Ahí tienes a alguien que se lanza bruscamente a la acción sin haber estudiado bien el proyecto que quiere realizar: inevitablemente encontrará obstáculos. Y entonces, se sentirá desdichado, se lamentará, y sólo después de haberse lamentado mucho acabará reflexionando sobre la causa de su fracaso.
Evidentemente ya será un poco tarde, debió empezar con la reflexión. Pero podemos esperar, al menos, que su fracaso le impulsará a hacer mejor las cosas la próxima vez.
Pensar, sentir, actuar: éste es el orden que debe presidir toda empresa... Así es como procede el sabio: empieza por reflexionar, considera todos los elementos del trabajo que tiene que ejecutar, del problema que tiene que resolver; después hace intervenir el sentimiento, es decir, el gusto, el interés, el amor por la tarea que tiene que llevar a cabo.
Finalmente decide ponerse a trabajar para realizar su proyecto, y no lo deja a medias. Podemos pues decir, que el sabio refuerza y vivifica con el sentimiento aquéllo que ha concebido con el pensamiento, y que finalmente lo realiza gracias a una voluntad firme."
|