El reino del cielo debe comenzar con el concepto dual de
la verdad de la paternidad de Dios y el hecho correlacionado de la hermandad de
los hombres.
Libro de
Urantia. Pág.1859
El mundo
está como lo vemos, porque los que nos llamamos cristianos, aun no encarnamos
estos dos conceptos básicos para que la hermandad sea una realidad tangible,
decimos amar a Dios, pero ¿qué hacemos en forma efectiva por nuestros hermanos?
¿Comprendemos que el amor es sinómino de buscar servir?
Buscar el
servir sin esperar que se nos pida, sin esperar la recompensa, servir a todos,
pero de una manera especial a los más necesitados, no solamente en lo económico,
sino también a nivel moral y espiritual. Servir a las minorías sociales... sin
juzgar ni condenar...
Servir y
amar de esta manera no es fácil, porque hay que acallar a nuestro ego que espera
pleitesía y reconocimiento cada vez que da algo. Para poder vivir la
fraternidad, es preciso estar continuamente pidiendo la ayuda de nuestro
Espíritu residente, para ser capaces de abrir nuestra mente para que salgan de
ella nuestros prejuicios y clasificaciones severas, olvidando que Jesús nos
pide:”no cometas el error de estimar el valor de un alma, sobre la base de las
imperfecciones de la mente o de los apetitos del cuerpo.”1739
Somos tan
dados a encasillar a la gente en sus defectos o errores que muy pocas veces
recordamos sus virtudes. Criticar, echar honras por el suelo ocupan grandes
titulares, porque es fácil hacerlo y atrae al morbo, pero desmentir los juicios
errados, si es que se llegan a publicar, son en letra chica.
En la
familia también cometemos los mismos errores, juzgamos y castigamos las faltas
pero nos olvidamos de agradecer y ensalzar las cosas buenas. Nos falta abrir
nuestro corazón para que se manifieste la sensiblidad, la ternura. Olvidamos
que ella no es un sentimiento momentáneo, sino que es “un atributo valioso tanto
para el hombre como para la mujer, porque es saber responder a las necesidades
de los demás y genera una felicidad genuina y verdadera.”1575
Sirvamos y
amemos a nuestros hermanos en las cosas pequeñas, porque son las
esenciales...una frase cariñosa, un abrazo, una caricia y hasta el recibir un
emoticon o un memes, puede alegrar el corazón de los que amamos, porque muchas
veces los silencios hieren...
Po
eso, “cuando los sentimientos del servicio para con vuestros semejantes surjan
en vuestra alma, no los ahoguéis; cuando las emociones del amor por vuestro
prójimo desborden en vuestro corazón, expresad estos impulsos de afecto en un
ministerio inteligente de las necesidades auténticas de vuestros
semejante.”1745
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