LA NATIVIDAD
En el comienzo de la evolución humana, relatada bíblicamente en la historia de
Adán y Eva, la raza humana cayó bajo la influencia de los Espíritus Luciferes, y dejó
de poder vivir en los planos etéricos o Jardín del Edén. Un descenso en su tasa
vibratoria la proyectó a la condición material densa, aún existente, bajo la cual el
hombre quedó sometido a los sentidos y sus consiguientes limitación y dolor. Hubo,
sin embargo, algunos seres humanos que no sucumbieron a las tentaciones de los
Luciferes, sino que permanecieron como ángeles puros. Entre ellos estaban esos egos
sublimes que conocemos como el Maestro Jesús y Su perfecta madre, la bendita
María. Por eso, en la Asunción, María pudo ser trasladada fácilmente del plano físico
al etérico. Los ángeles no tienen ni siquiera idea de la pasión humana, así que María,
estando libre de manchas terrenales, se encontraba en su hogar con los ángeles.
Aquella santa noche en que el ego, a quien conocemos como Jesús, vino a
vivir a la Tierra, las fuerzas espirituales que lo acompañaron fueron tan poderosas
que, a pesar del transcurso de miles de años, continúa resonando su eco, en
conmemoración de aquel nacimiento. La elevada fuerza espiritual que envolvió al
Planeta en aquella maravillosa ocasión, ha sido la causa de numerosas y hermosas
leyendas. Se ha dicho que los rosales florecieron repentinamente, en medio de la
nieve; que extrañas flores encantadas, portadoras de rostros angélicos grabados en
sus pétalos, brotaron con superabundancia; que, en los establos y campos de todo el
mundo, el ganado se arrodilló como en oración, mientras los ángeles entonaban un
himno de paz y buena voluntad entre los hombres.

LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO
Repetimos que cada acontecimiento en la vida del Maestro, representa una
etapa en el Sendero del Discipulado. La Presentación en el Templo representa la
dedicación. Un aspirante se rededica a sí mismo muchas veces, obteniendo cada vez
más profunda comprensión, y recibiendo mayores compensaciones espirituales.
Ana y Simeón eran ambos iniciados del Templo. Poseían la facultad de leer en
el registro akásico o Memoria de la Naturaleza. Allí supieron de la sublime misión
del Maestro Jesús y de la parte que le correspondía a María en su desarrollo. María
era capaz de leer, aún más allá, en esos registros. Previamente, había comprendido
algo de la misión del Maestro, pero entonces comprendió el sacrificio que suponía y
el dolor y sufrimiento que le iba a proporcionar. Esta fue la espada que atravesó su
corazón. Los misterios de los Siete Dolores de la Virgen Bendita empiezan con la
Presentación en el Templo.


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ESPÍRITU PLANETARIO INTERNO

Rayo del Sol Dios, por cuyo gran poder
La Tierra nació en el espacio, venimos a Ti
Para aprender el secreto de un amor
Que escoge el sufrimiento cuando quiere ser libre.
Oh, gran Espíritu Solar, oprimido dentro de la Tierra,
Sufres; sus estrechos límites te aprisionan;
Buscas canales humanos para Tu amor;
Pides manos humanas que te liberen.
Tú derramas Tu vida y Tu amor sobre el hombre
Para que el hombre aprenda a darse a Ti,
A ser un canal humano para Tu amor,
A cuyo través fluya, para liberar la Tierra.
Oh Cristo, tu amor encuentra eco en nuestros corazones.
Nuestras manos Te liberarán de la carga que llevas.
Nos ofrecemos como canales para Tu amor.
Nos ofrecemos para que Tú seas libre.
(Autor no identificado)
