El que estudia debe preparase para el influjo de la sabiduría. Esto debe realizarlo por medio del recto pensamiento, la recta acción y la recta manera de encarar la vida.
El recto pensamiento estriba en una mente abierta y pronta a considerar todas las cosas; una mente humilde que acepta recibir las migajas de los festines de los sabios; una mente caritativa que no condena a nadie salvo a sí misma; una mente sagaz capaz de ver el bien en todas las cosas y llegar hasta el bien en todas las cosas.
La recta acción consiste en prestar los debidos cuidados al cuerpo, en hacer el ejercicio apropiado y en ocupar el lugar debido en la gran batalla material de la vida. El hombre crece poniéndose en contacto con todo lo que crece. Cuando un hombre es capaz de conocer todas las formas de vida con placer, con consideración, con el corazón de alguien que quiere ayudar, y con la mente de un estudioso, progresa.
La recta actitud significa que todo debe emprenderse con el espíritu de amor, de verdad, y con un sincero deseo generoso de prestar su ayuda para convertir este mundo en un lugar mejor donde vivir.
Una manera honrada de encarar la vida significa alegría, espíritu de ayuda y cooperación con todos los que tratan de progresar.
Significa consideración para todos, aun cuando no estén de acuerdo con nosotros, puesto que comprende que el hombre no debe trabajar para el hombre, sino para Dios, y que a cada uno le corresponde lo suyo.