Muchas personas creyentes de la reencarnación y otros muchos estudiantes
de filosofía oculta en sus primeros grados, tienen por costumbre afirmar
que todo lo que nos pasa en una vida es el efecto de la aplicación
de la Ley de Consecuencia por parte de las Jerarquías Creadoras
superiores. Esto es un error y demuestra que
esas personas tienen poco en cuenta el libre albedrio y la epigénesis. Es cierto
que, en sentido general, nacemos y vivimos de y con personas con las cuales
tenemos algo en común de otras vidas pero, aun así, siempre somos libres
de hacer una cosa o la contraria y de crear causas nuevas que
nada tengan que ver con el pasado.
Podemos definir la epigénesis como “el poder inherente que cada individuo
tiene para hacer algo original y nuevo y no una simple elección entre varias
como resultado de causas del pasado.” Por consiguiente, la epigénesis es
una fuerza interna del Espíritu que tenemos a nuestra disposición para
que muestra evolución y nuestro futuro sea diferente del de los demás.
Sabiendo que nuestro Espíritu, con el cual debemos identificarnos, y la
epigénesis como herramientas para utilizarlas a cada instante para
así crearnos un destino futuro mejor ¿Cuál es el problema
para programar nuestras futuras vidas?
Si no fuera por la epigénesis no habría evolución y nosotros comenzaríamos,
primero a no progresar y después a degenerarnos. Muchas personas comprenden
y explican muy bien la evolución, sin embargo, apenas saben nada de la involución.
La involución de la vida del Espíritu fue la que hizo necesario que se construyeran
los cuerpos y las formas en general puesto que sin un cuerpo no se puede
experimentar y, por tanto, evolucionar en este mundo. Fue la epigénesis la
que, una vez creada la forma que se necesitaba como vehículo, proporcionó
nuevas oportunidades y mayor progreso a las vidas evolucionantes. Así es
que, actualmente, y aunque ya no estemos en aquellos primeros tiempos, la
epigénesis está presente en nuestras vidas diarias y, sabiendo que algún
día nos identificaremos con nuestro Espíritu creador, haríamos bien en
meditar la manera de pensar, hablar y actuar respecto al aprovechamiento
de las oportunidades que nos da la epigénesis.
Lo mismo que muchos creen que todo lo que pasa es porque debe ser así
como efecto de causas pasadas, otros piensan que el progreso y el desarrollo
de las formas ya existe en forma latente en dichas formas, lo que tampoco es
cierto porque, si algo hay latente (que lo hay) está en la vida evolucionante.
Así es que, la evolución es el progreso o desarrollo latente en cada vida
procedente de un Dios creador. Por eso, en lo que a nosotros respecta,
la evolución y la epigénesis son los aspectos que convertirán al dios
latente y estático que todos llevamos dentro, en un Dios dinámico
a imagen y semejanza de su Padre Creador.
La epigénesis tiene también su influencia en la construcción de los cuerpos
antes de nacer. La formación de un cuerpo animal y la de un humano pasan
por las mismas etapas hasta que llega el momento en que la vida animal se
manifiesta (nace) puesto que su desarrollo no ha pasado de ese grado evolutivo
, y el humano lo hace más tarde una vez que incorpora la quintaesencia de
todas sus anteriores vidas y añade las nuevas posibilidades originales que
harán diferente al ser mismo y a su destino. Cuanto más avanzado,
espiritualmente hablando, es el Alma, más consciente es de los trabajos
prenatales que hace y más trabajos puede realizar respecto a la epigénesis.
Un Alma viene obligada a cumplir y a hacer frente a determinado destino
como efecto de las causas que hizo en su anterior o anteriores vidas,
pero también se le permite utilizar el libre albedrío para tomar pequeñas
y nuevas decisiones que serán detalles originales que cambiarán el
rumbo de dichos efectos. Estas decisiones o detalles originales son, a
su vez, nuevas causas, así es que, pensando en que son semillas de un
futuro destino, lo lógico es que intentemos ser autoconscientes de todo
lo que hacemos, decimos y pensamos para que esas
causas nos traigan un mejor destino.
Los aspirantes que entienden de astrología saben bien que esto es cierto,
un horóscopo muestra el karma maduro, (destino inevitable) las líneas
generales del destino que traemos como efecto de causas de otras vidas,
y las nuevas tendencias y posibilidades que podemos desarrollar y alcanzar.
Cuando el astrólogo, ya maduro en edad, medita sobre su vida y su horóscopo,
se da cuenta de hasta qué grado ha dominado o puede dominar sus
estrellas, o lo que es lo mismo, el grado de epigénesis que puede desenvolver
en esta vida. Cuando en un horóscopo observamos una vida con problemas
y dificultades (por ejemplo) tenemos dos opciones: Primera, pensar que
es el destino inevitable y no hacer nada, o segunda, hacerlas frente con
determinación y persistencia. Si es un karma maduro no lo podremos evitar
pero algo aprenderemos de la experiencia, y si es una posibilidad cuyos
resultados dependen de nuestra actitud (causas) no solo habremos vencido
la dificultad sino que también habremos puesto en marcha una causa
nueva que, si es positiva, nos traerá un mejor destino. Cuando en
astrología decimos que con los aspectos de Sextil trasmutamos lo que
representan las Cuadraturas, estamos utilizando en cierto modo, la epigénesis.
Hechos similares podemos observar en la vida cotidiana y en el mundo, un
preso que se regenera, un minusválido que se libera de sus complejos y
consigue hacer una vida como cualquier otra persona…. Esa es la gran
diferencia entre la Ley de Consecuencia y la epigénesis, si creemos en que
todo es porque así debe ser según nuestras causas del pasado no
lucharemos ni nos esforzaremos por alcanzar nuevas metas y por
desarrollar nuevas virtudes, pero si en vez de decir “no puedo hacer
nada”, decimos “Lo superaré” estaremos desarrollando la Ley de la
Epigénesis en nuestras vidas. Es muy importante observar el destino
de las personas para aprender también de ellas, pero si meditamos sobre
nuestra vida y tenemos siempre presente que todos los días tenemos
toda una serie de oportunidades para tomar iniciativas positivas,
comprenderemos que la epigénesis y la Ley de
Consecuencia están de nuestra parte.
Un genio como Mozart fue el resultado de haber trabajado mucho la epigénesis so
bre una misma actividad, la música. Esto puede hacer un genio sobre algo concreto
pero la misma genialidad durante varias vidas también puede tener la desventaja
de no desarrollar casi nada la epigénesis en otras actividades y aspectos; esto
puede hacer que su carácter se debilite y ceda ante vicios y malas costumbres,
de ahí que la epigénesis deba estar activa en todos los aspectos de la vida. La
aplicación de la epigénesis determinará la amplitud, forma y grado de
nuevas oportunidades en el futuro, por consiguiente, apliquémosla a todas
las áreas de nuestra vida con nuestros mejores sentimientos, voluntad y
deseos, y nos acostaremos cada noche con la tranquilidad de
haber cumplido con un deber sagrado.