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ESCRITOS DE OTROS MIEMBROS DE LA F.R.: “EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(I)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 20/07/2012 20:37

 


 
 

EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(I)
 
 Perla Pompa de Núñez
 
Queridas hermanas, queridos hermanos: 
La siguiente es una meditación escrita por el Padre Ignacio Larrañaga sobre la situación
del hombre en el mundo. Se denomina “Sufrimiento y Redención”: 
“Señor, Señor ¿qué significa ser hombre? Sufrir a manos llenas. Desde el llanto del recién nacido
 hasta el último gemido del agonizante, sufrir es el pan cotidiano
 y amargo que nunca falta en la mesa familiar” 
“Las mil enfermedades, las mil y una incomprensiones, los conflictos íntimos, las
depresiones y obsesiones, rencores y envidias, melancolías y tristezas, las limitaciones
 e impotencias propias y ajenas. ¿Qué hace el hombre con ese bosque infinito de hojas muertas?”. 
Así es como la generalidad de las personas concibe la vida en la Tierra : una sucesión
de hechos a veces inentendibles que escapan a los proyectos ya establecidos. Y se
vuelve difícil comprender el porqué del sufrimiento. De ahí surge ese deseo tan intenso
 y universal de liberarse de todas las penas a fin de alcanzar  un estado de bienestar
inalterable. Esto lo comprobamos diariamente al conversar con las personas con
 quienes compartimos; en el trabajo, o en la familia. Todos tienen alguna dolencia
o situación determinada de la cual desean liberarse. 
   
La gente tiene la ilusión de que cambiando los hechos exteriores que son muy fáciles
 de ver, se modificará su mundo interno. Algunas personas dedican todos sus esfuerzos 
 en pos de un cuerpo sano a fin de lograr la salud física, pero no es suficiente para desterrar
definitivamente la enfermedad, y en cuanto a las demás aflicciones cotidianas, tampoco
se conoce la manera de alejarlas definitivamente de
 nuestras vidas a pesar del empeño puesto en ese fin. 
Los que frecuentamos esta Fraternidad no estamos ajenos a estos anhelos, tal vez
ellos mismos no dieron el impulso para llegar a este lugar. Pero a nosotros sí nos
corresponde tratar de entender que sucede con el hombre; por que tantos pesares.
Cómo encontrar al fin, si es posible, un camino que nos lleve a liberarnos de todos los males. 
A fin de profundizar sobre este tema, recurrí en primer lugar al diccionario, para
conocer el significado de la palabra liberación, y allí se lee: Liberación es la acción
 de poner en libertad. Carta o recibo que se da al deudor cuando se paga. Liberar 
 es libertar. Eximir a uno de una obligación. Cómo sinónimos tenemos:
 libertar, absolver soltar, redimir, exonerar. 
El sinónimo más utilizado es Redención. Y Redimir es: rescatar al cautivo mediante
 precio. Dejar libre una cosa que se había vendido o empeñado. Librar de una obligación
 o extinguirla. Poner término a una adversidad o molestia.  
Entonces, si liberación es quedar libre de una obligación, o poner término a una
 adversidad,  surge el interrogante de cómo se lograría la redención.  Cómo nos
 redimimos; ¿cuál sería nuestra acción eficaz al respecto? 
Los que seguimos las enseñanzas cristianas sabemos que Cristo es el llamado Redentor.
 Es Él quien redimió de los pecados al mundo. Leemos en Gal. 5.1 “Cristo nos liberó
para ser libres”. Y en los Evangelios, en MT. 20 -28: “Vino no  ha ser servido
 sino a servir y a dar su vida como rescate por una muchedumbre”. 
Se dice que Jesucristo es quien nos redimió con su sangre, expió satisfactoriamente
 con su muerte nuestros pecados  y ofreció su propia vida   como sacrificio para la
 redención de todos. Entendiendo así estas palabras, ya estamos liberados de nuestros
 pecados por ese hecho, requiriendo de nosotros una participación pasiva; es como
si el dueño de un esclavo recibe del pagador el precio del rescate sin que
 el esclavo mismo ejerza ninguna acción. 
Considerando también así el sacrificio de Jesús podríamos entender que Dios
estaba airado y se apaciguó con la muerte de su hijo. Entonces podríamos preguntar:
¿Puede una persona sustituir a otra; morir en su lugar y continuar el hombre con
 su pecado? ¿Quien tiene que cambiar? ¿Dios debe cambiar su ira en bondad o
es el hombre quien debe convertirse de pecador en justo? 
En el Concepto R. Cosmos, Max Heindel, plantea estas mismas interrogantes
 diciendo: “si las leyes del Renacimiento y consecuencia obran de tal manera
que los seres evolucionantes recogen lo que han sembrado, y si el impulso evolutivo
está constantemente elevando a la humanidad cada vez más alto para alcanzar
la perfección ¿Dónde está pues la necesidad de redención¿ cómo puede la muerte
de un individuo ayudar al otro ¿No sería mas noble que sufriera las consecuencias
de sus propios actos que ocultarse tras otro?. 
El mismo nos aclara: Es realmente cierto que el impulso evolutivo, ayudado por las
leyes de Renacimiento y de Causa y Consecuencia trabajan para realizar la suprema
perfección de todos; sin embargo, hay algunos que están constantemente quedándose
atrás;  y con objeto de darles esa ayuda especial y redimirlos fue la Misión de Cristo.
 La evolución se hubiera retrasado enormemente y muchos no hubieran podido
seguir con nuestra oleada de vida, si no se hubiera procurado alguna ayuda. 
El dijo que había venido a salvar a los que estaban perdidos y al mismo tiempo
 abrió el camino de la iniciación para todos los que quisieran buscarla. Cristo vino
a salvar a los que estaban muy sumergidos en la materialidad, y para traer paz y
buen voluntad a todos, elevándolos al grado necesario de espiritualidad produciendo
 un cambio en sus cuerpos de deseos que haría mas fuerte
 la influencia del Espíritu de Vida en sus corazones. 
 
