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ESCRITOS DE OTROS MIEMBROS DE LA F.R.: “EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(yII)
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 24/07/2012 17:47

 


 
 

EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(yII)
 
 Perla Pompa de Núñez
 

 

El proceso del pago de deudas es siempre restrictivo, limitador y desagradable. Pero también
ofrece el consuelo de que las deudas una vez pagadas no pueden ser  exigidas de nuevo y
 por tanto se queda libre de ellas para las futuras vidas. Y en cuanto termina la trasgresión
a la ley, termina también la causa del sufrimiento, y aunque los residuos del pecado permanecen
 todavía, ya no se acumulan los efectos por que la causa ha desaparecido y el daño empezará
a disminuir, no presentándose ya en la vida futura.
Vemos entonces que estas dos leyes de Renacimiento y Consecuencia: explican de forma
 razonable todos los problemas de la vida humana. Si miramos desde esta óptica las
dificultades que experimentamos  ya no nos asombran.
Se puede pensar que este cumplimiento sistemático de una causa y su efecto posterior
lleve a acciones mecanizadas; cada causa produce un efecto y es una causa que a su vez
 produce otro efecto sin posibilidad de nuevas causas. Pero no es así, la ley de epigénesis
 establece que dado que el hombre es un Dios en formación, posee el germen de la facultad
creadora y por tanto, utilizándola con su libre albedrío puede crear, es decir poner en
funcionamiento causas nuevas antes inexistentes y no derivadas de otras anteriores,
para cambiar el curso de la evolución propia o ajena. De acuerdo a esta ley, el Ego fue
construyendo vehículos o cuerpos nuevos para adaptarse mejor en los distintos periodos
de la evolución y este perfeccionamiento sigue actualmente.
La epigénesis es nuestra gran responsabilidad, y debemos procurar que las causas nuevas
que pongamos en funcionamiento siempre se dirijan hacia lo verdadero, lo bueno y lo bello.
La Ley del arrepentimiento o del perdón de los Pecados es una aportación de la doctrina
del Cristo. Su efecto es una muestra más del amor divino, que nos permite escapar al “castigo”
o efecto de la Ley de Causa y Efecto por las infracciones cometidas. Según esta ley, cuando
 nos arrepentimos sinceramente de cualquier pecado o infracción a una ley natural y
realizamos la reparación necesaria al perjudicado, los efectos que según la Ley de
Consecuencia deberíamos experimentar, se disuelven y el pecado queda borrado.
Este es un hecho actual, que se puede realizar por el sincero arrepentimiento y modificación
de la vida, lo que limpia el átomo-simiente en el corazón del recuerdo de pasadas malas
 acciones. Cuando este átomo-simiente ha sido limpiado de este modo, las imágenes de
 estas acciones son disueltas y no están estarán presentes cuando hayamos abandonado
 el cuerpo físico en el momento de la muerte, y así no nos causarán ya ningún
sufrimiento en la región del purgatorio.
Este perdón de los pecados, muestra la necesidad de restituir lo que debemos a las
personas que hemos perjudicado. Esta restitución puede hacerse directamente al
individuo en cuestión, o en caso imposibilidad  se restituye indirectamente en forma de
 servicios prestados a otros; es decir sirviendo al universo.
 Así, el Ego o Espíritu en evolución aprende a cumplir las leyes naturales quebrantadas
durante la presente encarnación, y en la siguiente, ya nacerá en el mundo físico con la
 tendencia innata a no hacer determinadas cosas.
La ley del Amor, el Amor es Dios y ningún mal lo puede resistir. Esta es la última ley
Natural enunciada históricamente por el propio Cristo quien dijo “ama a Dios sobre
 todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo” y sirve para enseñarnos la lección del
amor in egoísta. ¿Por qué amar al prójimo como a uno mismo? Cómo chispas emanadas
de Dios y en Dios, formamos parte de él; nuestra vida y las de los demás seres vivos es
 toda una y la misma vida; la vida de Dios y este amor nos inspira el deseo de
compartir, de dar, de ayudar a los demás.
Nos dice al respecto Waldo Trine en el Libro “Armonía con el Infinito”: “al reconocer
nuestra unidad con la Vida Infinita , nos ponemos al mismo tiempo en acordes relaciones
 con nuestro prójimo y en armonía con las Leyes Eternas de modo que hallamos nuestra
 vida al perderlas por los demás. Comprendemos que nada podemos hacer a otros si
n que a nosotros mismos nos lo hagamos, ni perjudicar al prójimo sin dejar por ello de
 ser nosotros los perjudicados. El hombre que emplea su vida en el servicio, la enriquece
 y la acrecienta mil veces y cada gozo, cada dicha, cada triunfo
 de los miembros del todo también será suyo”.
Desde Luego, nos recuerda permanentemente nuestra filosofía que: “el servicio
amoroso y desinteresado que hacemos a los demás es el camino más corto,
 más seguro y más gozoso que nos lleva a Dios”.
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 24/07/2012 17:48

