Por consiguiente, Dios ha creado un esquema de siete mundos, cada uno de ellos compuesto
de materia más sutil que, a la vez, compenetra a los inferiores (Mundo físico, de Deseos,
del Pensamiento y otros superiores con los que no tenemos contacto en nuestro estado
evolutivo actual) A la vez, nos diferenció a nosotros como Espíritus e hijos suyos y
descendimos hasta el mundo físico desarrollando un cuerpo de materia de cada uno de
esos mundos (Cuerpo físico, de Deseos y Mental) los cuales y como ocurre con los mundos,
están compenetrados gracias a esa diferencia de grados de densidad o vibración de su
“materia”. El Plan de Dios trata de que una vez que adquirimos los cuerpos los utilicemos
para que, a través de la experiencia, obtengamos la autoconsciencia, y para que, a partir de
ahí, comencemos a trabajar en cada renacimiento de la manera más elevada posible hasta
poder identificarnos con ese Ego o Yo superior. Según vamos evolucionando e
identificándonos con ese Ego, vamos desarrollando los poderes del Espíritu y la
conciencia hasta que, en un futuro aún muy lejano, nos identifiquemos y volvamos a
unirnos con nuestro creador y creador de todo el universo.
Afirma la ciencia que el universo surgió de la Nada o del Caos, esto puede ser cierto desde
el punto de vista de los sentidos, de la consciencia objetiva o de la ciencia física. Pero
el ocultista sabe que cuando se ha evolucionado lo suficiente como para ser clarividente
voluntario y para ser conscientes en el mundo o regiones superiores al mundo físico,
este mundo físico con todas sus formas, tiene su origen y está compenetrado por los
éteres que compenetran a los átomos (como los átomos compenetran las moléculas y
éstas a las células) y que estos éteres están compenetrados por otra materia más sutil, y
ésta por otra aún más sutil. Sin embargo y piensen lo que piensen los científicos, todo
este Plan tiene como fin para nosotros el desarrollo del cerebro, de la autoconsciencia,
de la voluntad, de la mente y de la conciencia que nos identificará en su momento con
Dios como parte suya que somos. Cuando más se descompone una partícula física
más subpartículas se descubren hasta que llega el momento en que nos damos
cuenta de que todo es energía pero que ésta actúa según un plan inteligente y
ordenado, y que, a la vez, actúa, reacciona y se expresa
con cierta inteligencia, sentimiento o deseo.
Lo mismo que Dios crea dichos mundos formados de dichas clases de materia, energía
y conciencia para que sirva de campo de experiencia y evolución a Sus hijos, también
nosotros creamos diferentes cuerpos relacionados con nuestra vida (Espíritu)
evolución y conciencia que será el campo de evolución de otras vidas microscópicas y
espíritus elementales. Pero llegará el día en que seamos clarividentes y conscientes
en esos otros mundos creados por Dios y entonces ya no veremos en tres
dimensiones sino en cuatro, a la vez que no necesitaremos cuerpo físico; entonces
continuaremos la evolución en otro cuerpo superior y más sutil y nos expresaremos
y crearemos de forma cuatridimensional. Y si alguien duda de que esto pueda llegar
a ser ¿Cómo cree que hemos llegado a ser conscientes de este mundo tridimensional
si en un pasado tuvimos una conciencia similar a la de
los animales que no ven en tres dimensiones?
La materia física o condensada no es más que átomos vibrando a baja frecuencia pero
cuando se profundiza en ella y se separan los átomos, siguen estando unidos por otra
clase de energía aún desconocida por la ciencia (los éteres) y a la que llaman “vacío”,
y por la mente que creó los mundos que componen nuestro universo de cuya materia y
energía formamos nuestros cuerpos. Si, como dicen los físicos, el universo se creó de
una sola partícula (origen del Big Bang) significa que nosotros, como cuerpo físico y
como Almas, éramos y somos parte de esa partícula, por tanto, todos nosotros, como
Espíritus e hijos del Creador, tenemos el mismo origen. La diferencia entre nosotros está
en el grado evolutivo que cada uno haya alcanzado a través del renacimiento; (según
el esfuerzo, adaptación, sacrificio, etc. que cada Ego haya hecho) del grado de conciencia
que haya obtenido; y también respecto al desarrollo de los sentimientos, de la mente y
de la voluntad en relación con otras formas de vida evolucionantes como, por
ejemplo, los reinos que nos siguen.
Esto nos hace pensar y admitir como verdadero, lo que el ocultismo enseña de que:
Lo mismo que nosotros hemos desarrollado todo lo que nos hace humanos y los
que vienen detrás nuestra aún no lo han alcanzado, así mismo hay otras formas
de vida o Espíritus que están por encima de nuestro grado evolutivo y siguen su
desarrollo en los mundos superiores al físico, donde nosotros algún día seremos
conscientes (como lo somos ahora aquí) y les podremos ver (por ejemplo, los Ángeles)
Si toda partícula atómica y subatómica, aun separada dentro del universo, sigue unida
por la energía, por el poder y por la mente que la creó, nosotros, como parte de ese
universo, debemos estar también unidos por muy diferentes que seamos, puesto que la
diferencia entre nosotros es sólo física, emocional y mental fruto de la evolución pero no
del Espíritu evolucionante cuyo origen es el mismo para todos.
