Generalmente pensamos que, ya que somos solo una persona, las cosas buenas que hacemos no pueden marcar una gran diferencia en el mundo. También utilizamos esta excusa para justificar nuestros momentos “no tan buenos”. El concepto de que una persona puede causar un gran impacto en el mundo suena bien al escucharlo, pero puede ser difícil de asimilar.
Es muy importante saber que no sólo puedes, sino que sí marcas la diferencia.
Una vez que entendemos la influencia que verdaderamente acarrean nuestras acciones, podemos ver la necesidad de transformar nuestros deseos egoístas en deseos por compartir, y al hacerlo nos volvemos uno de “los buenos” comprometidos a crear un mundo mejor.