La gracia de Dios no se puede lograr mediante la gimnasia de la
razón, ni las contorsiones del yoga, ni las negaciones del ascetismo.
Sólo puede ser conquistada mediante el amor.
Amor que no necesita recompensa;
amor que no sabe de regateos;
amor que se da alegremente a Aquel que ama a todos y a todo;
amor que nunca vacila.
Sólo el amor puede superar los obstáculos
sin importar cuántos ni cuán grandes sean.
No hay fuerza más efectiva que la pureza;
no hay dicha más satisfactoria que el Amor;
no hay alegría más reconfortante que la devoción a Dios,
ni triunfo más loable que la entrega.