Jesús nos propone al Padre como modelo. Sigue dando pistas para que seamos realmente felices. Él es el mejor espejo en el que mirarnos, “quien me ve a Mí, ve al Padre”.
El Evangelio de Mateo dice “sed perfectos”, el de Lucas “sed misericordiosos”. Para la comunidad de Mateo, cristianos procedentes del mundo judío, la perfección es la forma de imitar la actuación de Dios. Para la comunidad de Lucas, cristianos procedentes del medio pagano, la misericordia es el rasgo fundamental del Padre, que sus hijas e hijos deben imitar.
Ser perfectos, ser misericordiosos lógicamente no significa no tener limitaciones ni defectos.
La clave es tratar de imitar la forma de actuar del Padre/Madre: lleno de amor, bondad, ternura; amar incondicionalmente y sin distinción, buscar el bien, la dignidad, la alegría de los demás. Como Jesús.