Primera estación: CRISTO JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
Mediante la experiencia transformadora de la Iniciación, el hombre muere para
el mundo exterior y nace a la vida interior del espíritu. La Primera Estación
representa la suprema dedicación. Uno es el principio de todas las cosas. Así como
Una es la gran Llama Blanca que contiene los siete colores, en potencia o en
suspenso, del mismo modo, la dedicación preiniciatoria se convierte en la semilla de
la que brotarán, en debida forma, todas las fuerzas espirituales latentes en la
conciencia del discípulo.
Segunda estación: CRISTO JESÚS CARGA CON SU CRUZ
Tras la suprema dedicación, la cruz se convierte en objeto familiar para el
aspirante. Le hace frente en todas las experiencias de su existencia diaria y deja su
huella, tanto sobre su vida externa como sobre su vida interior. Es en esta Estación
cuando el Sendero se hace tan pesado, que muchos se vuelven atrás, hacia el mundo,
y dejan de caminar con Cristo.
Así como el Uno pertenece a la esfera de lo infinito, el dos pertenece a la de lo
finito. Dos representa el descenso del espíritu a la materia. La Segunda Estación
tipifica la encrucijada de la decisión, la vacilante situación desde la que el discípulo,
o se vuelve atrás hacia los viejos senderos, o se encamina hacia adelante en busca de
una mayor identificación con el espíritu.
Tercera estación: CRISTO CAE POR PRIMERA VEZ
El considerar las Estaciones en relación, tan sólo, con su significado histórico,
como incidentes en la vida de un único hombre, es perder la perspectiva de su
verdadero significado para toda la Humanidad. Si Cristo es el Supremo Iniciador, Su
Camino ha de tener, claramente, significado para todos. Esotéricamente, cada caída a
lo largo de la Vía Dolorosa, es el símbolo de una experiencia en la vida del discípulo,
como consecuencia de la cual, puede caer o fallar. Es, pues, importante, conocer la
naturaleza de esas pruebas, a fin de poderse enfrentar a ellas con conocimiento de
causa.
El Uno, sumado al Dos, produce el Tres. Los sabios antiguos definían la
aparición de la Triplicidad como "el mundo de la Emanación". Es mediante las
fuerzas del Tres como el espíritu desciende a habitar en la carne. El ritmo
manifestado por el Tres depende de la armonía existente entre el Uno y el Dos, y en
ello está la clave de la futura evolución del hombre. La Primera Caída representa el
actual estado de evolución del hombre, en el que se halla profundamente envuelto
por el mundo de la materia.