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~~CATECISMO~~: DE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA CATOLICA y DE LAS COSTUMBRES DE LOS MANIQUEOS
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Messaggio 1 di 33 di questo argomento |
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Da: Atlantida (Messaggio originale) |
Inviato: 22/11/2024 00:38 |
Traductor: P. Teófilo Prieto, O.S.A
LIBRO PRIMERO
DE LAS COSTUMBRES DE LA IGLESIA CATÓLlCA
Es necesario poner al descubierto los artificios de los maniqueos. Dos artificios que principalmente utilizan para seducción de los ignorantes.
I.1. He tratado suficientemente, a mi parecer, en otros libros sobre el modo de rebatir los ataques que, con tanta impiedad como ineptitud, dirigen los maniqueos contra la Ley o Viejo Testamento, y como es vana la jactancia que ellos afectan en medio de los aplausos del vulgo ignorante. De lo cual puedo también aquí hacer brevemente mención. ¿Qué hombre, por poco razonable que sea, no comprenderá que para la interpretación de las Escrituras se ha de acudir a los que tienen profesión de enseñarlas, y que puede suceder, o mejor dicho, sucede siempre, que muchos pasajes parezcan ridículos a inteligencias poco desarrolladas, mientras que, si hombres más sabios los explican, aparecen admirables y se reciben con tanta mayor satisfacción cuanto se ve era más difícil descubrir el pensamiento? Esto es lo que pasa con alguna frecuencia en los libros santos del Testamento Antiguo cuando el que encuentra allí materia de escándalo se dirige a un doctor piadoso, más bien que a un impío censor, y con tal que desee más averiguar que no satirizar. En su deseo de instruirse podrá quizás dar con obispos, sacerdotes y otros ministros de la Iglesia católica que se guarden con cautela de descubrir a todos indistintamente nuestros misterios o con quienes, contentos con la sencillez de la fe, no se imponen el sacrificio de sondear sus profundos secretos. Pero no deben nunca desesperar de encontrar allí la verdad, donde ni todos los que la exigen son capaces de enseñarla, ni todos los que la piden son siempre dignos de aprenderla Dos cosas son necesarias: diligencia y piedad; la primera nos conducirá a los que verdaderamente posean 1a ciencia y la otra nos hará merecedores de adquirida.
2. Los maniqueos usan principalmente de dos artificios para seducir a los sencillos y pasar ante ellos como maestros: uno, la censura de las Escrituras, que entienden o pretenden entender muy mal; y el otro, la ficción de una vida pura y de continencia admirable. Yo he resuelto, en consecuencia, tratar de la vida y costumbres de la Iglesia católica; y comprenderá quien lo leyere qué fácil es simular la virtud y qué difícil poseerla con perfección. Mi palabra irá ungida de moderación, y me guardaré, sobre todo, de hablar de sus desarreglos, que me son bien conocidos, con la severidad y dureza que ellos emplean contra lo que no conocen; mi deseo más vehemente es sanarlos más bien que combatirlos. Presentaré únicamente los testimonios de las Escrituras, que están obligados a creer; no invocaré más que el Nuevo Testamento, y aun todavía daré de lado los testimonios que dicen ser interpolados cuando se les aprieta de tal forma que les es la salida muy angustiosa y difícil; limitándome únicamente a los que se ven forzados a admitir y aprobar. Lo que haré, eso sí, no dejar ningún pasaje de la doctrina de los apóstoles sin su comparación con el correspondiente texto del Antiguo Testamento, para que, despojándose de esa pertinacia, en la defensa de sus locuras, si quieren despertar de su sueño y acercarse a la luz de la fe cristiana, puedan ver cuánto deja que desear su vida para ser vida cristiana y cuán verdadero es ser la Escritura que ellos censuran la Escritura de Jesucristo.
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Messaggio 4 di 33 di questo argomento |
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l sumo bien del hombre es el que a la vez lo es del cuerpo y del alma
V. 7. ¿Cuál es el sumo bien del cuerpo? La recta razón nos obliga a reconocer que es aquello que le comunica su mayor perfección y felicidad. Pero nada de lo que le da vida, vigor y fuerza es mejor y más excelente que el alma. El sumo bien del cuerpo no es, pues, ni el placer, ni la falta del dolor, ni la fuerza, ni la belleza, ni la agilidad, ni nada corporal, sino sólo el alma. Ella es, en efecto, la que con su presencia comunica al cuerpo todo lo que acabo de decir, y, además, la vida, que es mejor que todo. No es, por tanto, el alma el sumo bien del hombre, ya se designe con este nombre el cuerpo y el alma unidos, ya el alma solamente. Porque si la razón descubre que el sumo bien del cuerpo es mejor que él y lo que le da vigor y vida, sea lo que fuere el significado del término hombre, bien el cuerpo y el alma, bien sólo el alma, hay necesidad de seguir en la investigación de la existencia de algo que sea más excelente y mejor que el alma y que, si a ello se adhiere, la eleve a la perfección y felicidad de que es capaz. Este bien, si se descubre, será, sin duda alguna, con razón y con justicia el sumo bien del hombre.
8. Ahora que, si el cuerpo es el hombre, es innegable ser el alma su bien mejor. Pero, cuando se trata de las costumbres, cuando se busca qué regla de vida se ha de seguir para adquirir la felicidad, no es para el cuerpo que se han establecido los preceptos, no es su disciplina la que se trata de descubrir. Nuestro fin es investigar y llegar al conocimiento de las buenas costumbres, y esto es exclusivo del alma; y desde el momento que es cuestión de adquisición de la virtud, no puede referirse al cuerpo. Si, pues, sucede, como al efecto se ve, que el cuerpo, dirigido por el alma, única capaz de la virtud, es tanto mejor y más honesto y se eleva a tanta mayor perfección cuanto más perfecta es el alma, que con una ley llena de justicia lo rige, se sigue que será el sumo bien del hombre el que levanta al alma a tal estado de perfección, aunque llamemos hombre al cuerpo solamente. Pues si un auriga o cochero, por obediencia a mis ordenes, cuida y gobierna con perfección mis caballos y disfruta de mi generosidad en la medida de su obediencia, ¿ qUién podrá negar que a mi iniciativa se debe su buena conducta, como la buena marcha de los caballos? Y así, que el hombre sea el cuerpo o el alma, o los dos juntos, lo que se debe buscar primero que todo es lo que hace al alma más perfecta; pues, una vez adquirido este bien, no es posible que el hombre no se perfeccione y sea mejor que si de él careciese.
