Los sabios ponen mucho énfasis en la aceptación, casi como si fuera la primera cualidad del amor.
Lo cierto es que sólo puedo ser feliz si me acepto y acepto a los otros tal como son, no como quiero que sean.
Ahora bien, esa aceptación nada tiene que ver con la resignación o con una actitud pasiva y amargada.
La aceptación amorosa es alegre, dinámica y positiva, no me cruza de brazos y me impulsa a mejorar.
Aceptar con sabiduría es asumir la realidad como viene y mirar en qué se puede avanzar.
Hay cosas que se pueden cambiar y otras que son inalterables y piden una actitud comprensiva.
Lo sensato es tratar a todos con una infinita compasión y no desgastarme queriendo cambiarlos.
El amor logra más cambios que el juicio y mi mejor aporte al universo es mi propio cambio.
G. Gallo