LOS SIETE CÍRCULOS PSÍQUICOS
La suma total de la realización de la personalidad en un mundo material está contenida dentro de la conquista sucesiva de los siete círculos psíquicos de la potencialidad mortal. El ingreso en el séptimo círculo marca el comienzo de la verdadera función de la personalidad humana. El completar el primer círculo denota una madurez relativa del ser mortal. Aunque atravesar los siete círculos del crecimiento cósmico no equivale a la fusión con el Ajustador, el dominio de estos círculos marca el logro de aquellos pasos que son preliminares a la fusión con el Ajustador.
El Ajustador es tu socio igualitario en el logro de los siete círculos —el logro de una madurez mortal comparativa. El Ajustador asciende los círculos contigo desde el séptimo hasta el primero, pero progresa al estado de supremacía y autoactividad independientemente de la cooperación activa de la mente mortal.
Los círculos psíquicos no son exclusivamente intelectuales, tampoco son totalmente morontiales; tienen que ver con el estado de la personalidad, el logro de la mente, el crecimiento del alma y la sincronización con el Ajustador. La travesía exitosa de estos niveles requiere el funcionamiento armónico de toda la personalidad, no meramente de alguna fase de la misma. El crecimiento de las partes no equivale a la maduración auténtica del todo; en realidad las partes crecen en proporción a la expansión del yo entero —todo el yo— material, intelectual y espiritual.
Cuando el desarrollo de la naturaleza intelectual procede más rápido que el de la espiritual, esta situación vuelve tanto difícil como peligrosa la comunicación con el Ajustador del Pensamiento. Del mismo modo, el desarrollo espiritual excesivo tiende a producir una interpretación fanática y pervertida de la guía espiritual del residente divino. La falta de capacidad espiritual dificulta la transmisión a dicho intelecto material de las verdades espirituales residentes en la superconciencia más elevada. Es en la mente perfectamente equilibrada, en un cuerpo de hábitos limpios, energías neurales estabilizadas y función química equilibrada —cuando los poderes físicos, mentales y espirituales están en triuna armonía de desarrollo— en la que se puede impartir un máximo de luz y verdad con un mínimo de peligro o riesgo temporal al bienestar real de dicho ser. Mediante este crecimiento equilibrado el hombre asciende los círculos de la progresión planetaria uno por uno, del séptimo al primero.
Los Ajustadores siempre están cerca de vosotros y en vosotros, pero raramente os pueden hablar directamente, como otro ser. De círculo en círculo tus decisiones intelectuales, elecciones morales y desarrollo espiritual añaden a la habilidad del Ajustador para funcionar en tu mente; de círculo en círculo tú de este modo asciendes de las etapas más bajas de asociación con el Ajustador y afinamiento de la mente, de modo que el Ajustador cada vez más puede registrar sus ilustraciones del destino con vividez y convicción aumentadas en la conciencia evolutiva de esta mente-alma en busca de Dios.
Cada decisión que haces impide o facilita la función del Ajustador; del mismo modo estas mismas decisiones determinan tu avance en los círculos del logro humano. Es verdad que la supremacía de una decisión, su relación con una crisis, tiene mucho que ver con la influencia hacedora de círculo; sin embargo son esenciales también muchas decisiones, repeticiones frecuentes, repeticiones persistentes, para alcanzar una certeza formadora de hábitos de tales reacciones.
Es difícil definir precisamente los siete niveles de la progresión humana, debido a que estos niveles son personales; son variables para cada individuo y están aparentemente determinados por la capacidad de crecimiento de cada ser humano. Se refleja la conquista de estos niveles de evolución cósmica de tres maneras:
1. Sincronización con el Ajustador. La mente que se torna cada vez más espiritual se acerca a la presencia Ajustadora proporcionalmente al logro de los círculos.
2. Evolución del alma. La emergencia del alma morontial indica el grado y profundidad del dominio de los círculos.
3. Realidad de la personalidad. La conquista de los círculos determina directamente el grado de realidad del yo. Las personas se vuelven más reales a medida que ascienden del séptimo al primer nivel de la existencia mortal.