Tchaikovsky: Swan Lake - The Kirov Ballet
CAPITULO 1 MAX HEINDEL – LA ORDEN ROSACRUZ Y LA FRATERNIDAD ROSACRUZ...(Fin de la 1ªParte)
Sus repetidos intentos de
escapar a su hogar celestial son frustrados por la ley de la periodicidad, pues cuando el
espíritu se ha liberado por medio de la muerte, es impelido a renacer cuando el ciclo ha
concluido”. “El fraude, el engaño y la ilusión, no pueden perdurar por siempre, así apareció
el Redentor para limpiar la sangre llena de pasión, para predicar la verdad que nos hará
libres de este cuerpo de muerte, para inaugurar la inmaculada concepción a lo largo de
líneas indicadoras de las ciencias eugénicas, para profesar la nueva era, el nuevo cielo y
una nueva tierra, de la cuál El, la verdadera Luz, es el Genio, una era en la que prevalecerá
el amor y la rectitud que tan desesperadamente esta buscando el mundo entero”. “Todo esto
y el modo de obtenerlo están simbolizados en la rosa cruz ante nosotros”. “La rosa, en la
que la savia de la vida duerme en invierno y se activa en verano, ilustra claramente el efecto
de la ley de ciclos alternativos. El color de la flor, su órgano regenerativo, se asemeja a
nuestra sangre, aunque la savia que contiene la flor es pura y su semilla se genera en una
manera inmaculada, libre de toda pasión”. “Cuando nos atengamos a la pureza de vida
simbolizada aquí, nos habremos liberado de la cruz de la materia, y las etéreas condiciones
del milenio habrán llegado. Es el propósito de La Fraternidad Rosacruz el de apurar ese tan
dichoso día en el que la pena, el dolor, el pecado y la muerte habrán cesado y habremos
sido redimidos de las ilusorias e intricadas ataduras de la materia, despertando a la suprema
verdad de la realidad del espíritu. Que Dios apure y haga prósperos nuestros esfuerzos. “El
clima era ideal como usualmente lo es en el sur de California y luego de los servicios, los
cinco hombres y las cuatro mujeres volvieron a la pequeña granja en Oceanside, a lo que
era la residencia de los Sr. y Sra. Heindel, con las dos señoras que ayudaron durante la
construcción del primer edificio. Aquí se sirvió luego un frugal almuerzo tras lo cual los
visitantes retornaron a sus respectivos hogares dejando a las cuatro cansadas pero
esperanzadas almas, libradas a un descanso nocturno y a una batalla contra los mosquitos y
ratones. En la mañana siguiente, brillante y muy temprano, Max Heindel reunió a los
carpinteros y pidió al hombre baqueano que lo llevara a las tierras, distante una milla y
media, en donde el trabajo de la construcción debía iniciarse. Al día siguiente apareció el
primer miembro de La Fraternidad ofreciendo sus servicios en la construcción. Rollo
Smith, quién había estado en la lista de curación durante unos meses por un problema de
pulmones, ahora se ofrecía a ayudar en el trabajo de construcción, y una habitación fue
alquilada para él en el vecindario. Así Max Heindel y Rollo Smith se mantenían ocupados
todo el día en las tierras de la Sede Central, mientras las tres señoras permanecían en la
granja trabajando contra reloj hasta el límite, con objeto de responder las muchas cartas y
los pedidos de libros. Sumado a la pesada carga, durante este tiempo en particular, los
conocimientos de embarque fueron remitidos desde Ocean Park donde la primera edición
de “Los Misterios Rosacruces” y la segunda edición del “Concepto Rosacruz del Cosmos
“habían arribado; estos libros habían ido hasta Los Ángeles y de ahí transferidos a
Oceanside. Estos libros se habían demorado en la impresión y las órdenes se haban estado
acumulando durante tres meses; como manejar cuatro mil tomos de libros en camino en una
casa de tan solo cuatro habitaciones, todas ocupadas por personas, tal era el problema que
enfrentaba la Sra. Heindel. Cuando las pesadas cajas de los libros llegaron, fueron
guardados en un cobertizo, distante una cuadra y al que se accedía a través de un pasillo
conectado al jardín de la casa. Así las cajas fueron abiertas por las señoras y los libros
fueron transportados una cuadra tan rápido como eran embalados para enviarse por correo.
