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CORINNE H.: LAS ESTACIONES DE LA CRUZ...(I)
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Resposta  Missatge 1 de 1 del tema 
De: moriajoan  (Missatge original) Enviat: 07/04/2012 13:38

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LAS ESTACIONES DE LA CRUZ...(I)
 
Las Estaciones de la Cruz indican los lugares en los que Cristo Jesús se
detuvo, mientras transportaba Su carga, a lo largo de la Vía Sacra, hacia el Calvario o
Monte de la Liberación. Originariamente, estas Estaciones eran sólo siete, y se
conocían como "las siete caídas". Durante la ocupación de Tierra Santa por los
turcos, el emplazamiento de estas Estaciones en la Sagrada Vía sufrió algunos
cambios y, con ello, se perdió gran parte del significado esotérico que llevaban
consigo.
El más profundo significado de estas Estaciones no se originó con el
cristianismo. Están relacionadas con la naturaleza del hombre y el proceso que
implica el desarrollo de su naturaleza divina. Sus significados son, por tanto,
comunes, tanto a los Misterios antiguos, como a los Misterios Cristianos. En los
Misterios de Eleusis, por ejemplo, existía una Vía Sagrada que conducía, desde la
ciudad de Atenas, cuesta arriba, hasta cerca de Eleusis. Estas estaciones o
"capillitas", como se las llamaba, representaban determinados estados de desarrollo,
y a ningún discípulo se le permitía ir más allá, por ese Camino, de lo que autorizaba
su propio nivel de consecución. Dentro de cada capillita, el discípulo recibía
instrucciones que le ayudaban a llegar hasta la próxima Estación. En la Alta Edad
Media, los devotos cristianos iniciaron la práctica de reproducir en sus iglesias las
Estaciones de la Cruz, mediante escenas de la Pasión, pintadas o esculpidas. Fue
también frecuente la colocación de relicarios o capillitas, representativas de las
distintas Estaciones, a lo largo del camino que conducía a la iglesia. Al principio de
hacer esto, existía un conocimiento de la importancia mística de esas Estaciones
pero, gradualmente, se fue perdiendo, excepto para unos pocos, a medida que el
pensamiento materialista fue invadiendo el terreno de la verdadera comprensión
esotérica. Hoy sirven, en el mejor de los casos, poco más que como pequeños objetos
de veneración, que estimulan al devoto a rezar, pero también dan lugar, en muchos
casos, a creencias y prácticas supersticiosas.
Las Estaciones que, al principio, fueron siete, se duplicaron más tarde.
Esotéricamente representan el Camino del desarrollo, mediante el despertar de los
siete centros energéticos, en su doble aspecto, positivo y negativo, que florecen en el
interior o sobre la cruz que representa el cuerpo humano. Las experiencias de la vida
de Cristo, que marcan las catorce Estaciones, son las siguientes:
 
I Cristo Jesús es condenado a muerte.
II Carga con Su cruz.
III Cae por primera vez.
IV Encuentra a Su madre.
V Simón Cireneo le ayuda a llevar la cruz.
VI Verónica enjuga Su rostro.
VII Cae por segunda vez.
VIII Las hijas de Jerusalén lloran por Él.
IX Cae por tercera vez.
X Es despojado de Sus vestiduras.
XI Es clavado en la cruz.
XII Muere en la cruz.
XIII Es bajado de la cruz.
XIV Es colocado en el sepulcro.
 
En toda la literatura esotérica, los siete centros (chacras) se describen así:
El número uno está situado en la base de la espina dorsal. Ahí duerme el
kundalini o fuego espinal espiritual. Rojo oscuro en estado latente, este fuego,
cuando es despertado, se transforma en rojo rubí claro.
El número dos está situado en el plexo solar. Su color rojo naranja se modifica
durante el proceso de transmutación, mediante un ligero tinte verde vernal claro.
El número tres se relaciona con el bazo el cual, como un sol en miniatura,
irradia luz dorada. Al principio de su desarrollo, posee un tono verde dorado que
luego se convierte en dorado puro.
El número cuatro, el centro cardíaco o cordial, emite resplandor amarillo que,
en posteriores estadios de transmutación, pasa a estar teñido de azul etéreo.
El número cinco está colocado en el cuello, exactamente sobre la laringe. Su
color es azul y, a su través, cuando se ha desarrollado completamente, titilan chispas
plateadas.
El número seis se encuentra cerca del centro de la cabeza, hacia la coronilla.
Cuando ha entrado completamente en actividad, emite caleidoscópicos dibujos de
belleza indescriptible. Sus colores primarios son el rosa, el amarillo, el azul y el
púrpura.
El número siete está en la parte más elevada de la cabeza. Totalmente
despierto, forma una corona o halo que irradia una refulgente luz blanca.
La puesta en actividad o despertar de los dos centros inferiores corresponde al
Primer Grado o de la Purificación; así como la del bazo y el corazón, corresponden al
Segundo o de la Iluminación. El centro del cuello es la puerta que comunica la
personalidad con el espíritu y alcanza su pleno desarrollo sólo cuando aquélla se ha
espiritualizado o, en otras palabras, cuando está dispuesta a obedecer siempre las
órdenes del espíritu. Los dos centros de la cabeza corresponden al Tercer Grado o
Grado del Maestro.
 
Según la esotérica comprensión de la iglesia primitiva, los discípulos que
caminaban por el Sendero del Calvario no encontraron al Maestro durante el
Camino, sino que Lo siguieron. Esta es la interpretación correcta, ya que Cristo fue
el Supremo Indicador del Camino para toda la Humanidad. Las Estaciones indican
las Etapas más importantes, conducentes a la Iniciación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 


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