El contenido de esta conferencia procede de mi trabajo de investigación
en el área de la salud y en el servicio a la humanidad. El tema de los
espíritus raciales se entrega en tres partes para desarrollar mejor los
diferentes puntos de este tema. Pedimos que reserven sus
preguntas hasta el final de cada parte.
Exploraremos el tema de nuestros antepasados y descendientes, pues se
relaciona con nuestras conductas y hábitos. Esta conferencia les ayudará
a contestar la pregunta: ¿Cómo puedo liberarme de mi espíritu racial?
Presentaremos ideas nuevas a ese respecto para explorar la cuestión:
¿Qué es el racismo? Igualmente incluimos una breve explicación sobre
cómo vivir en armonía con Cristo y sujetos a Él. Espero que esta
conferencia resulte formativa e inspiradora. Igualmente ruego para que
sirva como punto de reflexión y para evaluar
sus propios planteamientos sobre el tema.
De modo que… comencemos.
UNA VERDAD SENCILLA SOBRE EL ESPÍRITU RACIAL
Por la Dra. Alexandra Porter
PRIMERA PARTE
Todos conjeturamos sobre la naturaleza del universo, acerca de por qué
suceden las cosas de una determinada manera, o acerca de cómo surgen los distintos
tipos humanos. Estas preguntas son del mismo tipo que: ¿Qué sucede con la imagen
en el espejo cuando ya no hay luz? La vida se presenta en un continuo; sin embargo,
el hombre se ha vuelto diferente de lo que algunos consideran eran sus muy
peludos antepasados. Si asumimos que hay un orden en el universo,
podemos deducir el pasado de lo que vemos en el presente.
Como estudiantes de esoterismo afiliados a la Fraternidad Rosacruz, estamos
acostumbrados a pensar que las causas preceden a los efectos. Resulta así
normal para nosotros el tratar de explicar el universo mirando atrás hacia
su cósmico inicio. Podemos ver un proceso evolutivo en las Sagradas
Escrituras que termina en la aparición de la raza humana. En el entramado
de la evolución humana, que comienza hace unos quince mil millones de años
atrás, 1.5 por 109 años, tenemos en común todos los elementos
de la creación y estamos ligados a ellos de manera indisoluble. De
modo que somos hijos del Cosmos que originó a la humanidad.
En relación con la forma humana, concebida a imagen del Creador, se
nos muestra a Adán y Eva como los primeros habitantes del planeta
terrestre. El relato de Adán y Eva no es una explicación científica del origen
del universo o del origen de la raza humana, mas resulta espiritualmente
cierto. La idea subyacente en él es la de una única familia humana, y que
todo el mundo, independientemente del color, raza, credo o género, somos
hijos de Dios. Ésta es la idea de la nueva era: así como existe
un sólo Dios, existe una única raza humana.
En referencia a este punto, el simbolismo del relato de Adán y Eva resulta
especialmente apropiado en estos tiempos de incertidumbre. Para
algunos entre nuestras hermanas y hermanos cristianos, lo referente
a una única familia humana continua siendo un proceso de
aprendizaje. Mientras que para otros, el
concepto es tan abrumador que evitan cualquier diálogo relacionado
con Dios y el color, raza, credo o género de las personas. Algunas
personas creen que estos asuntos sólo preocupan a aquellos que son
estrictos e inflexibles en relación con su propio color, raza, credo o género. Dentro
de este ultimo grupo, algunos sienten que su Dios los ha elegido superiores al
resto a causa de las características descritas, mientras que otros en este
mismo grupo sienten que ellos son los hijos de Dios a causa de su raza y
del país donde han nacido. Pienso que podemos encontrar ejemplos
de esto en personas de todos los países, colores, razas, credos y
géneros, así como en todas las facetas de la vida.
Sea como sea, el s. XXI será un siglo espiritual. Una nueva era apunta,
mas el verdadero progreso en las relaciones humanas debe construirse
sobre los valores y los logros contrastados de nuestros antecesores.
Puesto que no realizamos un avance verdadero, al menos en este
aspecto, es seguro decir que los logros de nuestros antepasados
fueron escasos. Para examinar las posibles causas por las que los
logros de nuestros antepasados fueron escasos, debemos
formularnos la siguiente pregunta:
Si todo el mundo es hijo de Dios, como yo afirmo y como la mayoría de nosotros
creemos, ¿por qué, entonces, se nos debe recordar que incluyamos
a cada persona en la única raza humana independientemente
de su color, raza, credo o género?
Bien, como ante otros problemas acuciantes, debemos formular antes
una pregunta más profunda. En este caso, debemos
preguntarnos: ¿qué es lo que nos motiva?
¿Cuáles son las razones de nuestra conducta? ¿Cómo podemos liberarnos
de nuestro espíritu racial? ¿Cómo podemos transformarnos?
He aquí la respuesta más sencilla que he podido encontrar para esta
cuestión. Busqué una respuesta simple porque he aprendido, y estoy
segura de que ustedes también lo han hecho, que las respuestas
simples llevan a los mejores resultados. De modo que vayamos a nuestro
ojo mental e imaginemos una balanza, como la que simboliza la justicia
en los tribunales. Imaginen que en un lado tienen sus pros; éstos son
nuestros motivos o razones para hacer algo. En el otro platillo tienen sus
contras; éstos son sus razones para no hacer algo.
Por ejemplo, ¿por qué asisten ahora a esta conferencia?
La respuesta es que ustedes perciben que asistir comporta
más beneficios que el no hacerlo.
Los pros de asistir en este momento a esta conferencia pueden incluir:
-
Querer saber cómo actúan las personas de más éxito en el mundo…
-
Así, podré aprender cómo tener éxito en mi propia vida...
-
Así, podré transmitirlo a mi familia.
-
Así, podré dejar de sabotear mis relaciones con otras personas...
-
Así, podré marcar otra tónica en mi comunidad...
-
Así, podré trabajar con grupos culturalmente diversos…
-
Para poder cumplir con los programas estatales obligatorios…
-
Así, podré conseguir un ascenso en el trabajo…
Los contras para no asistir a esta conferencia pueden incluir:
-
Tengo un millón de cosas que hacer hoy.
-
¿Por qué escuchar a Alexandra Porter?
-
¿Qué seguridad tengo de que lo que ella dice servirá en mi caso?
Nuestras mentes son como una balanza incansable. Nuestra mente
sopesa los beneficios percibidos de una posible acción contra los
costes de la misma en todos los momentos, incluso durante el sueño.
Cada decisión tomada se construye sobre los pros
y contras percibidos. Esto incluye:
-
Qué comer, cada comida y cada aperitivo.
-
Qué vestir.
-
Dónde vivir.
-
Etcétera.
De hecho, cada decisión que hayamos tomado en el pasado se basó en
el mismo proceso de motivación sobre nuestros pros y nuestros contras.
De ahí surgen las razones por las que pensamos que debiéramos hacer
algo frente las razones por las que pensamos que no debiéramos hacerlo.
Científicos del MIT y de la Universidad de Stanford, así como de otras
instituciones prestigiosas, han determinado que la mente humana
opera como un iceberg: un 10% es visible,
sobre la superficie, mientras que un 90%