¿Que fue del cuerpo denso de Jesús puesto en la tumba, pero no hallado en la mañana de
Pascua? ¿Si el cuerpo vital de Jesús está siendo guardado para ser de nuevo usado por Cristo,
qué hace Jesús mientras tanto para procurarse un cuerpo vital? ¿Por qué no habría sido más
práctico haber obtenido un nuevo cuerpo vital para Cristo en su Segunda Venida?
Respuesta: El estudio de las Escrituras revelará el hecho de que era costumbre de Cristo
retirarse de Sus discípulos y ellos no sabían a dónde iba, o silo sabían, no se hace de ello
mención. Sin embargo, la razón era que, siendo un Espíritu tan glorioso, sus vibraciones eran
demasiado elevadas aun para el más puro y mejor de los vehículos físicos. Era por lo tanto
necesario abandonarlo frecuentemente para un período de completo reposo, de modo tal que
sus átomos pudiesen ser retardados hasta obtener su tono acostumbrado. Consecuentemente el
Cristo iba a los Esenios periódicamente para dejar el cuerpo a su cuidado. Ellos eran expertos,
y el Cristo nada sabía acerca de cómo manejar vehículos tales como los que había recibido de
Jesús. Si no hubiese sido dado este descanso, el cuerpo denso de Jesús se habría desintegrado
bastante antes de haberse terminado el Ministerio de los tres años, y nunca hubiese llegado al
Gólgota.
Cuando la hora llegó y terminó el Ministerio terreno, los Esenios dejaron de intervenir.
Entonces las cosas tomaron su curso natural, y la tremenda fuerza vibratoria impartida a los
átomos, los dispersó a los cuatro vientos, con el resultado de que cuando la tumba fue abierta
pocos días después, no se halló trazo del cuerpo.
Esto está en perfecta armonía con las leyes naturales conocidas por nosotros en su operación
en el mundo físico. Las corrientes eléctricas de bajo potencial queman y matan, mientras que
un voltaje de muchas veces su fuerza pasa a través del cuerpo sin efecto dañino. La luz, que
tiene una tremenda tasa vibratoria, es agradable y benéfica para el cuerpo, pero cuando se
enfoca a través de una lente la tasa vibratoria disminuye y entonces tenemos una fuerza
destructora. De parecida manera, cuando Cristo, el gran Espíritu Solar, entró en el cuerpo
denso de Jesús, la tasa vibratoria, estando disminuida por la resistencia de la materia densa,
debió haber quemado el cuerpo, como en la cremación. La fuerza era la misma, el resultado
idéntico salvo que como fue un fuego verdadero e invisible el que quemó el cuerpo de Jesús, y
no fuego envuelto en llamas, como en la manifestación ordinaria del fuego, no hubo cenizas.
En conexión con esto es bueno recordar que el fuego duerme invisiblemente en toda cosa. No
lo vemos ni en la planta ni en el animal, ni en la piedra, aunque está allí, visible a la visión
interna y capaz de manifestarse en cualquier tiempo cuando se reviste de su traje de flama,
hecho de sustancias físicas.
Considerando que el autor del Concepto Rosacruz del Cosmos no tenía prácticamente ninguna
ayuda cuando la lectura de las pruebas, es motivo de congratulación que no se notaron más
errores. En la página 408, el segundo renglón del último párrafo es uno que tiene que ver con
el presente tema. Ha sido corregido en la 4 edición, en la que las palabras "átomo-simiente"
sustituyeron a "otros vehículos". La frase entonces, se lee así: "A la muerte del cuerpo denso
de Jesús, los átomos-simientes fueron devueltos a su poseedor original". Durante los tres años
de intervalo entre el Bautismo, en cuya ocasión entregó sus vehículos a la Crucifixión, que
trajo consigo el retorno de los átomos-simientes, Jesús construyó un vehículo de éter, así
como un Auxiliar Invisible atrae materia física cada vez que es necesario materializar todo o
parte del cuerpo. Sin embargo, el material no amalgamado por un átomo-simiente no puede
ser mantenido permanentemente. Se desintegra tan pronto como el poder de la voluntad que
reunió este material, se retira, y por lo tanto, esto era sólo una cosa temporal. Cuando el
átomo-simiente del cuerpo vital le fue devuelto, se formó un nuevo cuerpo y en ese vehículo
ha estado Jesús funcionando desde entonces, trabajando con las iglesias. Nunca ha tomado un
cuerpo denso desde entonces, aunque puede perfectamente hacerlo así. Esto es así,
probablemente, porque su trabajo está enteramente desconectado de las cosas materiales y
difiere diametralmente de la obra de Christian Rosenkreutz, que son los problemas estatales,
industriales y políticos. Estos últimos necesitaron un cuerpo físico en el cual aparecer ante el
público.