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Messaggio 5 di 33 di questo argomento |
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La virtud hace al alma perfecta. El alma adquiere la virtud siguiendo a Dios. Seguir a Dios y conseguirlo es la vida feliz.
VI. 9. No hay quien ponga en duda que es la virtud la perfección del alma. Lo que con razón se puede preguntar es si la virtud subsiste por sí misma o sólo adherida al alma. Esto suscita una cuestión muy elevada y que exige para su desarrollo un razonamiento muy largo; trataré de abreviar, a la espera de la asistencia divina para decir cosas tan altas con claridad y, además, con precisión y brevedad, según lo permitan mis débiles fuerzas. Bien que la virtud subsista por sí misma, bien sólo adherida al alma, es siempre cierto que ella (el alma) sigue una dirección para llegar a la virtud; y esta dirección no puede ser otra cosa que el alma misma, o la virtud, u otro objeto cualquiera. Si el alma se dirige a sí misma en la adquisición de la virtud, es una dirección hacia no sé qué de necio e insensato, pues eso es ella sin la virtud. Y como el deseo mayor del que busca algo es su consecución, se sigue o que el alma no quiere obtener el objeto que ansía, cosa en verdad bien absurda e irracional. , o. dirigiéndose ella misma a algo necio e insensato, caerá en la necedad e insensatez que detesta. Mas si persigue la virtud con ansias de conseguida, ¿cómo será eso posible si no existe o la posee ya? Es necesario, pues, que la virtud subsista fuera del alma, o, si no se quiere ver en ella nada más que un hábito o cualidad del alma sabia cualidad que sólo subsiste en el alma, la dirección a la conquista de la virtud tiene que ser hacia otra cosa distinta del alma; pues, a mi entender, si la dirección del alma es hacia la nada o hacia algo necio o insensato, se sale del verdadero camino de la sabiduría.
10. Esa otra cosa que yendo el alma en busca de ella la hace sabia y virtuosa es el hombre sabio o el mismo Dios. Pero ya se dijo que este bien debe ser de tal naturaleza, que no se nos pueda arrebatar contra nuestra voluntad. ¿Y quién duda que el hombre sabio, aun en el supuesto que nos baste la dirección hacia él, se nos puede arrebatar sin nuestro consentimiento y aun a pesar de nuestra resistencia? Esta otra cosa, pues, es Dios, y nada más; tendiendo hacia Él, vivimos una vida santa; y si lo conseguimos, será una vida, además de santa, feliz y bienaventurada. Y si hay hombres que niegan su existencia, no viene a nada pensar en razonamientos para persuadirlos, cuando no se sabe si merecen siquiera que se les hable. Y en el caso que esta demostración fuera necesaria, serían precisos otros principios otras razones y procedimientos que los ahora establecidos. Pero mis adversarios no sólo admiten su existencia, sino también su providencia en las cosas humanas. ¿Pues qué religión cabe en un hombre que niegue que la Provincia no se extiende, por lo menos, a nuestras almas?
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Messaggio 6 di 33 di questo argomento |
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Es por la autoridad de las Escrituras que hay que buscar a Dios. La razón y los principales misterios de la economía divina en lo que se refiere a nuestra salud. Compendio de la fe
VII. 11. Pero ¿cómo dirigirnos hacia el que no vemos? ¿Y cómo verlo, si, además de ser hombres, somos insensato? Porque, aunque no se vea con los ojos del cuerpo, sino con los de la mente, ¿qué inteligencia hay que, envuelta en las tinieblas de la ignorancia, pueda, o intente a lo menos, ver aquella luz o claridad? Nuestro refugio son los preceptos de quienes miramos como sabios. Hasta aquí nos ha podido guiar la razón, ya que de lo humano posee, si no la certeza que nace de la verdad, al menos la seguridad que da el hábito; pero al llegar a lo divino desvía de ello su vista, no tiene serenidad para verlo, y emocionada, ardorosa y jadeante de amor y como deslumbrada por los resplandores de la luz de la verdad, por cansancio más bien que por elección, se vuelve a su familiaridad con las tinieblas. ¡Qué temible y tremendo sería que el alma se debilitase más allí donde, cansada, ansía el descanso! ¡Que la inefable Providencia divina ofrezca a la vista de los que aun quieren volverse a sumergir en las tinieblas la sombra de la autoridad y la acaricie con los hechos maravillosos y las palabras de los libros santos, que como signos y sombras suavizan los resplandores de la verdad!
12. ¿Pudo hacer más de lo que hizo por nuestra salud? ¿Qué más benéfico y liberal que esta divina Providencia, que no quiso dejar al hombre en total abandono después de la infracción de sus leyes y que por amor de las cosas perecederas mereció con Tazón y justicia no engendrar más que una posteridad corruptible? De maneras y modos admirables e incomprensibles, mediante secretísimos y ordenados encadenamientos de las cosas creadas, que le prestan dócil vasallaje, puede ejercer justísimamente su severidad castigando y su clemencia salvando. iOh, qué providencia tan noble, excelente y digna la de Dios y cómo encierra en sí la verdad que buscamos! No lo podremos comprender jamás si, comenzando por las cosas humanas y que nos tocan de cerca, no somos fieles a la fe y preceptos de la verdadera religión y no seguimos el camino que nos ha abierto y fortificado Dios con la elección de los patriarcas, la promulgación de la Ley, los oráculos de los profetas, el misterio de la encarnación, el testimonio de los apóstoles, la sangre de los mártires y el establecimiento de la Iglesia en todas las naciones. Por lo cual no se me vuelva a pedir en adelante mi opinión personal; prestemos más bien oído atento a estos oráculos y sometamos con docilidad a las palabras de Dios nuestra débil razón.
