Cuando el aspirante, al cabo de cierto tiempo, se
hace sensitivo hasta determinado grado,
su mente se encuentra ante una encrucijada o, mejor
dicho, ante tal soledad que no sabe qué hacer
porque ni el pasado ni el futuro están para actuar por sí misma. La mente se encuentra ante algo
desconocido ayudado (en todo caso) por la buena voluntad y el desarrollo espiritual acumulado
de otras vidas que, como voz de la conciencia o intuición, pueden guiar hasta cierto punto
sus pasos. Esto significa que el trabajo del aspirante ha alcanzado tal grado que su mente
se ha agudizado y se encuentra en un estado de gran intensidad por estar muy despierta y
alerta (y no distraída con el pasado y el futuro) Por tanto, el aspirante debe ser responsable
y no volver a dejarse dominar por las emociones ni por los deseos personales. Por otro
lado, debe quedar claro que el hecho de controlar la mente hasta el punto que estamos
mencionando no significa que no se pueda usar con discernimiento y buena voluntad
para hacer el bien, tomar decisiones correctas, cumplir con los deberes y
responsabilidades, etc., puesto que, precisamente ahora tenemos la ayuda de lo
superior de una forma más directa que antes. Pero, de lo que nunca se debe olvidar
el aspirante, es de su propia observación y auto-consciencia para estar siempre alerta
ante cualquier posible despertar de algo que distraiga o condicione a la mente.
Cuando el aspirante silencia su mente hasta el grado mencionado es cuando puede
hacer objetiva la búsqueda del verdadero Sendero de Santidad. Es decir, cuando está
listo para ver la realidad de lo externo de la vida y cuando la mente es controlada y
silenciada y su objetivo es el Sendero de Santidad, es cuando ya no se teme a nada
porque la mente es libre y no se identifica con lo que perciben sus sentidos ni con
las sensaciones e impactos que antes la distraían y la condicionaban. Pero el sendero
implica llevar a cabo el cumplimiento de las leyes divinas y, por tanto, no solo debe el
aspirante estar alerta para no hacer el mal (debilidades y defecto personales) sino que
a partir de ahí deberá intentar hacer el bien en cada momento, en cada aquí y ahora,
o sea, con su mente, con sus deseos y sentimientos, con palabras y con sus buenas
acciones. Esto, evidentemente, conlleva una actividad de humanidad y de sumisión a
Dios para no creerse más que nadie y, por el contrario, ser un instrumento al servicio
de los demás. El descubrimiento del verdadero sendero trae consigo el contacto
con el Alma la que, a partir de ahí, hablará al aspirante con una voz cada vez más fuerte.
En el mundo del esoterismo se suele hablar del camino hacia la iniciación que es como
decir del sendero de santidad. Al hecho de cambiar ciertos hábitos o aspectos de la
personalidad le suelen llamar “comenzar el sendero” pero, en realidad no es tan simple,
sobre todo porque se basan en simples informaciones, libros, etc., que llegan al conocimiento
del aspirante. En la mayoría de los casos, el hecho de comenzar el sendero de esa manera
y sin haberle descubierto antes, lleva al fracaso por monotonía o cansancio. Cuando
se comienza el sendero imitando lo de otros y sin la guía y la creatividad interna no se
puede hablar de un recto comienzo que traiga la alegría interna que debe traer. Los
senderos a que me estoy refiriendo son senderos de disciplina, mientras que el
sendero que lleva a la Verdad es un camino individual que se descubre cuando
se hacen los trabajos previos con interés profundo y entusiasmo. Así es que, el
sendero de santidad o de iniciación varía de un individuo a otro incluso perteneciendo a
una misma escuela iniciática porque el desarrollo interno, las experiencias y el carácter
no son lo mismo en todos los aspirantes.
Si para comenzar a hacer el sendero tenemos que descubrirle está claro que
debemos ser observadores, y si el sendero es individual y no es un objeto físico,
tendremos que practicar la auto-observación y la auto-conciencia en cada momento
o aquí y ahora. Por tanto, para comenzar o descubrir el sendero hay que desarrollar
una nueva condición mental o conciencia ya que, en realidad, podemos estar
descubriendo aspectos internos a cada instante que serían la base para descubrir
el sendero. Tampoco hay que confundir ese “descubrir aspectos internos” que
muchos aspirantes hacemos con el comienzo del sendero, sólo cuando se
está comenzando el sendero se vive la vida (momento a momento) con alegría
porque descubrir el sendero es comenzar a percibir y vivir la espiritualidad que
hemos acumulado como ser interno. Así es que, cuando se comienza el sendero
(vivir la espiritualidad interna) una vez descubierto, ya no cabe la maldad en ningún
sentido porque la experiencia es individual y debe estar complementada con la
observación y el recuerdo de sí mismo. El sendero se ha de descubrir
constantemente por medio de la sumisión ante lo desconocido y ante lo no
alcanzado hasta ahora, es decir, en el silencio que sigue a lo que hasta ahora
era la actitud de la personalidad; es una nueva fuerza que llena y
satisface al corazón del aspirante.
Comenzar a “Hollar el Sendero” es, por tanto, camina r en compañía del Yo superior,
de la Verdad o de Dios y esto debe ser así ante cualquier circunstancia de la vida.