 


 
 

EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”...(yII)
 
 Perla Pompa de Núñez
 
Pero sucede que durante el transcurso de nuestra vida hay rasgos de carácter o
 expresiones de nuestra personalidad que con mayor frecuencia generan consecuencias
 desagradables, por ejemplo: la cólera, el orgullo, el temor, el odio, la venganza, la sensualidad,
el egoísmo, la envidia y la intolerancia. Por eso debemos analizar constantemente nuestros
pensamientos y emociones para ver si en ellos se manifiestan algunos de los rasgos citados,
 aunque sea en grado mínimo y cuando nos veamos dominados por ellos, debemos comenzar
 enseguida a trabajar para eliminarlos. Los dos principales medios para lograrlo son el
 cambio en el modo de pensar y en el modo de actuar con relación a los demás;  comenzando
 con la modificación en el modo de pensar, por que si así lo hacemos, nuestros actos se
adaptarán a los pensamientos. Si sólo tenemos pensamientos de bendición hacia los
demás nuestras acciones serán siempre buenas.
Modifiquemos nuestros pensamientos y deseos. Y cuando nos veamos perturbados
 por uno malo, sustituyámoslo por uno bueno y concentrémonos en él con tanta intensidad
que el primero no encuentre lugar en nuestra mente.
Meditemos sobre nuestras aflicciones, aceptémoslas y no nos lancemos mentalmente
contra ellas como es la costumbre. No nos coloquemos en el camino para no dejarlas
 pasar. Resistiendo mentalmente a una situación desagradable, le damos por esa mismo
 hecho un poder que se volverá contra nosotros mismos y contra nuestros esfuerzos.
Además, el temor, el odio y el resentimiento son ideas muy cargadas de emoción y cuando
las añadimos a una dificultad estas se vuelven muy difíciles de vencer.
Obedezcamos la ley del Cristo quien dijo: “no os resistáis al mal”. Busquemos la
presencia de Dios y fijemos nuestro pensamiento firmemente en esa presencia que está
en nosotros y en  la persona o en el mal que nos aflige, es decir “volvamos la otra mejilla”.
Si así lo hacemos la situación desagradable desaparecerá. Si alguna persona nos hace
 un daño en vez de pensar en la falta cometida, fijemos la atención en lo divino de la
 persona y veremos como su conducta cambiará.
No nos protegemos de los males resistiéndolos, pues al hacerlo intensificamos su
 poder y nos ponemos completamente bajo su dominio. La doctrina de la no resistencia
 es el gran secreto metafísico. Cristo nos enseño lo que en realidad constituye una estrategia
 espiritual admirable. Cuando consideramos con hostilidad una situación le damos el poder
de gobernarnos; cuando no le ofrecemos resistencia, le privamos de poder. Poco a poco
debemos aprender a distanciarnos de todas las dificultades hasta que nos demos
cuenta que realmente son sombras proyectas por nuestra personalidad.
 
Podemos concluir diciendo que Dios no creo ni la enfermedad ni el sufrimiento, ellas son
el resultado de haber quebrantado las leyes a las que estamos sujetos, como habíamos
 dicho se cumplen aunque no las conozcamos. Aun no las entendemos totalmente, ni las
 respetamos y por que estamos desarmonizados con el Orden Divino sufrimos toda clase
de pesares. La mayoría de los hombres cree que lo que les pasa depende principalmente
 de las personas y circunstancias que los rodean, creyendo que están expuestos  a
accidentes e imprevistos de toda clase que van cambiando sus vidas.
 
Queremos liberarnos de nuestras aflicciones que vienen a ser los efectos, pero prestamos
 muy poca atención a las causas. Lo semejante atrae a lo semejante; el odio, la envidia, los
celos, la venganza tienen sus frutos. Cada mal pensamiento y cada mala acción engendran
otros parecidos. Cada idea que emanamos, nos volverá con sus lógicas consecuencias
 y estas pueden acabar deteriorando el organismo. La misma salud física es un bien del
 cual no podemos gozar indefinidamente si no guardamos sentimientos de misericordia
y buena voluntad hacia los demás.
 
