Cada día es un regalo en el que puedo vivir la cercanía y la ternura de Dios.
Compartir el amor, el humor, mis mejores sentimientos. Disfrutar del juego, la risa, la música, el paseo, la poesía, el tiempo con las personas que quiero y que encuentro en el camino.
Cada día es una llamada a seguir a Jesús, a sembrar y construir los valores del Reino dejando que Dios, Padre/Madre, programe libremente mi futuro.
Desde mañana, con el inicio de la Cuaresma, Jesús nos llama a un tiempo de serena reflexión, de sincera penitencia y sacrificios, de oración profunda y de preparación atenta para vivir en plenitud el gran misterio de su Pasión Redentora.
Predispongamos nuestro corazón para que estos cuarenta días que nos conducirán a la Pascua, podamos vivirlos con una total entrega y sirvan para encaminar definitivamente nuestra vida por los caminos que conducen al Señor.