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Messaggio 7 di 33 di questo argomento |
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Dios es el sumo bien, al que debemos dirigirnos con todas las fuerzas del amor
VIII. 13. ¿Qué regla de vida nos da el Señor en su Evangelio, y después de Él el apóstol Pablo? Los maniqueos no se atreven a condenar estas Escrituras. ¡Que oigamos con atención y respeto, oh Cristo, qué fin o felicidad nos prescribes! ¿No será, sin duda alguna, el mismo al que nos ordenas dirigimos con todas las fuerzas del amor? Amarás dice, al Señor tu Dios 1. Decidme todavía cuál es la medida de ese amor, pues temo arder en el deseo y amor de mi Dios más o menos de lo que conviene. Le amarás, me dice Él, con todo tu corazón, y esto aun no basta. Le amarás con toda tu alma. Ni esto es suficiente aún. Le amarás con toda tu mente. ¿Qué más quieres? Más querría todavía si no viera que lo que hay más allá es la nada. ¿Qué añade Pabló a esto? Sabemos que todo coopera al bien de los que aman a Dios. Que nos diga también él la medida del amor. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Será acaso la aflicción, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros o la espada? 2 Hemos oído cuál es lo que debemos amar y en qué medida. Este es el fin de la dirección y referencia de todos nuestros pensamientos. Dios es para nosotros la suma de todos los bienes, es nuestro sumo bien. Ni debemos quedamos más acá ni ir más allá: lo primero es peligroso, y lo segundo, la nada.
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Messaggio 8 di 33 di questo argomento |
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Armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento en orden al precepto del amor de Dios
IX. 14 Ahora, pues, indaguemos, o mejor, examinemos (pues es claro y facilísimo), si hay acuerdo entre la autoridad del Testamento Antiguo y las máximas sacadas del Evangelio y del Apóstol. ¿Qué decir de la máxima anterior, que todos saben está tomada de la ley dada por Moisés? Escrito está allí: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu 3. En cuanto a las palabras del Apóstol se refiere, ¿qué necesidad hay de compararlas, pues, para ahorrarme tiempo y trabajo, él mismo lo hizo? Después de haber dicho que ni la tribulación, ni la angustia 4, ni la persecución, ni necesidad alguna del cuerpo, ni los peligros, ni la espada podrían separamos del amor de Cristo, añadió a continuación: Al modo como está escrito: Por tu amor sufrimos todos los días y somos apreciados como ovejas con destino al matadero. Suelen estos herejes decir que estas palabras las insertaron los corruptores de las Escrituras. Pero ¿quién no ve en el único subterfugio de estos desgraciados su mejor confesión de la armonía entre los dos Testamentos y la prueba de su plena convicción?
15. ¿Es que negáis, les pregunta Agustín, la existencia de este pasaje en el Antiguo Testamento o su armonía con el del Apóstol? Lo primero os lo enseñaré con sólo mostraros o poneros delante de los ojos las Escrituras; para lo segundo, como se trata de hombres que obran con doblez y se ocultan en lugares inaccesibles, sólo sé dos caminos de la paz: que consintáis en mirar con un poco de atención y pesar las palabras citadas o con mostraros la interpretación de los que juzgan sin pasión. ¿Qué más pacífica armonía puede existir entre estos pasajes? La aflicción, miseria, persecución, hambre, desnudez, peligros y todos los males que son la cruz del hombre en esta vida lo expresa este testimonio del Antiguo Testamento: Por amor tuyo sufrimos. La palabra espada, que, más bien que hacer penosa la vida, la destruye, está indicada por estas palabras: Se nos trata como ovejas con destino a la muerte; y, finalmente, no hay nada que con más Claridad se refiera a la caridad que estas otras: Por amor tuyo ¡Seguid todavía diciendo que no es este testimonio del Apóstol, sino que lo he forjado yo! ¿Podéis probar, ¡oh herejes!, la falta de este pasaje en la antigua Ley o su falta de armonía con la del Apóstol? Y si ni lo uno ni lo otro (pues el texto de las Escrituras no se puede contradecir y la inteligencia de todos afirma su armonía más perfecta), ¿por qué fingís intencionadamente la corrupción de las Escrituras? ¿ Qué contestación darías al que os dijere: Yo así lo entiendo, y como tal así lo recibo y así lo creo; y si leo estos libros es porque todo me parece estar en perfecta armonía con la fe cristiana? Decidme más bien si tenéis tal audacia y habéis pensado darme alguna respuesta, que no creéis que los apóstoles y los mártires hayan sufrido por Cristo graves persecuciones y la muerte y que hayan sido tratados por los tiranos como ovejas con destino a la muerte. Y si no podéis hablar así, ¿por qué se me calumnia de encontrar en un libro una verdad que debo creer por confesión vuestra?
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Messaggio 9 di 33 di questo argomento |
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Dios según la enseñanza de la Iglesia. Los dos dioses de los maníqueos.
X. 16. ¿No enseñáis vosotros el amor de Dios, pero no del que adoran los que aceptan la autoridad del Viejo Testamento? ¿No sabéis que esto es negar la adoración al Dios que hizo el cielo y la tierra, del que hablan las páginas de estos libros santos? ¿ No es confesión vuestra que este universo, que significan los nombres cielo y tierra, ha sido hecho y creado por un Dios, y un Dios bueno? Con vosotros no se puede hablar de Dios sin restricciones, porque distinguís dos, uno malo y otro bueno. Y cuando decís que adoráis y se debe adorar al Dios que hizo el mundo, pero no el que ensalza la autoridad del Viejo Testamento, os cegáis descaradamente en la mala interpretación de los pensamientos y palabras que hemos recibido tan llenos de verdad y de salud; pero todo es inútil y sin eficacia alguna. ¿Queréis comparar vuestras necias e impías disquisiciones con los discursos de los piadosos y sabios doctores que en la Iglesia católica descubren los misterios de aquellas Escrituras a los que lo desean y lo merecen? No entendemos como vosotros la Ley y los Profetas. Abandonad el error: el Dios de nuestro culto no es un Dios penitente, ni envidioso, ni pobre, ni cruel, ni sanguinario, ni vicioso, ni que tiene su dominio reducido a una pequeña parte de la tierra. Sólo contra estas niñerías son vuestras largas y aceradas críticas; no nos llegan: son pensamientos de viejas o de niños lo que combatís con estilo tanto más ridículo cuanto más enérgico y vehemente. Quienes, seducidos por vosotros, pasan a vuestras filas, no condenan nuestra doctrina, sino demuestran que la ignoran totalmente.
