LAS CÉLULAS La tarea del discípulo es rejuvenecer sus células, y por ello, debe hablarles. Cada día, antes de comenzar sus tareas, el discípulo debe saludar a las células de su cuerpo, empezando por las del cerebro, ojos, nariz, oídos, descendiendo gradualmente a las células de los pulmones, corazón, estómago, intestinos, y saludar finalmente a todo su propio ser.
Cuando digo que “uno es su propio ser”, quiero significar su guía interior. Sólo entonces debería el discípulo empezar sus tareas.
Cuando te levantes por la mañana, piensa en ti mismo como una entidad hecha de seres inteligentes, dotados de raciocinio, trabajando en beneficio tuyo.
Háblales y ponte en contacto con ellos conscientemente. Piensa en ellos confiadamente, sin vacilaciones. Pensar en ellos mejorará tu capacidad de trabajo.
Al anochecer, antes de acostarte, envíales un buen pensamiento, y luego, vete a la cama. Cuando te levantes por la mañana, te encontrarás de buen talante.
|