 

 
 
 
 
 
 
 

 

 





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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 20/07/2012 20:39

 


 
 

La expresión “La sangre purificadora de Cristo” quiere decir que cuando corría la
sangre en el calvario, ésta llevó consigo al gran espíritu del sol, Cristo, quien por
este medio aseguró su admisión en la tierra y desde ese momento se convirtió
 en el Espíritu planetario habitante dentro de ella. 
La expresión “Cristo preparó la Tierra ” significa que toda evolución dentro del
 Planeta es acompañada por la evolución del planeta mismo. Cuando su sangre
 cayó en la Tierra , difundió su propio cuerpo de deseos por todo el Planeta purificándolo,
 lo que le permitió trabajar sobre la tierra y sobre la humanidad desde dentro, atrayendo
 hacia nuestro c. de deseos materia emocional mas pura que antes. El continúa
trabajando por un  entorno cada vez más puro, para facilitarnos  él esfuerzo de
 vivir una buena  vida cultivando la  espiritualidad y tratando de llegar a la perfección. 
Entonces, Cristo quitó el pecado del mundo (no del individuo) y es en el verdadero
 sentido de la palabra el Salvador del Mundo.  
En el libro “La verdad os hará libres” de Gustavo Gutiérrez, leemos que para
 visualizar aun más el sentido de la liberación, debemos comprender el Éxodo.
Yahvé libera al pueblo Judío para hacerlo una nación santa: “Ya han visto lo que
he hecho con los egipcios. Ahora pues, si de veras escuchan mi voz y guardan mi
Alianza, ustedes serán mi propiedad personal entre todos los pueblos” EX. 19 – 4-6. 
Es la Alianza , el cumplimiento de la palabra de Dios, la que da sentido a la liberación
 de Egipto; la una no se explica sin la otra: “ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”. 
Y decir la palabra de Dios es decir la Ley de Dios, a la que los Salmos alaban diciendo:
 “La ley del Señor es perfecta, es remedio para el Alma; las ordenanzas del
Señor son rectas y para el corazón son alegría”. 
Haciendo pues la similitud comprendemos que al cumplir el hombre la
 palabra o la ley de Dios, se libera de sus pecados. 
Max Heindel habla de esta Ley, diciendo: que sólo hay una Ley Suprema, una
Sabiduría Suprema, es decir un solo Dios, el punto culminante de todos los
poderes, tanto espirituales como físicos del Universo; el centro único del cual
todas las cosas, todos los atributos, todas las facultades, funciones y principios
proceden y en el que todos han de culminar, siendo inconcebible para el hombre
independizarse de Dios. Y por que la naturaleza entera y el hombre son mera
manifestación de Dios, aquel solo puede esperar la realización de sus anhelos si
obra en armonía con la Ley Universal o Voluntad Divina. 
La explicación de la vida del hombre, todas las circunstancias que rodean a las
mismas, descansa en el hecho de ser esencialmente espiritual y eterno. Y esa
 Voluntad Divina es la que se traduce para nosotros en armonía, paz y gozo. Y el
hombre debe someterse a ella. No puede regirse por
 su voluntad, pues la voluntad humana se guía
egoístamente por su conveniencia. Cuanto más se someta el hombre a la Voluntad Divina
 y deje de establecer leyes por si mismo, mayores serán sus progresos.     
Y esta Ley Universal se manifiesta en un sin número de Leyes que rigen tanto el mundo
 físico como el espiritual, y nos encaminan por determinados senderos; nos inhabilitan para
 otros o los vuelven inaccesibles. Pero todas ellas actúan armoniosamente para dirigir a toda
 la humanidad, a toda la creación, a todas y a cada una de las oleadas de vida y a todos y
 a cada uno de los espíritus que las componen; hacia arriba y hacia delante,
hasta alcanzar la perfección y la unión con Dios. 
 Algunas de las leyes que rigen  el Mundo Físico son conocidas por la humanidad que
las utiliza casi inconcientemente, por ejemplo: La Ley de la Gravedad , la Ley de
 electricidad, la rige la digestión y asimilación, las que rigen el equilibrio, el crecimiento,
el habla; y otras tantas que nos ayudan a evolucionar en cuanto actuamos a su favor:
por ejemplo, si no tocamos con la mano un conductor eléctrico, no sentiremos la sacudida
 de la electricidad. Estas mismas leyes nos castigan o “riñen” a su manera y nos llevan
por mal camino si las infringimos: si ingerimos una sustancia
inapropiada para el cuerpo nos enfermamos. 
Pero existen otras leyes, además de las citadas, que son desconocidas por la generalidad
de los hombres, y que la sabiduría Occidental nos enseña en las llamadas Escuelas de
Misterios, y otras han sido reveladas por el mismo Cristo. Estas leyes rigen el mundo
espiritual y su observancia nos permite avanzar sin tropiezos en el Sendero. Pero
tanto las leyes del Mundo Físico como las del Mundo Espiritual tienen dos características
comunes: estamos sometidas a ellas en el campo de actividad que dirigen y la ignorancia
de nuestra parte no es excusa para que no nos traten con el mismo rigor. 
 