Esta es la gran diferencia con lo que otros llaman hollar el sendero (hacer cambios
en la personalidad) Aquí no cabe la duda porque este “descubrimiento” llena de gozo y
de felicidad interna al aspirante y esto es así porque es la Verdad o Yo superior, quien guía
al aspirante y le hace un luchador o canal de Él Mismo. Cuando dejamos de hacer
oposición a lo que representa la personalidad y en el silencio actuamos como
buscadores de la realidad, es difícil que fracasemos y que volvamos a vivir en la
confusión y el caos personal. Aunque esto parezca una actitud pasiva no lo es porque
donde hay esfuerzo y lucha personal no cabe la intervención del Espíritu. Sólo cuando
la mente deja de luchar por conseguir el éxito, la seguridad o la continuidad de la
vida es cuando puede manifestarse el Yo superior. Sólo cuando la mente deja de actuar
por su cuenta es cuando se acaban las limitaciones que velan la “realidad”; el trabajo
se debe realizar con el aspecto superior de la mente (discernimiento, intuición,
inspiración) pero la “realidad” está por encima de la mente.
Nosotros, como individuos en el sendero, debemos ser el instrumento afinado para
que suene la Verdad y se exprese, el Yo superior. Entonces el vacío o silencio se
convertirá en la voz del Maestro que nos ayudará a hacer el Sendero en nuestra vida
cotidiana. El Sendero de Santidad (también llamado de perfección) es un sendero de
equilibrio entre el hombre común que se rige por la religión y el idealista que, guiado
excesivamente por su confianza propia, no se da cuenta que todo esfuerzo consciente
tiene un límite; el primero se pasa de pasividad (negatividad) esperando que Dios le
perfeccione y el segundo también cierto sentido porque confía demasiado en sus
propios poderes y confunde positividad con confianza propia. El camino que el aspirante
debe seguir es aquel que deja a un lado las discordias, las preocupaciones, las ambiciones…
y la lucha que, contra todo eso, sólo trae amargura y sufrimiento. Solo así se podrá
escuchar la melodía que procede de los mundos superiores y solo así, entre las acciones,
se podrá vislumbrar el silencio que lleva a la realidad. Cuando una persona, alerta y en
su silencio mental percibe la belleza de una flor sin emitir pensamiento o palabra
alguna, está observando la realidad y expresando internamente lo que percibe.
Así mismo, nosotros podemos observar la calidad de los demás cuando percibimos
el silencio que hay en el intervalo entre dos expresiones de sus expresiones;
cuando se guarda esto en la memoria en vez del significado de sus expresiones
es cuando nuestro Yo superior manifiesta el equilibrio en nosotros.
La realidad está representada por el silencio entre dos sonidos o pensamientos y para
vivirla hay que auto-observarse y ser auto-consciente en cada instante, pero eso no evita
que la mente y el cuerpo de deseos intenten responde a lo que nos llega por los sentidos
(impactos externos) o de la actividad y hábitos de ellos mismos. Esto representa otra
lucha difícil de alcanzar al menos en algunos aspectos, sobre todo porque tenemos
grabado que lo que está en su lugar correcto representa el bien y lo contrario el mal, y
porque nuestro estado mental suele estar cambiando constantemente sin un código
de valores fijo y perfecto. Por consiguiente, para estar en lo superior y poder elegir
lo correcto deberíamos buscar ese silencio entre expresiones en todo lo que nos
rodea y eso sólo es posible con la atención plena y el control emocional. De aquí que
hayamos hablado de observación intensa y de interés profundo en todas las
expresiones de la vida. No estamos hablando del interés que identifica al hombre
con el objeto o el que hace que el individuo juzgue o critique, ni tampoco el que surge
de un hábito, sino el que busca el silencio espiritual que es donde se encuentra la
realidad y la luz. Esto significa que hay que observar la vida, no desde la mente
fría sino desde el discernimiento y el corazón que engloba todo (aun en partes)
como la obra de Dios en cada momento presente. Hay que tener en cuenta que
la mente (que casi debería considerarse un sentido más) actúa del pasado al futuro
y sus trabajos se basan en la identificación, la comparación, los recuerdos, etc.
mientras que la inteligencia o intelecto trabajan en el presente o aquí y ahora,
que es lo que debemos utilizar para intentar observar directamente en el corazón
del prójimo y en el silencio de donde surgen las expresiones de la vida.
También es imprescindible que el aspirante observe con suma atención a su corazón,
lo que no significa que nos tengamos que volver sentimentales o emocionales. Esto
es así porque el corazón debe ser liberado de la influencia personal de las proyecciones
y distracciones de la mente. Todo en la creación es puro, es la mente la que lo hace
impuro, pero cuando nos situamos en la pureza del corazón purificamos la mente
y la hacemos transparente. Por tanto, meditando en el corazón y buscando la
realidad en el silencio es como encontramos el verdadero significado de la
vida y disfrutamos de ella intensamente.
Algunos aspirantes piensan que el equilibrio que lleva a descubrir el sendero lo
encuentran poniendo su atención en los mundos invisibles y no se dan cuenta que
ni los poderes (por ejemplo la clarividencia) invisibles facilitan el equilibrio porque
para eso deben encontrarle en lo interno y por medio de la intuición espiritual. Es lo
invisible a la mente concreta y a los sentidos lo que hay que buscar internamente y
viviendo en el eterno Ahora. El pasado y el futuro es “tiempo” pero el tiempo se para
en el ahora presente psicológico. Para estar equilibrado y vivir la realidad hay que
vivir en el presente que es una dimensión diferente al pasado y al futuro, y sólo
viviendo de instante en instante es como se encuentra el sendero de la Verdad. En
este estado la mente no puede agarrarse a nada concreto ni existencia, ningún
aspecto psicológico del pasado o del futuro la dominan y se hace una mente libre
lista para expresar el verdadero significado de la vida.