Nos aumentamos o disminuimos la salud, nos atraemos a ciertas personas o condiciones
 y rechazamos otras, hacemos venir la serenidad o el temor. Así como pensamos, como
actuamos y como hablamos con los demás, así nos harán a nosotros, lo bueno o lo malo
 que hacemos se nos devolverá en el mismo grado.
 
Busquemos el bien en todas las personas y en todas las cosas, envolviendo a quien sea
 en pensamientos de amor y benevolencia. Y así como lo malo genera consecuencias
 desagradables, cada buen pensamiento, sentimiento o acción, nuestra labor constructiva,
el servicio a los demás, se van acumulando y creando buenos efectos que podrán modificar
 las circunstancias y oportunidades futuras. Nosotros creamos nuestro destino, la suerte
y la casualidad son solo aparentes. Pero no olvidemos, que así cómo trabajamos sobre
nuestros pensamientos, acciones y emociones, debemos también actuar sobre nuestro
 cuerpo físico para refinarlo y hacerlo más sensitivo. Este vehículo es el más evolucionado 
 y nos permite adquirir las experiencias,  por lo que debe estar libre de impurezas, esto se
 logra mediante una dieta naturista - vegetariana y una vida más pura.
Y ante las limitaciones y desengaños que continuamente se nos presentan, no nos
 abandonemos a las quejas y lamentaciones y cumplamos nuestros deberes, pues los
 deberes cumplidos con amor son el camino de la liberación. Dicen que las obligaciones
 diarias bien hechas, aunque sean materiales, constituyen la oración mas
sublime que pueda elevarse desde la tierra.
 
Aprendamos pronto las lecciones que el dolor nos enseña; porque si no las aprendemos
 la Naturaleza nos proporcionará experiencias cada vez mas duras pero el dolor y el
sufrimiento, además de ser consecuencias de nuestros errores, tienen la particularidad
de mover a la persona a tratar de evitarlos y buscar a Dios. Por eso el dolor es bueno,
 lleva a la persona a descubrir a Dios y a través de ese contacto con él, puede liberarse
 de sus limitaciones. La mayoría no busca lo espiritual a menos que una adversidad los obligue.
 
Y en esos momentos de pesar recojámonos en nuestro interior y en oración pidiendo
 a Dios que todo sea conforme a su voluntad. Estemos con la predisposición de permitir
 que su Voluntad se manifieste en nosotros, aunque
 no sea del modo que nosotros hayamos preferido.
El aspirante a la vida espiritual debe saber retirarse en el silencio, apartarse del ruido
de la vida, de las tristezas e incertidumbres, y lograr dentro de uno mismo un centro
 de equilibrio  para percibir a Dios. Estar con Dios y ser uno con Él es estar en paz.
 Reconocer que somos espíritu, es vivir en armonía con Dios. Somos chispas divinas
 potencialmente omnipotentes como El. Esta es nuestra fuerza,
 nuestro Poder interno, El Ego, o Yo Superior.
Y este Poder o Dios interno, que posee en si mismo toda la sabiduría envía
 constantemente mensajes a la mente consciente. Estos mensajes aparecen en
 forma de intuiciones, aspiraciones e ideas originales, y estas nos dicen lo que nuestro
 Yo Superior con su sabiduría desea que hagamos.
 
La conciencia es uno de los mensajes del poder  interno. Esta conciencia es ya el
resultado de todas las experiencias vividas a lo largo de nuestra evolución, de
las cuales hemos aprendido sus enseñanzas.  Si siguiéramos sus instrucciones
nuestras vidas se irían reformando gradualmente. Como nos dice Waldo Trine:
“Se leal a tu propia alma pues a través de ella nos habla Dios. Esta es la guía interna.
Esta es la Luz que ilumina a todo hombre venido al Mundo. Esta es la conciencia,
 esta es la intuición, la voz del Supremo Ser, la voz del Alma, la voz de Dios “Entonces
tus oídos oirán a tu espalda una voz que diga: este es el camino, anda por él”.  Isaías 30- 21.
 
Y termino con la meditación del inicio: “No se vence al sufrimiento lamentándolo,
 combatiéndolo o resistiéndolo, sino asumiéndolo. La perfecta libertad está, no
solo en asumir la cruz con amor, sino en agradecerla, sabiendo que así asumimos
 solidariamente el dolor humano y colaboramos con la tarea trascendental
 de la redención de la humanidad”.
 
Queridos Hermanos y Hermanas que las Rosas florezcan en vuestra cruz.


 
 

 
 
 
 
 
 
 



 
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