 La sabiduría Occidental destaca que el denominado “pecado” en lengua corriente, no
 es sino la trasgresión a una Ley Natural, y lo que se conoce por “castigo de Dios”, no
 es sino la consecuencia a esa infracción puesta en marcha por la propia Ley. Por eso,
Jesús siempre utilizaba las mimas palabras: “Ve y no peques mas” o “tus pecados te
son perdonados”, exponiendo de este modo el eterno e inmutable principio de que
todo mal y su consiguiente pena son el resultado directo del quebrantamiento de la ley. 
No existe un  Dios vengador, ofendido, dispuesto a castigar, sino un Dios del cual
formamos parte, del que somos como células y que es todo amor, todo ternura y comprensión. 
Las Leyes que rigen el mundo Espiritual son numerosas pero citaremos algunas:
 la ley de polaridad: todo es vibración y por tanto cada virtud y su vicio opuesto no
son sino distintos grados de la misma vibración, de ahí que “el mal es un bien en
formación”; la ley de Atracción o Afinidad: el todo atrae y se siente atraído por lo similar.
“lo semejante atrae lo semejante”. Esta ley actúa universalmente en cada plano de
 acción y a traemos lo que deseamos  o esperamos; la ley de Analogía “como arriba
es abajo y como es abajo es arriba”, refiriéndose a los distintos planos de existencia;
La ley de evolución: “todo tiende a crecer hacia delante y hacia arriba”; y la Ley de
 dar y recibir: para poder recibir es necesario dar primero. “dad y se os dará”.
Compartir lo que se tiene abre el canal para recibir cosas deseables. 
Entre las leyes naturales básicas y que analizaremos con más profundidad 
están: la Ley de Renacimiento o Reencarnación; la de Causa y Efecto, Siembra o
 Cosecha o de Retribución; la Ley de Epigénesis, La ley del arrepentimiento
o perdón de los pecados y la Ley del Amor. 
Nos dice la Filosofía Rosacruz que las Leyes de Renacimiento y Causa y Consecuencia
armonizan perfectamente con la concepción de un Dios justo y amante, pues a través
ellas podemos  emanciparnos de nuestra poca deseable condición actual y adquirir
determinado grado de desarrollo por muy imperfectos que ahora seamos. 
Lo que somos, lo que tenemos, todas nuestras buenas cualidades son el resultado  de
 nuestras propias acciones y lo que nos falta puede ser nuestro en el futuro, y en vez de
lamentarnos por la falta de esta o aquella facultad, o de las desigualdades de la vida, debemos
idear los medios necesarios para superar nuestras carencias. 
La ley de Renacimiento postula un lento avance efectuado persistentemente por medio de
 repetidas encarnaciones, en forma de creciente eficiencia, hasta  llegar el tiempo en el que
 todos alcanzarán la cumbre de esplendor espiritual. (Lámina 9) 
Esta ley que rige toda la naturaleza es muy visible en el reino vegetal: en la primavera la tierra se
despierta y todas las plantas se llenan de brotes, generando frutos en el verano, hasta que en
el invierno todo parece morir para luego reverdecer en la nueva primavera. 
Y esta misma ley que despierta la vida en los vegetales trae, de nuevo al hombre a la tierra
 para que adquiera nuevas experiencias a través de encarnaciones sucesivas, pero en vehículos
 o cuerpos de creciente perfección. Los espíritus necesitan encarnar para adquirir experiencia
para dominar al mundo,  y lograr el  dominio de si mismo, es decir el Yo inferior. 
La Ley de Consecuencia está íntimamente ligada a la anterior. Todos hemos vivido en la
Tierra muchas vidas en el pasado y habremos de vivir muchas en el futuro. En cada una
de esas vidas pasadas hemos puesto en funcionamiento varias causas, algunas de las
cuales están produciendo ahora en la vida presente, sus efectos conocidos como  Karma o
destino maduro. Así vamos pagando cuentas y cosechando premios del pasado que constituyen
nuestro “mal” o “buen” destino,  aun que en esta última encarnación hayamos remodelado
 nuestra vida. De ahí que ante hechos muy desagradables que nos agobian, no encontramos
 muchas veces una causa justificada y nos creemos sujetos de injusticias.


 

 
 
 
 
 
 
 

 



 
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