Si estás leyendo este correo electrónico, quiere decir que estás en el camino de la
espiritualidad, o que quien que te lo envió lo está. Pero independientemente de dónde estemos
en este camino, todos experimentamos un cierto grado de vacío en nuestras vidas. Y si estamos
estudiando Kabbalah, queremos llenar ese vacío con Luz, la fuerza de Luz del Creador.
Utilizamos esta sabiduría y las herramientas que nos proporciona para llenar este vacío.
Y en algún punto, decidimos que no es suficiente llenar nuestro propio vacío; tenemos que ayudar
a los demás a hacer lo mismo. Quizá compartamos esta sabiduría con algún amigo, con nuestra
familia, incluso a veces con completos desconocidos. Pero para poder mantener nuestra
credibilidad, o nuestra esperanza de que alguien pueda confiar en nosotros para
orientarles, enseñarles o ayudarles, no debemos nunca
engañarnos pensando que estamos llenos.
En el momento en que sentimos que estamos llenos, que dejamos de estar vacíos,
ahí es cuando empiezan nuestros problemas.
La semana pasada relaté una historia sobre dos estudiantes que buscaban un nuevo
maestro cuando su maestro previo falleció. Una de las cosas que aprendí al leer esa
historia es que en el momento en que empezamos a asumir falsamente que nuestra
alma está llena, empezamos a desviarnos del camino. Aquellos dos hombres podrían
haberse autoexaminado y haber dicho: "Bueno, estamos bien. Conocemos las reglas
del universo, podemos seguirlas por nuestra cuenta; ya sabemos cómo hacerlo",
pero no lo dijeron. En vez de eso, viajaron hasta muy lejos para encontrar a alguien
que pudiera ayudarles en su búsqueda para obtener todavía más Luz.
Y la lección de la semana pasada es que nunca podemos olvidar la razón por la
cual merecemos tener un maestro y estar en este camino: porque sabemos
que no somos perfectos. Somos un trabajo en proceso, y tenemos un
vacío que debe ser llenado. TODOS NOSOTROS.
Ayudar a los demás a verter Luz en su vacío nos brinda más
oportunidades de llenar el nuestro propio.
La Kabbalah explica que nuestras almas encarnan vida tras vida. Regresamos a
esta tierra buscando llenar este vacío, arreglar nuestras almas. He visto a muchas
personas que miran lo lejos que han llegado en su trabajo espiritual y se sienten
realizadas. Ése es un lugar muy peligroso para estar. Ni siquiera tenemos conocimiento
sobre las encarnaciones de nuestra alma.
Lo más probable es que hayamos creado suficiente negatividad en esta vida como
para no poder arreglarlo en esta misma vida. Suma a esto las 30 o 40 veces que
hemos estado aquí. Nunca podemos sentir que hemos hecho lo suficiente como para
llenar el vacío que hemos creado. Todos hemos estado aquí antes y no hemos hecho
el trabajo. Hemos causado dolor y sufrimiento, tanto a nosotros mismos como a los demás.
Nos hemos encontrado con tantas cosas a lo largo del camino de nuestra
alma, que es imposible pensar que hemos creado suficiente
Luz para contrarestar toda esa oscuridad.
En el momento en que sentimos que "lo hemos conseguido", es sólo cuestión
de tiempo el que perdamos de vista completamente el camino. No podemos
continuar en este sendero si pensamos que nos hemos corregido.
Es un poco desmoralizador, ¡verdad? Pero aquí está la clave, la "luz al final
del túnel", por así decirlo: cada vez que reconoces lo lejos que has llegado,
estás en el proceso de acercarte más a esa versión corregida de ti mismo.
Esta semana, mira a tu alrededor para encontrar las abundantes oportunidades
de compartir la sabiduría de la Kabbalah con alguien que necesite ver la Luz. Y
encuentra a alguien cercano a ti a quien estés abierto a escuchar; pídele su
opinión sobre cómo puedes mejorar lo que haces y lo que hablas. Y luego ponlo
en práctica. Estarás dando pasos que te acercarán a tu realización permanente.