite que siga carcomiendo su organismo. Sòlo enfrentando la causa profunda de esa congoja podremos llenar de vida lo profundo de nuestro ser.
Si pensamos que todavìa nos queda tiempo para eso, y lo dejamos para màs adelante; si no queremos emprender la transformaciòn, nos estamos preparando un futuro muy duro. Porque a medida que nuestro cuerpo pierda juventud, y muchas cosas se nos vayan acabando, màs amargo se nos volverà ese vacìo y màs difìcil serà el aprendizaje de la sabidurìa.
Tambièn nos engañamos creyendo que encerràndonos en nosotros mismos vamos a terner un poco de paz, cuando en realidad lo que hay en nosotros mismos es insatisfacciòn, egoìsmo y tristeza profunda. Por eso, cuando nos buscamos demasiado a nosotros mismos probamos algo desagradable. Mejor es curar todo lo que no nos deja amar y ser amados, y entonces sì encontraremos paz. Màs que cerrar la consciencia en un pequeño mundo, es mejor ampliar la consciencia, y ser capaces de aprender algo de todo lo que nos pasa, de todo lo que nos toca sufrir, de todo lo que la vida nos presenta.
A veces preferimos vivir con esos engaños que nos inventamos en lugar de entrar con empeño y un poco de sacrificio por el verdadero camino: el del amor, la entrega, la generosidad, la compasiòn, el servicio, la unidad, la amable sinceridad.
Miles son los ejemplos figuras artìsticas, reinas y reyes, polìticos y multimillonarios, no menciono algunos por respeto, lo dejo a su imaginaciòn¿Han sido felices con todo su poderìo, riquezas, belleza, etc.?