La razón por el cual el cuerpo vital de Jesús está en custodia para el Segundo Advenimiento
de Cristo, en lugar de que se provea un nuevo vehículo, es dada en Fausto, que es un mito que
expone en términos pictóricos, una gran verdad espiritual de inestimable valor para el alma
que busca. Fausto, al esforzarse por obtener poder espiritual antes de merecerlo, atrae un
espíritu listo a satisfacer su deseo -a cambio de una recompensa- porque el altruismo es una
virtud singularmente faltante en ellos. Cuando Lucifer da la vuelta para salir, se alarma al ver
un pentagrama o estrella de cinco puntas ante la puerta, una de cuyas puntas está dirigida
hacia él. Pide a Fausto quitar el símbolo para poder salir, y este último le pregunta porque no
sale por la ventana o la chimenea. Lucifer admite de mala gana que “es ley para diablos y
espíritus que han de salir por donde entraron”.
Cuando por el curso natural de los acontecimientos el Espíritu renace, entra a su cuerpo denso
por la cabeza, llevando consigo los vehículos superiores. Al dejar el cuerpo por la noche lo
hace por esta misma vía, para volver a entrar en las mañanas de manera semejante. El Auxiliar
Invisible también sale y vuelve a entrar a su cuerpo por vía de su cabeza, y cuando al fin
nuestra vida terrestre ha sido vivida, volamos del cuerpo por última vez por la vía de la
cabeza, la cual se ve así que es la puerta de entrada natural del cuerpo. Por consiguiente el
pentagrama con una punta hacia arriba o hacia uno, es el símbolo de la magia blanca, que
trabaja en armonía con la ley del progreso.
El mago negro que actúa contra la naturaleza pervierte la fuerza vital y la vuelve hacia abajo a
través de los órganos inferiores. La puerta de la cabeza está cerrada para él, pero sale por vía
de los pies, abriéndose paso el cordón plateado por los órganos inferiores. Por lo tanto, fue
fácil para Lucifer entrar al estudio de Fausto, porque el pentagrama vuelto con dos puntas o
cuernos hacia él representaba el símbolo de la magia negra. Sin embargo, a la hora de salir,
encuentra que una punta es la que se dirige hacia él, y se aterroriza ante el símbolo de la magia
blanca. Únicamente puede salir por la puerta por la que entró, y es atrapado así cuando halla
que la salida está bloqueada. Similarmente, Cristo tuvo libertad de elegir Su vehículo de
entrada a la Tierra en la cual está ahora encarcelado, pero habiendo una vez escogido el
vehículo de Jesús, está sujeto a salir por el mismo camino. Si fuera destruido ese vehículo,
Cristo se vería obligado a permanecer en su reducido ambiente hasta que el caos disuelva al
planeta. Esto seria una gran calamidad, y por esa razón el vehículo que él usó una vez es muy
celosamente guardado por los Hermanos Mayores.
En el intervalo, Jesús ha sido el perdedor de todo el crecimiento anímico realizado durante sus
treinta años sobre la tierra antes del Bautismo, crecimiento contenido en el vehículo entregado
al Cristo. Esto fue y es un gran sacrificio por nosotros, pero como todas las buenas obras,
redundará en una mayor gloria para el futuro. Este vehículo será usado por el Cristo cuando
venga a establecer y perfeccionar el Reino de Dios, y estará entonces tan espiritualizado y
glorificado que cuando sea devuelto a Jesús cuando Cristo entregue el Reino al Padre, será el
más maravilloso de todos los vehículos humanos. Aunque no le ha sido enseñado, el que
escribe cree que Jesús será el fruto más elevado del Periodo Terrestre por esa razón, y que
Christian Rosenkreutz le seguirá. "Nadie tiene mayor amor que éste, el que expone su vida por
sus amigos". Y dar no sólo el cuerpo denso sino también el cuerpo vital, y por tan largo
tiempo, es con seguridad el sacrificio máximo.