17. Por lo cual, si aun quedan restos de humanidad en nuestro corazón, si todavía no habéis perdido del todo el amor a vosotros mismos, os lo suplico, con interés de padre, que reparéis con amor y atención cuál es el sentido de v que decimos. ¡Reparad y veréis que estáis llenos de pobreza y miseria! ¿Acaso nosotros no reprobamos con más fuerza y severidad que vuestra secta lo que atribuye a Dios cualidades que del todo son incompatibles con su naturaleza? ¿Acaso no corregimos la simplicidad de los que entienden literalmente los pasajes citados de las Escrituras o no nos causa hasta risa su pertinacia pueril? Hay, además, otros puntos que vosotros no comprendéis: que la doctrina católica prohíbe creer a los que, más bien por sus estudios e inteligencia que por los años, han pasado de la edad, digamos, de la infancia espiritual y van adelante en el conocimiento de la veneranda sabiduría. Es una verdadera locura, según la doctrina católica, creer que Dios está con tenido en un lugar, aunque sea infinito, y un crimen creer que El mismo o una de sus partes se mueve y va de un lugar a otro. Califica también de impío y necio el imaginarse solamente que pueda sufrir alteración o cambio en su naturaleza o substancia. Verdad es que hay entre nosotros espíritus infantiles que se representan a Dios como una forma humana y creen, además, que así es su ser o realidad, y no por eso deja de ser una opinión menos abyecta y despreciable; pero también es verdad que hay otros mucos espíritus, muy adelantados en el conocimiento de la sabiduría, que ven con la inteligencia su inviolable e inmutable grandeza, trascendiendo no sólo los cuerpos, sino la inteligencia misma. La edad aquí no son los años: es la prudencia y sabiduría. Yo sé que en el seno de vuestra secta no hay nadie que represente a la divinidad como la forma de un cuerpo humano; pero no ignoro que tampoco hay nadie que la preserve limpia del error humano. Mientras que los que como a niños amamanta la Iglesia católica, si no nos los roban los herejes, van desarrollándose cada uno según su capacidad y necesidades, y avanzan hacia la edad del hombre perfecto, y después hacia la madurez y blancura de la sabiduría, y llegan, finalmente, en la medida de su voluntad, a vivir una vida felicísima.
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Messaggio 10 di 33 di questo argomento |
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Sólo se debe amar a Dios. Él es el sumo bien del hombre. Nada más excelente que Dios. Nadie le pierde contra su voluntad. Dos condiciones del sumo bien
XI. 18. Buscar a Dios es ansia o amor de la felicidad, y su posesión la felicidad misma. Con el amor se le sigue y se le posee, no identificándose con Él, sino uniéndose a Él con un modo de contacto admirable e inteligible, totalmente iluminado el ser y preso con los dulces lazos de la verdad de la santidad. El solo es la luz misma; nuestra luz es iluminación suya. El camino de la felicidad es el primero y principal precepto del Señor: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todo tu espíritu. A los amantes de Dios todo coopera a su bien 5. Es por lo que a continuación añade el mismo San Pablo: Estoy seguro que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni las potestades, ni las cosas presentes ni las futuras, ni lo que hay más alto ni lo que hay de más profundo, ni criatura alguna, nos podrá separar del amor de Dios, que es Cristo, Señor nuestro 6. Se dice que a los que aman a Dios todo se ordena a su bien; y, por otra parte, nadie duda que el sumo bien, o el bien más excelente, debe ser amado de tal modo que supere a: todo otro amor, y que éste es el sentido de estas palabras: Con todo el alma, con todo el corazón y con todo el espíritu; ¿quién, pues, se atreverá a poner en duda, establecido y firmemente creído esto, que sólo Dios es nuestro sumo bien, y que su posesión debe preferirse a todo, y que toda prisa es poca para conseguirlo? Además, si no hay nada que nos pueda separar de su amor, ¿qué habrá ni mejor ni más seguro que este bien?
19. Hagamos un breve examen de cada una de las palabras del Apóstol. ¿Podrá alguien, ni aun con amenazas de muerte, separamos de Dios? ¿ Acaso lo mismo que le ama puede morir, si persiste en su amor, cuando la muerte misma es no amarle, que es lo mismo que ir el amor con preferencia en seguimiento de algo distinto de Él? Tampoco habrá nadie que deshaga nuestra unión con Él, prometiéndonos la vida; pues no, hay nadie que pueda prometernos agua separándonos de la fuente misma. ¿Logrará el ángel romper la unión, siendo su poder muy inferior al del alma a Dios unida? Ni la Virtud tiene poder para deshacer tal unión; porque, si el texto se refiere a la Virtud que tiene alguna influencia o poder en este mundo, es cosa notoria que el alma unida a Dios trasciende en absoluto al mundo entero; si, por el contrario, dice referencia a la virtud como afecto rectísimo de nuestro mismo espíritu, en este caso ella misma coopera a nuestra unión, aunque exista en otro; y si radica en nosotros, ella misma la realiza Ni las aflicciones presentes tienen eficacia para causar tal rotura, pues se nos hacen tanto más ligeras y soportables cuanto más estrecha es la unidad que tratan de deshacer. Y lo mismo cabe decir de la promesa de los bienes futuros, ya que Dios es quien promete con más seguridad y certeza que nadie todo bien futuro; y, por otra parte, ¿dónde hay algo mejor que Dios, siempre presente a quienes con Él están verdaderamente unidos? La alteza y profundidad no son tampoco suficientes para desbaratar la unión; porque si estas palabras significan la alteza y profundidad de la ciencia, me guardaré muy bien de la curiosidad, que me aleje de Él, y ninguna doctrina, con pretexto de librarme del error, me separará de Él, ya que nadie yerra sino quien de Dios se desvía. Si, por el contrario, estas palabras indican las cosas superiores e inferiores de este mundo, ¿quién seria capaz de prometerme el cielo con el fin de alejarme del que lo ha creado? ¿Tendrá acaso el temor del infierno poder para destruir la unión, cuando ni aun sabría qué es el infierno si no me hubiera separado de Dios jamás? Y, finalmente ¿qué lugar destruirá tal unión de amor, siendo así que no estaría Dios todo en todas partes si alguna le pudiera con tener?