Como ya hemos dicho y con lo expuesto hasta ahora, podemos llegar a la conclusión
de que lo que percibimos (como Egos) a través de la mente y gracias al cerebro y a los
sentidos, es una ilusión para el Ego y no es el mundo real al cual pertenece o
pertenecemos como conciencia. Sin embargo, es cierto que gracias a la acción y a
las experiencias del hombre en este mundo de percepciones (aunque lo perciba
desde el Mundo del Pensamiento) este Ego o Yo superior está evolucionando y
desarrollando los poderes latentes del Espíritu, que son los mismos poderes del Mismo
Ser que le creó y que creó todo el universo con nosotros incluidos. De ahí que en la
biblia esté escrito que “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” y que
“Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.” La verdadera Realidad, no ilusoria,
se irá percibiendo poco a poco según se vayan desarrollando los poderes
del Espíritu, de forma similar a como hemos desarrollado hasta ahora la
autoconsciencia, la mente y la voluntad que nos diferencia tanto de los animales.
Por consiguiente, llegará el día en que no necesitaremos un cuerpo físico para
continuar nuestro desarrollo, porque lo haremos con nuestro cuerpo etérico y en
las regiones etéricas donde los Ángeles (entre otros) están evolucionando también
en un cuerpo similar. En esa época futura no necesitaremos el cerebro ni los sentidos
para ver ese mundo etérico ni tampoco para profundizar en el mundo que hoy definimos
como abstracto, intuicional, profético o irreal. Está claro, pues, que el mundo real,
el mundo del Espíritu no está ni lo podemos encontrar con los sentidos ni en el mundo
físico ilusorio, ya que las ilusiones las crea el cerebro y las percibimos con la mente
desde el Mundo del Pensamiento. Pero cuando esa mente, hoy poco controlada,
esté gobernada y dirigida totalmente por la voluntad y la conciencia, que son los
aspectos que representan al Espíritu, entonces veremos directamente en esos mundos
espirituales de donde fue creado el físico.
Ahora bien ¿Qué medios tenemos para encontrar la Realidad, es decir, a Dios manifestado
y creador de todo? Naturalmente que con los sentidos no lo conseguiremos porque éstos nos
limitan al mundo físico de las formas y que se representa en el cerebro y en la mente como ilusorio;
tiene que ser con el Alma. Los mundos inferiores (físico,
de Deseos y del Pensamiento) se consideran
más “personales” porque son donde estamos evolucionando
gracias a la materia que obtenemos
de ellos para formar nuestros cuerpos (físico, de deseos y mental) en cada renacimiento, y
también porque es en esos mundos donde, después de la muerte,
asimilamos la quintaesencia
de nuestra vida pasada y nos preparamos para la próxima. Por tanto y de acuerdo con esto,
también podemos evolucionar en ellos (como de hecho lo hacemos) gracias a nuestros
diferentes cuerpos ya que: 1º.- Con el cuerpo físico actuamos y experimentamos en
el mundo físico; 2º.- Con el cuerpo de deseos evolucionamos siempre y cuando nos
esforcemos por expresar los más elevados y espirituales deseos,
sentimientos y emociones;
y 3º.- Con la mente siempre que la utilicemos para meditar, discernir, gobernar el cuerpo de
deseos, y actuar de acuerdo a las leyes espirituales. Esto es lo que el común de la humanidad
está haciendo actualmente, aunque en la mayoría de los casos inconscientemente; esta es
la manera en que, renacimiento tras renacimiento, nos estamos acercando al Espíritu y a Dios.
Debemos creer y trabajar para identificarnos con lo que, desde lo interno, se nos presenta
como orden, amor, fraternidad, justicia divina, servicio desinteresado, compasión y todas
las virtudes que conocemos porque las hemos experimentado a través de la evolución y
otras más que despertaremos y expresaremos en el futuro.
Si el origen de todo lo existente es la “Nada” o “Vacío” y nosotros (físicamente hablando)
al igual que el universo, somos una condensación de materia que procede de otro
vacío individual, está claro que debemos ir desapegándonos de lo terrenal y del concepto
de que somos un cuerpo físico para poder identificarnos con ese “Vacío” que, en el más
elevado sentido, es la “Realidad” o “Todo”. Lo mismo que para nosotros “adquirir
conocimiento” es identificarnos con lo conocido, así mismo debemos conocer la
Realidad para identificarnos con ella puesto que la “realidad” procede y es ese vacío
al cual nosotros también pertenecemos. Como esa identificación no la podemos hacer
en el mundo ilusorio de los sentidos, debemos buscarla en nuestro interior, en el
verdadero Ser, en el Espíritu creado por Dios, la única Realidad. Según vayamos
identificándonos con Dios iremos despertando su naturaleza latente en nosotros
y sentiremos cada vez más que somos parte de Él
Francisco Nieto