Las diversas religiones en general acercan al hombre a
Dios, pero hasta ahora no han conseguido tener una real participación en la
evolución espiritual verdadera, porque se aferran al dogma y a la autoridad
establecida, en cambio el Libro de Urantia es todo lo contrario, nos enseña a no
tener conocimientos estáticos porque ellos con el correr del tiempo inexorable
carecen de verdad, porque "los valores no pueden ser jamás estáticos; la
realidad significa cambio, crecimiento. El cambio sin crecimiento, expansión de
significado y exaltación de valor, no tiene valor y es potencialmente malo.
Cuanto más grande sea la calidad de adaptación cósmica, más significado tendrá
toda experiencia. Los valores no son ilusiones conceptuales; son reales, pero
siempre dependen del hecho de las interrelaciones. Los valores son siempre tanto
actuales como potenciales. No lo que fue, sino lo que es y lo que será. Los
valores son experienciales cuando las realidades son significativas y se asocian
mentalmente, cuando tales relaciones son reconocidas y apreciadas por la
mente.1097"
Cuando tomamos conciencia que nada es definitivo,
estamos abriendo nuestra mente a los verdaderos cambios y esta apertura a los
conocimientos, realidades y verdades nos permiten ser tolerantes con las
experiencias ajenas y con las propias, porque sabemos que existe aún mucho por
descubrir a todo nivel. Por tanto "lo que tanto la ciencia en desarrollo, como
la religión necesitan es una mirada más penetrante, una autocrítica sin miedo y
una mayor conciencia de la condición incompleta del estado evolucionario. Los
maestros tanto de la ciencia como de la religión frecuentemente muestran
demasiada autoconfianza y son excesivamente dogmáticos.1138"
Nosotros deberíamos ser como las compañías encargadas de
la telefonía móvil, que poco menos que cada mes nos presentan un nuevo modelo
más perfeccionado. Nuestra espiritualidad, nuestra relgión del espíritu,
deberían mantener siempre alerta nuestra capacidad de asombro, para ser capaces
de descubrir a nuestro Padre, donde nunca antes lo habíamos encontrado. Tener
cada día una sintonía más fina y un mayor alcance de comprensión para ser
capaces de escuchar la voz silente de nuestro Espíritu residente que nos va
diciendo que hacer. Porque "ciertamente el Padre mora en el Paraíso, pero su
divina presencia también mora en la mente del hombre.139"
yolanda silva solano
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