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Messaggio 11 di 33 di questo argomento |
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Es el amor el que nos une y nos somete a Dios
XII. 20. Ni ninguna otra criatura, continúa el Apóstol, nos puede separar de Él. ¡Oh hombre de los más profundos misterios! No dice sólo una criatura, sino ninguna criatura, indicando así que el alma y la inteligencia, con que amaros y nos unimos a Dios, son también criaturas. El cuerpo es también otra realidad creada que él tiene en cuenta; el alma es un ser inteligible que sólo conoce por la inteligencia, y lo demás es la realidad sensible, que se conoce bien por los ojos, bien por los oídos, bien por el olfato, bien por el gusto o bien por el tacto; lo cual reviste menos nobleza que lo que sólo por la inteligencia se puede conocer. Y como Dios no se puede conocer por los que lo merecen, sino por medio de la inteligencia, aun siendo tanto más excelente que ella cuanto supera la excelencia del Creador a la de la criatura, hay peligro que el espíritu humano, al verse entre los seres invisibles e intelectuales, se crea de la misma naturaleza que el que lo creó y el orgullo deshaga la unidad que sólo hace la caridad. Ella se asemeja a Dios, cuanto su capacidad lo soporta, si con docilidad acepta ser esclava del que la ha de iluminar y esclarecer. Y así como se hace semejante en la medida de su docilidad y libre esclavitud, así también se aleja de él en la medida que con temeraria osadía desea serle más semejante, por lo que rehuye la esclavitud de la ley de Dios, creyéndose igual a El en poder.
21. Cuanto más distante de Dios, no por distancia local, sino por el afecto y deseo de las cosas a Él inferiores, más es su ceguedad y miseria; el amor, al contrario, la vuelve a Dios, amor que desea con ansia que el alma sea su esclava, no igual a Él. La tenacidad y diligencia en procurarlo serán la medida de su perfección y felicidad, y la docilidad en la total y plena sujeción a Dios causará la más perfecta libertad. Debe, pues, reconocer el alma que es una simple criatura, y ver a su Creador tal y como es, subsistiendo eternamente en la inviolable e inmutable naturaleza de la verdad y sabiduría, y confesar que ella puede estar sujeta a la ceguedad ya la mentira por causa de los errores mismos de los que con tanta ansia desea verse libre. Y aún hay más: debe ponerse en guardia, no sea que el amor de alguna criatura es decir, de este mundo sensible, la separe del amor de Dios, que la santifica para hacerla sumamente feliz. No nos separará, pues, ninguna otra criatura, ya que nosotros mismos lo somos, del amor de Dios, que es Cristo, Señor nuestro.
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Messaggio 12 di 33 di questo argomento |
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Es Jesucristo y su Espíritu quienes nos unen inseparablemente a Dios
XIII. 22. Oremos con fervor a San Pablo para que nos diga quién es Cristo Jesús, Señor nuestro. Para los llamados, dice, Jesucristo es la Virtud y la Sabiduría de Dios. ¿Cómo? No dice Jesús de sí mismo: Yo soy la verdad? 7 ¿Será otra cosa, según esto, la vida santa, la vida que es itinerario de la felicidad, que el amor de la Virtud, de la Sabiduría y de la Verdad, pero amor con todo el corazón, con todo el alma y con todo el espíritu? ¿No será lo mismo la santidad que el amor perfecto de la inviolable e invencible Virtud, de la Sabiduría en la que jamás penetra la ignorancia y la insensatez y de la Verdad que ni cambia ni jamás existe de otra manera de como es eternamente? Esta verdad nos revela al Padre, como lo expresa Jesús: Nadie viene al Padre si no es por mí 8. La santidad nos une a Él. Totalmente penetrados del espíritu de la santidad, nos abrasamos en la plenitud y perfección de la caridad, que es la única que causa la unión y la semejanza con Dios, más bien que con el mundo, como lo significan estas palabras del Apóstol: Dios nos predestinó con el fin de hacernos semejantes a la imagen de su Hijo 9.
23. Es, pues, la caridad la que produce nuestra semejanza con Dios; y así, conformados y como sellados con el sello de la divina semejanza y segregados o separados del mundo, no volvamos a mezclamos jamás con las criaturas, que deben ser siempre nuestras esclavas. Esto es obra únicamente del Espíritu Santo. La esperanza nunca se frustra, dice San Pablo, pues la caridad de Dios se ha difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha comunicado 10. Nuestra renovación por el Espíritu Santo no se podría realizar si no permaneciera Él siempre el mismo en su integridad e inmutabilidad; lo que tampoco sería posible sin ser de la misma substancia o naturaleza de Dios, que es la inmutabilidad y, por decirlo así, la invertibilidad misma. La criatura, sin embargo (no son palabras mías, son de San Pablo), es esclava de la vanidad o mentira 11. Lo que está sujeto a la vanidad no nos puede separar de ella ni unirnos a la verdad; esto es obra exclusiva del Espíritu Santo; no es, pues, una criatura, porque lo que existe o es Dios o es criatura.
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Messaggio 13 di 33 di questo argomento |
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Es el amor quien nos une al sumo bien, que es la Trinidad
XIV. 24. Es, pues, un sagrado deber el amar a Dios, una. Una unidad que es trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; que no es otra cosa que la existencia misma. Dios es la existencia primera, de la que proceden todas las existencias, por la que todas son producidas y en la que todas existen 12. Son palabras de San Pablo; y luego añade: A El sólo es debida toda la gloria, expresión la más propia y precisa, pues no dice a ellos, porque Dios no hay más que uno. ¿No significa aquí la Palabra gloria el conocimiento más puro, elevado y universal? Porque cuanto es más universal y perfecto el conocimiento, tanto es con más ardor querido y amado. Con este amor avanza el género humano con seguridad y firmeza hacia la vida más perfecta y feliz. Cuando se trata de las costumbres y de la vida, creo no puede irse más lejos a buscar cuál es el sumo bien del hombre, al que todo debe ir dirigido. Es claro, como se ha demostrado por la razón y por lo que vale más, la autoridad divina, que no es otro que el mismo Dios. ¿Puede ser otro el sumo bien del hombre fuera de aquel cuya posesión le asegura la felicidad? Este bien es sólo Dios, al que únicamente nos une el afecto, él amor, la caridad.
