Cómo decir adiós
por Dianne B. Camp
Bien sea que estemos en armonía con quienes aceptan el cambio que un final puede traer, o con quienes encuentran difícil el dejar ir, hay una manera de decir adiós que puede ser positiva. Puede ser hasta transformativa.
Hay cinco aspectos del cambio que conducen a un cambio exitoso y cómodo. Si elegimos aceptar estos cinco aspectos, la transición producida por un final puede ser más suave, incluir menos sufrimiento y podemos seguir adelante con más comodidad y hasta gozo.
El primer aspecto es darse cuenta. Necesitamos saber que un final es un cambio. Este darse cuenta incluye el reconocimiento de que un cambio ha ocurrido. Requiere que observemos lo que terminado y dejemos ir lo que ya es pasado.
La percepción de un final como un cambio es más cómoda que anticipar y tener la expectativa de sentirlo como una pérdida. Debemos darnos cuenta de que algo está completo, aún cuando no haya terminado de la manera como hubiéramos deseado, o no haya sido nuestra decisión.
El segundo aspecto de un final exitoso es la aceptación. La aceptación es una elección. Podemos saber que el cambio nace de un final y que el crecimiento nace del cambio. Cuando sabemos realmente esto, estamos en un lugar de conciencia donde podemos aceptar, en vez de negar o resistirnos. Podemos ver el bien potencial en el cambio que un final puede proporcionar.
El tercer aspecto de un final exitoso es la no resistencia. La no resistencia nos permite decir “Hágase Tu voluntad” según la sabiduría perfecta de Dios, Su tiempo perfecto, Su orden perfecto. La no resistencia nos permite decir: “En Tus manos pongo el resultado del final ante mí, porque sé que tú, Dios, eres sólo bien y obras en mi vida”. La no resistencia es una expresión Hermosa de nuestra confianza, nuestra fe y nuestra fortaleza espiritual.
Así como el darse cuenta y la aceptación, la no resistencia es una elección. Es una elección particularmente sabia cuando el final que enfrentamos es inevitable. Al elegir la resistencia elegimos la lucha, la desilusión o el dolor.
Es posible lograr la no resistencia aunque no sea un estado conocido. Tenemos que estar dispuestos a practicarla. No tenemos que ser expertos para comenzar. Por medio de esta práctica de la no resistencia podemos avanzar con más facilidad a través del cambio. No tenemos que sentirnos apresurados acerca de lo que será o que estamos siendo arrancados forzosamente de nuestro presente por lo que está por delante.
La cuarta parte de un final positivo es el perdón. El perdón verdadero tiene muy poco qué ver con la persona, la relación personal o la situación que debe ser perdonada. Tiene todo qué ver con la paz que sentimos ultimadamente a pesar del final ante nosotros. El perdón nos libera de la esclavitud de las circunstancias. Nos permite liberar lo que ha ocurrido, en vez de aferrarnos a ello y a su dolor. El perdón nos permite tratar de nuevo, creer de nuevo y amar de nuevo.
El proceso del perdón es a menudo continuo, en vez de un acontecimiento aislado. Podemos descubrir que necesitamos continuar perdonando más allá de un final y de un adiós. Mientras hayamos comenzado y estemos dispuestos a lograrlo, el perdón puede proveernos una paz duradera.
Gratitud es el quinto aspecto de un final exitoso. La gratitud también es una elección. Podemos sentir gratitud aún cuando lo que ha terminado no es algo que hemos elegido perder o dejar. Podemos sentir gratitud aún en esos momentos en que no queremos decir adiós. La gratitud verdadera no tiene condiciones ni exige promesas ni garantías. Es la expresión natural de uno de nuestros dones espirituales. La gratitud es el vástago del amor.
No tenemos que sentir gratitud para elegirla. A veces la sentimos hasta después que la hemos elegido conscientemente. La gratitud nos eleva, nos capacita, nos libera y (yo creo) que tiene el potencial para sanarnos.
Reciban mi afectuoso y fraternal saludo,
César Lillo Arellano