Trabajando III
El propósito de la vida es servir a los demás de acuerdo a nuestro propio desarrollo y a las
posibilidades del destino pero sin dejar de tener la conciencia en Dios. Una de las acciones
que se deberían llevar a la práctica a diario y sin embargo se olvida es la compasión. Para
tener compasión es necesario estar conscientemente presente en todo momento para obtener
la paz mental y la felicidad interna necesaria. Para conseguir esto debemos analizar y
transformar nuestra actitud interna y externa para que la compasión no sea respuesta emocional
sino un firme compromiso basado en la razón. La compasión debe ser tan firme ante los demás
que aunque ellos modifiquen su actitud no la afecte y siga haciendo su labor compasiva. Es
indiferente que la persona tenga el aspecto que tenga o sea positivo o negativo pues, queramos
o no, es un ser humano como nosotros y tiene el mismo derecho a ser feliz y a eliminar el
sufrimiento de su vida. Mantener esta idea en la mente es querer estar cerca de los que
necesitan nuestro servicio o ayuda a manera de compasión. Naturalmente que no debe
existir en nosotros ese fuerte apego al Ego o personalidad, a ese yo autoexistente que
disfruta de todo lo que le rodea, porque si fuera así impediría el acto compasivo propio.
La compasión es sutil, armónica, pacífica y muy poderosa, por tanto está en oposición a la
ira, a la impulsividad y al descontrol en general de uno mismo, y por eso deberíamos ser
humildes y sinceros ante los demás si de verdad queremos dar y servir con compasión.
Dar y servir con amor y generosidad desarrollan la compasión pero para llevar a la práctica
la compasión necesitamos a personas con problemas o incluso enemigos. Todos somos
hermanos en Dios ¿qué más da el color, la religión, las ideas políticas y sus actitudes si
necesitan ayuda amorosa y compasiva? Para ser feliz internamente hay que erradicar
la ira y el odio entre otros, solo esta felicidad nos puede llevar a estar expectantes ante
los demás para hacer el papel de obrero de Dios y ser amorosamente compasivos. Todos
necesitamos el amor de Dios, pero quienes en esta vida hemos tenido la gran suerte de
conocer esta verdad que nos hace comprender que debemos ser trabajadores de Dios,
estamos en la obligación de estar atentos para ser comprensivos, tolerantes y compasivos.
La clave para el progreso y la felicidad en el mundo bien podría ser la compasión y el dar
sin esperar nada a cambio pero para alcanzar este estado de conciencia debemos
purificar nuestros cuerpos y observarnos a nosotros mismos para transformar
nuestras debilidades en poderes del Alma; eso traerá la paz interna
y los deseos de dar en la obra de Dios.
Como acabamos de decir, si queremos ser compasivos, si queremos actuar como
verdaderos trabajadores de Dios para dar y servir, hay que purificar los vehículos, es
decir, el carácter y la manera en que pensamos y nos expresamos. Cuando más puros
seamos mejor haremos nuestro trabajo en el mundo porque ser puro es “haber desarrollado
la aptitud necesaria para hacer un santo servicio”, y puro es aquel que está libre y por
encima de toda clase de corrupción y maldad física, moral y mental. Uno demuestra que
ha alcanzado determinado grado de pureza cuando tiene y lleva a la práctica diaria toda
una serie de ideales elevados; cuando lleva la paz y el servicio amoroso siempre consigo
para basar su trabajo en ellos, y cuando el hombre irradia sus cualidades espirituales entre
los demás puesto que la esencia de Dios no puede esconderse. Debemos hacernos dignos
de las palabras del Maestro “Benditos los puros de corazón, porque ellos verán a Dios.”
Según se va desarrollando nuestro trabajo en la vida se va desarrollado la pureza en nosotros,
nos vamos liberando del sufrimiento, de las rabias y apegos y de la influencia dominante
del cuerpo de deseos y de la mente. Solo cuando el hombre se va unificando con su
Alma puede decirse que nace la pureza que nos hace servidores de nuestros hermanos.
La pureza es la antesala que nos permite reconocer a Dios en nosotros, pues la pureza es
la conciencia purificada, beatificada y tan emancipada de la personalidad terrenal y de la
mente que no permite la existencia del mal en nosotros.
Los vehículos o cuerpos sobre los que deberíamos prestar atención a su pureza son:
1º.- El cuerpo físico: El cual se debe mantener limpio, (por higiene) bien alimentado con
alimentos sanos y principalmente no carnívoros. (Las personas avanzadas en espiritualidad
deben hacerse vegetarianos cuando su conciencia les haga comprender que la carne forma
parte de los cuerpos de sus hermanos menores en evolución y, por tanto, matarlos les
impide su desarrollo por falta de vehículo para la experiencia) Al cuerpo físico hay que
mantenerle en contacto con la naturaleza haciendo también ejercicio físico; no intoxicándole
con tabaco, alcohol ni otras drogas; y llevando una vida sencilla y armónica. Hay un
aspecto que no voy a tratar en profundidad en ese párrafo porque sería muy
extenso, sin embargo, diré lo siguiente al respecto:
La energía creadora, Energía Divina, que aquí llamamos energía sexual, es como su
nombre indica, una energía que parte de los planos espirituales y desciende por los diferentes
mundos hasta el físico donde cumple una misión en todos ellos gracias a su doble
polaridad. En el ser humano se manifiesta como energía creadora sexual y su función
es la de procrear cuerpos para que los Espíritus puedan renacer, experimentar y
evolucionar. Puesto que el ser humano está evolucionando desde un estado de
semi-animalidad a humano, esta fuerza ha sido utilizada de forma indiscriminada porque
el hombre ha sido (y aún sigue siendo en gran medida) dominado por los deseos,
pasiones, lujuria, emociones, etc. Sin embargo y gracias a la mente, muchos aspirantes
espirituales han conseguido doblegar esas pasiones y esos deseos inferiores para que
eso no ocurra. También otras muchas Almas que en esta vida se han entregado a la
vida devocional (por ejemplo las monjas y sacerdotes) han conseguido doblegar las
pasiones y no hacer uso de esa energía en ningún sentido. El ocultista sabe que esa
energía solo se debería utilizar para la procreación ya que hacer uso de ella para la
satisfacción sexual es ir contra las leyes divinas, las que, en un futuro nos
limitarán en algún sentido como efecto kármico.
2º.- El cuerpo de deseos o emocional: La pureza del cuerpo de deseos se consigue
principalmente gracias al control de los deseos y emociones de éste lo
que, en principio, se basa en seis formas de actuar:
A) No pensando en nada que pueda estimular el apetito sexual ni cualquier
otro deseo o emoción inferior que nos lleve a actuar peor que los animales.
B) Rechazando (pensando en lo contrario o en cualquier motivo espiritual) los estímulos
negativos del cuerpo de deseos y de otros pensamientos que puedan
venir de la atmósfera externa o de otros.
C) Impidiendo que los sentidos se centren en todo lo que
pueda impulsarnos al deseo sin control.
D) Manteniendo nuestra conciencia en el aquí y ahora porque estando presente
conscientemente en lo que estemos haciendo tenemos pleno control
sobre nosotros mismos y podemos evitar todo lo anterior.
E) Viendo al sexo contrario como a un/a hermano/a o a una
madre o padre al cual se respeta como tal.
F) Transformando los bajos deseos y pasiones en el mismo momento centrando
nuestra atención en oraciones, ejercicios e ideales espirituales.