Definición cristiana de las cuatro virtudes cardinales
XV. 25. Como la virtud es el camino que conduce a la verdadera felicidad, su definición no es otra que un perfecto amor a Dios. Su cuádruple división no expresa más que varios afectos de un mismo amor, y es por lo que no dudo en definir esas cuatro virtudes (que ojalá tengan tanto arraigo en los corazones como sus nombres en las bocas de todos) como distintas funciones del amor. La templanza es el amor que totalmente se entrega al objeto amado; la fortaleza es el amor que todo lo soporta por el objeto de sus amores; la justicia es el amor únicamente esclavo de su amado y que ejerce, por lo tanto, señorío conforme a razón; y, finalmente, la prudencia es el amor que con sagacidad y sabiduría elige los medios de defensa contra toda clase de obstáculos. Este amor, hemos dicho, no es amor de un objeto cualquiera, sino amor de Dios, es decir, del sumo bien, suma sabiduría y suma paz. Por esta razón, precisando algo más las definiciones, se puede decir que la templanza es el amor que se conserva integro e incorruptible para solo Dios; la fortaleza es el amor que todo lo sufre sin pena, con la vista fija en Dios; la justicia es el amor que no sirve más que a Dios, y por esto ejerce señorío, conforme a razón, sobre todo lo inferior al hombre; y la prudencia, en fin, es el amor que sabe discernir lo que es útil para ir a Dios de lo que le puede alejar de Él.
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Messaggio 14 di 33 di questo argomento |
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Armonía del Antiguo y del Nuevo Testamento
XVI. 26. Explicaré en pocas palabras el modo de vida según cada una de estas virtudes; pero quiero cumplir mi promesa de comparar los pasajes del Nuevo Testamento que vengo utilizando con sus paralelos del Antiguo. ¿Es sólo San Pablo 13 el que dice que debemos estar tan sometidos y unidos a Dios, que no se interponga nada entre El y nosotros? ¿ No expresan esto mismo, y de la manera más adecuada y precisa, estas palabras del profeta: ¿Mi felicidad es la unión con Dios? 14 ¿No es verdad que lo que San Pablo dice de la caridad con tanta extensión está comprendido en estas palabras: unión con Dios? Y lo que David añade: Es mi felicidad, ¿no corresponde exactamente a las palabras del Apóstol: A los que aman a Dios, todo coopera a hacerlos felices? 15 En una máxima del profeta que consta de dos palabras, se muestra a la vez la fuerza y la eficacia de la caridad.
27. San Pablo (ya lo hemos visto) llama al Hijo la Virtud y la Sabiduría de Dios 16; la virtud dice orden a la operación, y la sabiduría a la ciencia (en el Evangelio, la operación y la sabiduría están indicadas donde se lee: Todo se hizo por Él 17; y la ciencia y conocimiento de la verdad, en aquellas otras palabras: Y la vida es la luz de los hombres); ¿se puede, según esto, vaticinar algo más en armonía con estos oráculos del Nuevo Testamento que lo que sobre la sabiduría se lee en el Antiguo: La sabiduría toca ambos extremos con fortaleza y lo rige todo con suavidad? 18 Tocar con fortaleza se refiere primariamente a la virtud, y regir con suavidad es propio del arte y de la razón. Aun más claro que este oráculo es el siguiente: El Señor de todo tuvo en ella sus complacencias, pues enseña el conocimiento de Dios y ordena sus obras. Se ve que no se habla aquí de operación, ya que ordenar y conocer las obras no es hacerlas: es necesario buscar el poder de obrar que dice relación a la virtud, con el fin de completar la proposición que se trata de demostrar, lo que está expresado en estas palabras: Si las riquezas son en la vida deseadas con ardor, ¿qué hay de mayor riqueza que la Sabiduría que lo ha hecho todo? ¿Se puede decir algo mejor, con más claridad y de más rico contenido? Oíd lo que sigue, si lo dicho aun os parece poco: La sabiduría enseña la sobriedad o templanza, la fortaleza y la justicia. La sobriedad, creo yo, se refiere al conocimiento de la verdad, a la ciencia; mientras que la justicia y la fortaleza dicen orden a la acción u operación. Estas dos cosas, la eficacia en el obrar y la sobriedad de la contemplación (dones que la sabiduría de Dios comunica a sus amantes), Son de tanta estima y aprecio, que no sé a qué compararlas, como el mismo profeta lo dice a renglón seguido: La sabiduría nos enseña la templanza, la justicia y la fortaleza en cuya comparación nada hay más útil en la vida para los hombres.
28. No faltará alguien que piense que no dice esto relación al Hijo de Dios. Pues que lea este texto del profeta: Ella (la sabiduría) estima en mucho la gloria de su origen por la unión que tiene con Dios 19. La palabra origen significa ordinariamente paternidad, del mismo modo que unión dice igualdad con el Padre mismo. San Pablo dice que el Hijo de Dios es la Sabiduría de Dios 20. Y el Señor en el Evangelio: Nadie conoce al Padre sino su Hijo unigénito 21. ¿Y pudo acaso el profeta decir nada más en consonancia con esto que lo que sigue: Contigo existía la sabiduría que conoce tus obras y estaba presente cuando creaste el mundo y sabía lo que agradaba a tus ojos? 22 Jesucristo es la verdad, y en este sentido le llama San Pablo resplandor del Padre 23; pues ¿qué hay alrededor del sol sino el resplandor que produce? ¿Qué oráculo del Antiguo Testamento se adapta con más precisión y claridad a este pensamiento que el siguiente: Tu verdad existe a tu alrededor? 24 Por último, la misma Sabiduría dice en el Evangelio: Nadie viene o conoce al Padre si no es por mí 25; el profeta: ¿Quién conocerá tus pensamientos si no le comunicas la sabiduría?; Y a continuación: Los hombres conocieron lo que te agrada y han sido curados por la sabiduría 26.
