“EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(I)
Perla Pompa de Núñez
Queridas hermanas, queridos hermanos:
La siguiente es una meditación escrita por el Padre Ignacio Larrañaga sobre la situación
del hombre en el mundo. Se denomina “Sufrimiento y Redención”:
“Señor, Señor ¿qué significa ser hombre? Sufrir a manos llenas. Desde el llanto del recién nacido
hasta el último gemido del agonizante, sufrir es el pan cotidiano
y amargo que nunca falta en la mesa familiar”
“Las mil enfermedades, las mil y una incomprensiones, los conflictos íntimos, las
depresiones y obsesiones, rencores y envidias, melancolías y tristezas, las limitaciones
e impotencias propias y ajenas. ¿Qué hace el hombre con ese bosque infinito de hojas muertas?”.
Así es como la generalidad de las personas concibe la vida en la Tierra : una sucesión
de hechos a veces inentendibles que escapan a los proyectos ya establecidos. Y se
vuelve difícil comprender el porqué del sufrimiento. De ahí surge ese deseo tan intenso
y universal de liberarse de todas las penas a fin de alcanzar un estado de bienestar
inalterable. Esto lo comprobamos diariamente al conversar con las personas con
quienes compartimos; en el trabajo, o en la familia. Todos tienen alguna dolencia
o situación determinada de la cual desean liberarse.
La gente tiene la ilusión de que cambiando los hechos exteriores que son muy fáciles
de ver, se modificará su mundo interno. Algunas personas dedican todos sus esfuerzos
en pos de un cuerpo sano a fin de lograr la salud física, pero no es suficiente para desterrar
definitivamente la enfermedad, y en cuanto a las demás aflicciones cotidianas, tampoco
se conoce la manera de alejarlas definitivamente de
nuestras vidas a pesar del empeño puesto en ese fin.
Los que frecuentamos esta Fraternidad no estamos ajenos a estos anhelos, tal vez
ellos mismos no dieron el impulso para llegar a este lugar. Pero a nosotros sí nos
corresponde tratar de entender que sucede con el hombre; por que tantos pesares.
Cómo encontrar al fin, si es posible, un camino que nos lleve a liberarnos de todos los males.
A fin de profundizar sobre este tema, recurrí en primer lugar al diccionario, para
conocer el significado de la palabra liberación, y allí se lee: Liberación es la acción
de poner en libertad. Carta o recibo que se da al deudor cuando se paga. Liberar
es libertar. Eximir a uno de una obligación. Cómo sinónimos tenemos:
libertar, absolver soltar, redimir, exonerar.
El sinónimo más utilizado es Redención. Y Redimir es: rescatar al cautivo mediante
precio. Dejar libre una cosa que se había vendido o empeñado. Librar de una obligación
o extinguirla. Poner término a una adversidad o molestia.
Entonces, si liberación es quedar libre de una obligación, o poner término a una
adversidad, surge el interrogante de cómo se lograría la redención. Cómo nos
redimimos; ¿cuál sería nuestra acción eficaz al respecto?
Los que seguimos las enseñanzas cristianas sabemos que Cristo es el llamado Redentor.
Es Él quien redimió de los pecados al mundo. Leemos en Gal. 5.1 “Cristo nos liberó
para ser libres”. Y en los Evangelios, en MT. 20 -28: “Vino no ha ser servido
sino a servir y a dar su vida como rescate por una muchedumbre”.
Se dice que Jesucristo es quien nos redimió con su sangre, expió satisfactoriamente
con su muerte nuestros pecados y ofreció su propia vida como sacrificio para la
redención de todos. Entendiendo así estas palabras, ya estamos liberados de nuestros
pecados por ese hecho, requiriendo de nosotros una participación pasiva; es como
si el dueño de un esclavo recibe del pagador el precio del rescate sin que
el esclavo mismo ejerza ninguna acción.
Considerando también así el sacrificio de Jesús podríamos entender que Dios
estaba airado y se apaciguó con la muerte de su hijo. Entonces podríamos preguntar:
¿Puede una persona sustituir a otra; morir en su lugar y continuar el hombre con
su pecado? ¿Quien tiene que cambiar? ¿Dios debe cambiar su ira en bondad o
es el hombre quien debe convertirse de pecador en justo?
En el Concepto R. Cosmos, Max Heindel, plantea estas mismas interrogantes
diciendo: “si las leyes del Renacimiento y consecuencia obran de tal manera
que los seres evolucionantes recogen lo que han sembrado, y si el impulso evolutivo
está constantemente elevando a la humanidad cada vez más alto para alcanzar
la perfección ¿Dónde está pues la necesidad de redención¿ cómo puede la muerte
de un individuo ayudar al otro ¿No sería mas noble que sufriera las consecuencias
de sus propios actos que ocultarse tras otro?.
El mismo nos aclara: Es realmente cierto que el impulso evolutivo, ayudado por las
leyes de Renacimiento y de Causa y Consecuencia trabajan para realizar la suprema
perfección de todos; sin embargo, hay algunos que están constantemente quedándose
atrás; y con objeto de darles esa ayuda especial y redimirlos fue la Misión de Cristo.
La evolución se hubiera retrasado enormemente y muchos no hubieran podido
seguir con nuestra oleada de vida, si no se hubiera procurado alguna ayuda.
El dijo que había venido a salvar a los que estaban perdidos y al mismo tiempo
abrió el camino de la iniciación para todos los que quisieran buscarla. Cristo vino
a salvar a los que estaban muy sumergidos en la materialidad, y para traer paz y
buen voluntad a todos, elevándolos al grado necesario de espiritualidad produciendo
un cambio en sus cuerpos de deseos que haría mas fuerte
la influencia del Espíritu de Vida en sus corazones.