Una vez embalados una gran cantidad de libros, era necesario transportarlos a la oficina
postal, lo que se hacia en uno de esos vehículos antiguos con asiento alto tirados por un
caballo. Un día fueron cargados envíos urgentes y la Sra. Heindel tuvo que acompañar a un
hombre mayor (el conductor) a la oficina postal, sentada a su lado, en el asiento alto. Una
vez que todos los paquetes habían sido descargados en la oficina de expresos postales del
ferrocarril de Santa Fe, el pobre empleado, que nunca antes había manejado tantos
paquetes, se alteró y excitó tanto que la Sra. Heindel tuvo que hacer su trabajo registrando
los paquetes en el Libro de Expresos, por temor se extraviasen los mismos. Estos libros
eran el medio de interesar a los habitantes de Oceanside sobre el trabajo que debía ser
realizado en su ciudad. Hasta este entonces nadie había imaginado el tipo de trabajo que
estaba comenzando, pero cuando, tanto la Oficina Postal como la Oficina de Expresos
empezaron a inundarse de correspondencia que iba y venia, entonces los más curiosos
debían investigar, pues los extranjeros en Oceanside no eran muchos y tampoco eran
bienvenidos. El pueblo había crecido alrededor de unas cuantas familias que se casaban
entre ellas y cuando uno no tenía conexión con ellas, ese era el motivo (simplemente)
porqué no eran bienvenidos en el pueblo. Este espíritu lo expresó un día un comerciante
local cuando uno de los recién llegados le pregunto: “Bien, no es bueno el que haya
extranjeros, que vengan y se establezcan”. El comerciante le respondió: “Oh no, no
queremos extranjeros en nuestras tierras, era tan hermoso cuando todos se conocían,
sentíamos que éramos una gran familia”. Así, este era el pueblo en el que Max y Augusta se
encontraban a sí mismos no bienvenidos y forasteros. Las tres señoras continuaron llevando
a cabo el trabajo en Oceanside, mientras Max Heindel (quién había hecho arreglar, y
contaba nuevamente con Bedalia, su viejo automóvil) y Rollo Smith, con sus almuerzos
empacados en una valija, iban hacia los campos a dirigir la construcción de la Sede Central
para todo el mundo un puesto de avance de la Antigua Hermandad Rosacruz. Max Heindel,
usando un traje marrón de cordero y barato, el que había pagado diez dólares, trabajaba a la
par de los carpinteros como uno más de ellos. Fue afortunado por el hecho de que en esta
etapa su corazón no le traía demasiados problemas, a la vez, este era el tiempo en el que su
gran energía y ambición le hacían excepcionalmente aptos para el trabajo. Estaba tan
entusiasmado y con tal ambición que trabajaba con los carpinteros, pintores y cavaba ocho
horas cada día, por lo que en la noche volvía hambriento y cansado, pero lleno de alegría.
La naturaleza de Max Heindel era particularmente excepcional, pues a toda hora irradiaba
alegría y buen ánimo, sin importar lo cansado que estuviera podía cantar con su grandiosa
voz musical. Al cabo de veintiocho días de trabajo el primer edificio estaba listo como para
que los cinco trabajadores se mudaran. Gran parte del mobiliario había sido hecho por
Rollo Smith. Había armado las mesas y escritorios para la oficina y el comedor; también las
mesas de las habitaciones de Max y Augusta Heindel eran de tablas de madera de pino
gigantesco de California. Solo casi un año antes las finanzas les habían permitido adquirir
un buen mobiliario, aunque muchos de los antiguos muebles debieron ser retenidos por un
número de años. Estos cinco trabajadores estaban felices por el hecho de mudarse a la casa
terminada parcialmente pero limpia (aunque parcialmente terminada), ya libre de insectos y
roedores. El día previo al de Acción de Gracias (1.911), las paredes estaban aún sin pintar y
las ventanas fueron colocadas sólo en las habitaciones en las que los trabajadores dormían;
el resto de la construcción estaba aún abierta - sin puertas ni ventanas. La maravillosa luz
de luna atravesaba en las noches las ventanas desnudas de los cuartos, a la vez que nos
convertíamos en espectadores de los más hermosos cantos de los coyotes de la zona, los
que en grupos de hasta quince o veinte aullaban a la luz de la luna. Estos son una especie de
lobo pequeño del oeste de Norte América, rara vez atacan a humanos, pero son muy
destructivos de animales domésticos pequeños. De ahora en más los líderes de La
Fraternidad Rosacruz debían comenzar su edificio verdadero “espiritual”, y como al fundar
un edificio, debían comenzar cavando profundo en el trabajo arduo del verdadero pionero.
El Sr. Rollo Smith debió partir hacia Los Ángeles, antes de terminar la edificación. Sin
embargo, la misma pudo ser habitada por Max Heindel, quién escribe y dos señoras que
estaban colaborando. Como oficina se había diseñado una larga habitación y la parte este
del edificio poseía dos pequeñas habitaciones con grandes guardarropas entre ambas. Las
camas eran las del tipo rebatible, que al no estar en uso podían ser guardadas por medio de
un sistema de resortes, lo que economizaba en gran medida el espacio. Estas camas podían
ser guardadas en dichos armarios desde ambas habitaciones. Durante la noche estos cuartos
eran usados por el Sr. y la Sra. Heindel como dormitorios y durante el día como salas de
recepción y de trabajo, como el estudio en el que recibían visitas y en el cual hacían gran
parte de sus escritos. Había un baño conectado a la habitación del Sr. Heindel, con una
puerta que también lo conectaba al comedor. Pero en estas tierras apartadas no había ni gas,
ni electricidad, por lo que el agua debía ser calentada en una estufa de gasolina y
transportada desde la cocina a través del comedor y al baño cada vez que alguno de los
residentes de las nuevas oficinas centrales deseaba tomar un baño. La parte central de esta
larga construcción estaba ocupada por un comedor y una cocina y el primer piso estaba
dividido en cinco habitaciones inconclusas, cada una con una cama, un lavabo casero y un
vestidor sencillo. Los muebles de la oficina habían sido hechos por el Sr. Smith, fueron
teñidos todos de marrón de un colorante que había quedado de la pintura de la parte
exterior. El edificio entonces fue ocupado el día previo al de “Acción de gracias”. Ambas
ayudantes, tanto la Sra. Ruth Beach, como Rachel Cunningham, partieron en la mañana del
día de “Acción de gracias” para estar con amigos y familiares, mientras que el Sr. y la Sra.
Heindel permanecieron para comer una sopa de vegetales, pues la comida en ese entonces
era realmente escasa. Esto se debía a que su automóvil Bedalia estaba nuevamente en
reparaciones y el almacenero local se negaba a enviar provisiones tan lejos tierra adentro;
por lo que a veces estábamos realmente limitados en la elección de alimentos. Así pasaron
estas dos almas tan enérgicas el día de “Acción de gracias”, pintando adornos de madera y
arreglando mobiliario casero con fin de comenzar nuevamente la labor el lunes temprano
una vez vueltos las dos ayudantes.
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