29. San Pablo: La caridad de Dios, dice, se ha derramado con profusión en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha comunicado 27; el profeta: El Espíritu Santo, que enseña toda ciencia, detesta el dolo o fraude 28, porque donde hay dolo o fraude falta la caridad. San Pablo: Tenemos que tener semejanza con la imagen del Hijo de Dios 29; el profeta: Estamos sellados, Señor, con la luz de tu rostro 30. San Pablo prueba que el Espíritu Santo no es criatura; el profeta: Enviarás el Espíritu Santo desde lo más alto de los cielos 31. Sólo Dios, y nada más, es la alteza misma. San Pablo muestra que la Trinidad es un solo Dios 32, cuando dice: A El solo la gloria; el profeta: Oye, ¡oh Israel!, el Señor tu Dios es Uno solo 33.
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Messaggio 15 di 33 di questo argomento |
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Apóstrofes que dirige a los maniqueos para que reconduzcan su error y se conviertan
XVII. 30. ¿Qué? ¿Aun queréis más pruebas? ¿Os parece todavía, poco necio e impío vuestro ensañamiento? ¿Es racional la perversión de las almas sencillas e ignorantes con tan perniciosas razones? No es distinto, no, el Dios de ambos Testamentos. Y esta armonía en los oráculos que habéis oído, existe lo mismo en los demás, si con diligencia y juicio equilibrado queréis hacer la prueba. La Escritura dice muchas cosas en lenguaje vulgar y sencillo muy propio para almas que vuelan a ras de tierra, con el fin de elevarlas con más facilidad de lo humano a lo divino; y muchas otras en lenguaje figurado, para más fructuoso ejercicio de la inteligencia que, solícita, busca un sentido y para su mayor delectación y alegría una vez descubierto; pues bien vosotros de esta traza maravillosa del Espíritu Santo os servís con torcida intención para seducir y hacer caer en la red a los que os oyen. La causa de esta permisión divina y qué gran verdad es lo que dice el Apóstol: Es conveniente la existencia de muchas herejías, para que se manifiesten los de probada virtud 34, es muy largo de explicar, y por eso sólo me limitaré a deciros: No os toca a vosotros entender estos secretos. Os conozco bien: tenéis inteligencias muy obtusas y muy enfermas del pestilencial pasto de las imágenes corpóreas para juzgar de lo divino, que es mucho más elevado que vuestro pensamiento.
31. Mi intención ahora no es que entendáis, porque es imposible, sino excitar en vosotros el deseo de entenderlas alguna vez. Esto es obra de la sencilla y pura caridad de Dios, que es lo que más se aprecia en las costumbres y de la que tanto he dicho, y que, inspirada por el Espíritu Santo, conduce al Hijo o Sabiduría de Dios, por la que se llega al conocimiento del Padre. Si la sabiduría y la verdad no se aman con todas las fuerzas del espíritu, no se puede en modo alguno llegar a su conocimiento; pero si se busca como se merece, no se retira ni se esconde a sus amantes. De aquí aquellas palabras que soléis tener con frecuencia en la boca: Pedid, y recibiréis; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Nada hay oculto que no se descubra 35. E1 amor es el que pide, y busca, y llama, y descubre, y el que, finalmente, permanece en los secretos revelados. No nos aleja con espanto de este amor de la sabiduría y de la diligencia en buscarla el Viejo Testamento, como vosotros de cís, mintiendo siempre con la más intencionada bellaquería, sino que nos excita a ello con la mayor elocuencia.
32. Escuchad, pues, un momento y escuchad sin pertinacia las palabras del profeta: La sabiduría está llena de luz, y su hermosura no pierde su vigor y energía; los que la aman la descubren fácilmente, y los que la buscan la hallan. Previene a los que la desean para mostrarse a ellos la primera. El que pasa las noches en vela por ella no se cansará buscándola: la verá sentada a sus puertas. Pensar en ella es prudencia perfecta; el que pasare las noches en vela, al momento estará en reposo y seguridad, pues rodea sin cesar a los que son dignos de ella; en sus caminos se les muestra con rostro alegre y les sale al encuentro, ofreciéndoles toda clase de obsequios. El verdadero principio de la sabiduría es el deseo de instruirse en la disciplina; deseo que es amor a la sabiduría, y este amor es la observancia de las leyes; y esta observancia es la afirmación de la incorruptibilidad que une al alma con Dios. Y el amor de la sabiduría conduce al reino eterno 36. ¿Cesaréis ya de ladrar, como de costumbre, contra estas palabras? ¿No es verdad que la simple exposición de estas cosas, aun sin entenderlas, a cualquiera le sugiere la existencia de algo sublime e inefable? ¡Ojalá lo entendierais! Porque al momento os veríais limpios y puros de todas las ridiculeces ficticias y de las hueras imágenes corpóreas, y todos juntos respirando amor, alegría y confianza os arrojaríais en el regazo maternal y castísimo de la Iglesia católica.
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Messaggio 16 di 33 di questo argomento |
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Sólo en la Iglesia católica se halla la perfección de la verdad en la armonía de ambos Testamentos
XVIII. 33. Yo podría examinar al detalle, en la medida de mi flaqueza, y desarrollar los pasajes que he citado, cuya excelencia y profundidad superan las más de las veces a toda elocuencia; pero mientras oiga, como de costumbre, vuestros ladridos, es mi deber el silencio; porque no en vano se dijeron aquellas palabras: No deis a los perros las cosas santas 37. No os deis por ofendidos, que yo fui uno de esos perros y también ladré cuando con razón y justicia se me daban, en cambio del pan de la doctrina, latigazos de repulsa o de desprecio. ¡Ojalá tuvierais al presente o llegarais a tener alguna vez la caridad de que ahora se trata, en proporción a la grandeza de la verdad que se ha de conocer! Pues no haría falta más para que Dios os revelara que en la secta maniquea no existe la fe cristiana, que conduce al ápice de la sabiduría y de la verdad, cuyo goce es la vida bienaventurada, ni en parte alguna, fuera de la religión católica. ¿No es esto mismo lo que con tan vehementes deseos expresa el Apóstol Pablo en las palabras que siguen: Esto es por lo que doblo las rodillas en presencia del Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien desciende toda paternidad del cielo y de la tierra, para que, en proporción a las riquezas de su gloria, os fortalezca y vigorice según el hombre interior por el Espíritu Santo, y llegue a echar raíces Cristo en vuestros corazones por la fe, y así, arraigados y fundados en la caridad, podáis comprender la altura, la longitud, latitud y profundidad de este misterio y el amor de Jesucristo, que supera a todo conocimiento, con el fin de llenaros a todos, en toda su plenitud, de los dones de Dios? 38 ¿Se puede decir algo de modo más claro?
