Las profundas radiaciones espirituales de la época de Pascua producen una
aceleración de los impulsos espirituales, incluso en los ignorantes y despreocupados,
mientras que los que comprenden algo de su profunda importancia, prestan reverente
atención a su íntima contemplación.
Contemplando un calendario, se aprecia una diferencia entre la observancia de
la Navidad y la de la Pascua. El festival navideño tiene siempre lugar en una fecha
fija, mientras que la Pascua cae, a veces, tan temprana como mediados de marzo y, a
veces, tan tardía como mediados de abril. La causa de esta variación estriba en que el
Domingo de Pascua ha de caer siempre en el primer domingo tras la primera luna
llena que sigue al equinoccio de primavera. Este procedimiento fue establecido por
personas que comprendían perfectamente el esoterismo de la estación pascual.
La Pascua real tiene lugar en el equinoccio de primavera, cuando el sol pasa de
la latitud sur a la latitud norte, y Cristo queda liberado de Su trabajo. Entonces, este
Ser radiante penetra en los planos espirituales de la Tierra para trabajar allí con las
Jerarquías celestiales y con los miembros de la Humanidad que han sido
transportados por la muerte a más amplias esferas de actividad.
Durante esta elevada estación, las fuerzas de Piscis (marzo) y Aries (abril) se
funden en una maravillosa combinación de Agua (Piscis) y Fuego (Aries) que
detenta, en todos los planos de la existencia, la clave del Matrimonio Místico. Toda
la naturaleza conoce el gozo de esta unión. Su magia proporciona un brillo adicional
a las flores, una nota más exultante al canto de los pájaros y la promesa de más
abundantes frutos. Estos poderosos impulsos de fuego están bajo la supervisión de
las Jerarquías de Aries y Leo. Esos impulsos, sin embargo, de demasiada potencia
para ser enfocados directamente sobre la Tierra, se encomiendan a la Jerarquía de
Sagitario, que los distribuye entre la Humanidad. Las grandes Aguas de Vida de esta
mística unión están bajo la guía de la Jerarquía de Cáncer, los Querubines, que
entregan esas fuerzas a las Jerarquías de Escorpio y Piscis quienes, a su vez, las
dispersan sobre la Tierra.
Era para esta época del equinoccio de primavera para cuando los antiguos, que
comprendían estas verdades del mundo interno, establecieron elaborados rituales
relativos a la fusión del Fuego y el Agua. Incluso hoy en día, en este mundo moderno
que ha perdido la clave de estas verdades sagradas, quedan restos aún de sus
fórmulas, de modo que, parte de las celebraciones pascuales de la iglesia, consisten
en la fusión del agua sagrada con el nuevo fuego sagrado. En la "apropiada" unión de
estas dos fuerzas es donde hay que buscar la clave de la transmutación. La
transmutación es la gran labor en la que Cristo y los Seres celestiales de los planos
internos, junto con los más avanzados de la oleada de vida humana, tanto dentro
como fuera de sus cuerpos, se ocupan, durante el intervalo que conocemos como
estaciones de primavera y verano. El trabajo del Templo de Misterios en la Tierra
está también conectado con este secreto de la Transmutación. En la próxima Nueva
Era, se trabajará con esta Ley de la Transmutación, con el mismo conocimiento con
que ahora se trabaja con las leyes que gobiernan la electricidad.
El mago Mefistófeles actuaba con esta ley cuando transformó al viejo erudito
Fausto en un exuberante joven en la cúspide de su floreciente juventud. Fue la
comprensión de este secreto mágico de la transmutación lo que San Juan describió en
su visión del Nuevo Día, cuando dijo que "las cosas anteriores han muerto". Se
refería aquí a la edad, la enfermedad y la muerte que, mediante el poder de la
Transmutación, dejan de obstruir la total manifestación del espíritu inmortal del
hombre.
Como se ha dicho anteriormente, el Domingo de Pascua sólo se celebra
correctamente tras la luna llena que sigue al equinoccio de primavera. La Pascua se
celebra en domingo, que es el día del sol, y el sol es el hogar del Cristo Arcangélico.
La proyección sobre la Tierra de los poderosos rayos espirituales del Sol, el
domingo, proporciona al hombre mayor impulso vibratorio que cualquier otro día de
la semana.
Según los anales de las antiguas Escuelas de Misterios Cristianas, sus más
elevadas revelaciones y sus más extáticas visiones las recibieron siempre en
domingo.
Las Jerarquías antes referidas, que diseminan este poderoso impulso
transmutador sobre la Tierra, lo dirigen hacia el Sol bajo la guía del Espíritu Solar, el
Cristo. Esta fuerza, sin embargo, no es lo suficientemente potente como para
producir su total efecto sobre la Humanidad, y por eso la luna llena se convierte en
canal para su diseminación final. Por esta causa, la Humanidad, en su conjunto,
ignora este gran influjo que nosotros conocemos como la celebración de la Marea de
Pascual, hasta que la luna llena tiene lugar después del equinoccio de primavera.
La gran masa de la Humanidad continúa respondiendo ampliamente a este
influjo como a una tendencia instintiva o un deseo de participar en alguna reunión
espiritual. Muchos dicen que van a la iglesia sólo una vez al año, y es por Pascua.
Existe también el impulso de vestir nuevos atavíos, como la naturaleza misma, y
cubrirse con nuevas telas y tocarse con colores, para tomar parte en cualquier
servicio conmemorativo o desfile de modelos. Éste es, en gran parte, el concepto que
el mundo moderno tiene de la Pascua. Los Seres Poderosos y únicos, sin embargo,
son persistentes e infalibles en Su ministerio al Planeta Tierra y, año tras año, este
poderoso impulso espiritual eleva y espiritualiza gradualmente la Tierra y todo lo
que en ella vive. La Humanidad comprobará un día que, gracias al proceso de
transmutación que tiene lugar en la época de la Marea Pascual, será posible, no sólo
vestir un nuevo traje, sino, como San Pablo dice, "quitarse el hombre viejo y ponerse
el nuevo". Ésos son el verdadero y alto significado y el propósito de la estación
pascual; y cada año, mayor número de seres desinteresados aprenden a hacerse
servidores más eficientes de Cristo en Su
gran labor, cuando canta .Su triunfante
canción de Pascua:
"Yo soy la resurrección y la vida".