34. Os ruego que abráis los ojos y consideréis la maravillosa armonía de los dos Testamentos, lo cual nos muestra y enseña qué regla de vida se debe seguir y cuál el punto de referencia de todas las cosas. Son una excitación al amor de Dios estas palabras del Evangelio: Pedid, buscad, llamad 39; lo mismo San Pablo: con el fin de que, arraigados y fundados en la caridad, podáis comprender 40; y lo del profeta no es distinto tampoco: Pueden conocer con facilidad la sabiduría quienes la aman, la buscan y la desean y en sus pensamientos, vigilias y cuidados se consagran a ella. La salud del alma, como el camino de la felicidad, brotan de esta armonía de las dos Escrituras. Os diré en pocas palabras, lo que siento: ¡Ojalá oyerais a los doctores de la Iglesia católica con la misma tranquilidad de espíritu y con el mismo interés que yo os oía a vosotros! A buen seguro que no tendríais necesidad de nueve años, que me tuvisteis engañado, ni mucho menos, para ver la diferencia entre la verdad y el error.
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Messaggio 17 di 33 di questo argomento |
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Descripción de la templanza según las santas Escrituras
XIX. 35. Pero volvamos ya a aquellas cuatro virtudes, con el fin de sacar de cada una las reglas directivas de nuestra vida. Pongamos primero la atención en la: templanza, cuyas promesas son la pureza e incorruptibilidad del amor, que nos une a Dios. Su función es la represión y pacificación de las pasiones, que ansían lo que nos desvía de las leyes de Dios y de su bondad, o lo que es lo mismo, de la felicidad. Allí, en efecto, tiene su asiento la verdad, cuya contemplación, goce e íntima unión hace, sin duda, dichosos, como, al contrario, los que de allí se apartan se ven cogidos en las redes de los mayores errores y aflicciones. La codicia, dice el Apóstol, es la raíz de todos los males, y quienes la siguen naufragan en la fe y se hallan envueltos en grandes aflicciones 41. Este pecado del alma está figurado en el Antiguo Testamento de una manera bastante clara, para quienes quieran entender, en la prevaricación del primer hombre en el paraíso. Nosotros, dice el Apóstol, morimos todos en Adán y resucitaremos todos en Cristo 42. ¡Oh, qué misterios tan profundos! Pero es necesario que me contenga. No es mi propósito ahora enseñaras la verdad, sino quitaras el afecto a la mentira, si puedo, es decir, si Dios dice que sí a mi deseo de trabajar por vuestra salud.
36. San Pablo dice que la raíz de todos los males es la codicia, por la que la antigua Ley explica también la caída del primer hombre. Nos amonesta Pablo 43 que nos despojemos del hombre viejo y nos vistamos del nuevo, y quiere que se entienda por hombre viejo a Adán prevaricador, y por el nuevo, al Hijo de Dios, que para libramos de él se revistió de la naturaleza humana en la encarnación. Dice también el Apóstol: El primer hombre es terrestre, formado de la tierra; el segundo es celestial, descendido del cielo. Como el primero es terrestre, así son sus hijos; y como el segundo es celestial, celestiales son también sus hijos, y como llevamos la imagen del hombre terrestre, llevemos también la imagen del celestial 44; esto es, despojarse del hombre viejo y vestirse del nuevo. Esta es la función de la templanza: despojar del hombre viejo y renovarnos en Dios, es decir, despreciar todos los placeres del cuerpo y las alabanzas humanas y referir todo su amor a las cosas invisibles y divinas. Todo esto es lo mismo que de modo admirable dice en otro lugar: Aunque el hombre exterior se destruya, pero el interior se renueva de día en día 45; y el profeta: Mi Dios, cread en mí un corazón puro y renovad en mis entrañas el espíritu de justicia 46. Decidme ahora si puede hablar alguien contra la armonía de las Escrituras, como no sean los ciegos detractores.
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Messaggio 18 di 33 di questo argomento |
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Sólo Dios debe ser amado; y lo que no es Él, es decir, todo lo sensible, se debe despreciar
XX. 37. Los atractivos de los cuerpos radican en lo que perciben los sentidos corpóreos, y que algunos llaman sensibles; y es la luz la que tiene entre ellos la primacía, ya que entre los sentidos, que están al servicio del alma, la vista es la preferida; y ésta es también la razón de llamar las sagradas Escrituras visible a todo lo sensible. En el Nuevo Testamento se nos prohíbe su amor en este precepto del Apóstol: No fijéis vuestra atención en lo visible, sino en lo invisible; pues lo visible es temporal, mas lo invisible es eterno 47. De aquí se colige que no son cristianos quienes se creen en el deber no sólo de amar el sol y la luna, sino también de darles culto de adoración. ¿Ve algo nuestra vista si no ve el sol y la luna? Pues se prohíbe volver la vista a las cosas visibles, mucho más tendrá que retraerse de su amor quien quiera ofrecérselo a Dios puro e incorruptible. Dejo esto ahora para tratarlo con más atención y diligencia en otro lugar. Mi intención al presente no es hablar de la fe, sino de la vida que merece llegar a la inteligencia de lo que se cree. Sólo Dios merece nuestro amor; todo lo demás, todo lo sensible, al contrario, es digno de desprecio y de qué nos sirvamos únicamente de ello en la medida de las necesidades de la vida.
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